Opinión | Patagonia chilena como refugio ante el cambio climático
El Día Mundial del Clima celebrado el pasado 26 de marzo, nos convoca a atender la importancia del calentamiento global y el cambio climático que estamos evidenciando, impulsándonos a tomar medidas concretas y urgentes para evitar no solo pérdidas y daños económicos, sino también, vidas humanas así como la extinción de especies y ecosistemas.
Aunque Chile solo emite el 0,26% de los gases efecto invernadero a nivel mundial, esto no nos exime de reducir las emisiones que generamos y tomar medidas que permitan adaptarnos a estos cambios.
A pesar de esta baja emisión, el compromiso de Chile de lograr la carbono neutralidad al año 2050 puede ser tardía, si la suma de todos los países no apuntan a reducir emisiones cuanto antes. Dicha meta es a largo plazo, pero nuestro país tiene múltiples oportunidades para lograr la carbono neutralidad antes de lo comprometido. Para reducir las emisiones, no solo basta con diversificar o limpiar la matriz energética o evitar la deforestación, también debemos pensar e impulsar medidas mucho más amplias para capturar emisiones, incluso más allá de lo que contaminamos.
Como Programa Austral Patagonia consideramos que Chile puede ser un ejemplo a nivel mundial en cuanto a conservación de la biodiversidad y el rol que ésta cumple ante el cambio climático. Los ecosistemas que encontramos en la Patagonia chilena, como bosques primarios, turberas y la respectiva porción marina en los fiordos y océano, son grandes sumideros de carbono que juegan un papel importante en este escenario de crisis climática, convirtiéndose en verdaderos “refugios climáticos” para la biodiversidad.
Hablar de Patagonia es como hablar de Amazonía, un área donde podemos encontrar magníficos espacios naturales que son el pulmón de nuestro país, pero que también pueden serlo para el planeta: antiguos bosques que almacenan gran cantidad de CO2, extensos campos de hielo, bosques de macroalgas y donde algunas especies han encontrado un refugio, como las ballenas, lo que confirma el rol de los mares en el ciclo del carbono en su fertilización natural y captura de CO2.
Protegerlos y velar por mantener sus funciones y servicios ecosistémicos va de la mano con adoptar medidas que eviten su degradación, garantizando la protección efectiva de los espacios ya protegidos. Si logramos avanzar en áreas protegidas terrestres y marinas mejor gestionadas, contribuiremos a capturar emisiones de gases efecto invernadero más allá de las principales fuentes de absorción como el bosque nativo y las plantaciones forestales.
Todas las medidas que garantice la protección efectiva de las áreas protegidas ayudarán a capturar CO2 y a superar las amenazas que hoy vemos, como incendios forestales, barreteo de algas marinas, tala ilegal en bosques o drenaje de turberas; son impactos latentes que debilitan el rol de sumidero de carbono de Patagonia. La evidencia científica está, ahora falta proteger con urgencia.