VOCES| Roser Bru: Presente!

VOCES| Roser Bru: Presente!

Por: Elisa Montesinos | 27.05.2021
Ante el reciente fallecimiento de Roser Bru, lo primero que se me viene a la mente es la generosidad, amistad y entusiasmo, que siempre entendí como el equilibrio vital que cultivó en su vida para contrarrestar el dolor que le provocaba el mundo, para combatir las distintas formas de la muerte. Su afección le venía de una temprana sensibilidad por imaginar y concebir una sociedad donde la democracia, los derechos humanos y la cultura estuvieran en un lugar prioritario.

Ese mundo que le llegó con el exilio de España, donde los horrores de la guerra marcaron su biografía, la predispusieron ante los horrores que luego se vivieron en Chile durante la dictadura. Pero en realidad, Roser igualmente soñó y construyó en vida imágenes que escaparan al trauma que inmoviliza y enmudece. Es por ello, que el Holocausto judío, de la mano de Paul Celan, o la figura de Franz Kafka, o El diario de Ana Frank, formaron parte de asuntos que vivía de manera directa, aunque en apariencia hubiesen ocurrido en otro lugar y momento.

Su repaso por la historia del arte y la literatura, los homenajes a Velázquez, Goya y al poeta Federico García Lorca de su natal España, las lecturas, amistades y complicidades creativas e intelectuales con Thiago de Melo, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Nemesio Antúnez, Paz Errázuriz y el fundacional Taller 99, se tradujeron en cientos de imágenes cotidianas y fundamentales, como breves notas de frutas sobre una mesa, higos y sandías; todas antropomorfizadas bajo la conciencia del ser mujer.

Tanta vida

Dedicó buena parte de su vida a reconocer el valor de grandes mujeres, como si fueran sus compañeras de ruta, por lo que nos encontramos a través de ella con Frida Kahlo, Simone de Beauvoir, Violeta Parra o Gabriela Mistral. Nada ni nadie quedó fuera de su mirada, y eso tal vez la hizo una reincidente de memorias locales y universales, donde la fotografía tuvo un rol fundamental para ejercer las mil y una variaciones de su pensamiento visual: anotaciones, dibujos, grabados y pinturas, que son una galería de referentes sugerida para quien quiera acceder a los grados de humanidad que Roser alcanzó.

En la fotografía de Jorge Brantmayer la vemos posando junto a un poeta que admiraba y que le dolía como alguna vez me dijo. El óleo de 1982 se titula Inventario a Vallejo y pertenece a la colección del MNBA. Y de Vallejo podemos recordar un fragmento de esos poemas inevitables 'Hoy me gusta la vida mucho menos':

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga,

porque, como iba diciendo y lo repito,

¡tanta vida y jamás y jamás! ¡Y tantos años, y siempre, mucho siempre, siempre siempre!

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El vivir para siempre y la fotografía. Y, ahora, desde los que han intentado los instantes sobre la grafía, desde las reitereaciones cinéticas de las figuras contra el papel o la tela, podemos por ejemplo detenernos en la caída del fusilado que fotografió Robert Capa. Nos llega en tiempo real, como de tanto haberlo repetido, como un mantra visual, reiterando el dolor y la incredulidad ante el drama de la muerte violenta de un miliciano que defendía la República. Cada vez que esbozaba al hombre, casi alado, mientras expira por última vez, delineaba la respiración de quien se va elevando, haciéndose más presente. Esa relación con el referente artístico, fotográfico o literario, se fue encarnando progresivamente tras cada trazo de grafito, pastel u óleo, dimensión metafórica que cobra mayor sentido cuando volvemos a leer en una croquera suya de los años 80, algunas ideas que anotó junto a la fotocopia convertida en retrato de luto de la última fotografía en la cárcel de Miguel Hernández:  "toda foto es un certificado de presencia", "es seguro que esto fue", "lo real en estado de pasado", "la foto autentifica", y concluye "notas de Roland Barthes". El arte de Roser Brú cumplió la función de hacer presente, de que las imágenes sean cuerpos necesarios que habitan entre nosotros.