Crisis carcelaria en Ecuador: la despedida de Moreno

Crisis carcelaria en Ecuador: la despedida de Moreno

Por: Fabricio Guerrero | 01.03.2021
Con 79 muertos hasta el 24 de febrero, las imágenes que dejan las cárceles de provincias como Guayas, Cotopaxi y Azuay son el reflejo de una sociedad descompuesta. No hay que olvidar la premisa de Dostoievski: “el grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos”. No obstante, ¿por qué nos deberían importar los derechos de aquellos a los que no les importó el derecho de otros? ¿Por qué tienen los mismos derechos que uno? Simple: el sistema judicial, como tú y como yo, se equivoca. Y ahí entran los derechos humanos.

La masacre de la que es testigo el Ecuador por el conflicto armado entre pandillas ha dejado conmocionado al país. Resulta imposible relatar los hechos en las cárceles del país, es difícil escuchar los testimonios e inclusive es angustiante ver los rostros de desesperación entre los familiares de las víctimas. Con la cifra de 79 fallecidos e intentos de fuga, el Ecuador se pregunta: ¿cuáles han sido las medidas del presidente Lenin Moreno hasta la fecha?, ¿qué dicen las organizaciones internacionales?, ¿hubiese sido peor si la Vicepresidenta no hubiese ido al Vaticano?

Aparte de la siempre confiable excusa de “echarle la culpa al correísmo” (gobierno del que Moreno fue partícipe), las órdenes de “ejercer un estricto control de armas, municiones y explosivos en los perímetros exteriores de los centros penitenciarios” del Presidente al Ministerio de Defensa no calman en lo absoluto a la población. No obstante, el gobierno de Moreno “no puede eludir su responsabilidad atribuyendo los hechos sólo a las disputas”, por lo que deberá rendir cuentas, según lo expuesto por Amnistía Internacional.

Por otro lado, la ONU, después de condenar la masacre carcelaria en Ecuador, pide una investigación imparcial al igual que una gestión acorde a los instrumentos internacionales de derechos humanos. La organización recalca la importancia de apoyar a las autoridades sin dejar a un lado la tarea pendiente de discutir las causas estructurales del evento con el objetivo de prevenir antes que lamentar.

Con 79 muertos hasta el 24 de febrero, las imágenes que dejan las cárceles de provincias como Guayas, Cotopaxi y Azuay son el reflejo de una sociedad descompuesta. No hay que olvidar la premisa de Dostoievski: “el grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos”. No obstante, ¿por qué nos deberían importar los derechos de aquellos a los que no les importó el derecho de otros? ¿Por qué tienen los mismos derechos que uno? Simple: el sistema judicial, como tú y como yo, se equivoca. Y ahí entran los derechos humanos.

Nelson Mandela es uno de los ejemplos más claros en el mundo. Mandela creía que sólo aquellos que han estado en una cárcel conocen realmente a su nación. “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”, según el ex Presidente de la Republica de Sudáfrica y escritor de Long Walk to Freedom. Los factores que han sido catalizadores de este evento son la sobrepoblación carcelaria, el abandono y la ausencia de respeto y garantía de los derechos humanos de la población carcelería, según aseguró Amnistía Internacional. El crecimiento constante de encarcelados en Latinoamérica es un fenómeno que no ha conocido freno; en las últimas décadas, desde los 90, la mayoría de los países latinoamericanos han duplicado la cantidad de privados a la libertad. ¿Las consecuencias? Una crisis penitenciaria. Según la Unesco (2008), al priorizar un sistema punitivo sobre uno rehabilitatorio, países como Venezuela, por ejemplo, y sumándole la inoperancia frente a las crisis en las penitenciarías, sufrieron motines frecuentes y violentos.

Si bien es cierto que Lenin Moreno ha intentado reducir la cantidad de presos a través de prisiones preventivas, la capacidad carcelaria sigue viéndose superada. El aumento constante, sumado a la concentración de un 70% de los encarcelados en Gye, Latacunga y Cuenca, terminó dando paso al amotinamiento. Insight Crime infiere que esto es un indicador de que hay problemas en materia de derechos humanos y en el sistema penitenciario. En medida que pasa el tiempo, la inconformidad de las personas se hace más notoria, las preguntas crecen y las respuestas no son lo que uno espera. Al acercarse cada día más la segunda vuelta entre Arauz y Lasso, ambos ofrecen tras lo sucedido “asumir el liderazgo” en donde aseguran que garantizarán un sistema de rehabilitación social eficaz.

El candidato Andrés Arauz, de la Unión por la Esperanza, insiste en dotar de equipamiento y personal al punto de prometer la creación de “250 Unidades de Policía Comunitarias”. Acompañado del #EcuadorMerecePaz, el 24 de febrero el candidato tuiteó que para lograr un sistema de control fuerte y una rehabilitación eficiente era necesario “un sistema de inteligencia penitenciaria, nueva infraestructura para reducir el hacinamiento y programas eficaces de reinserción”. Por otro lado, su opositor Guillermo Lasso, en su cuenta de Twitter, declaró que se debía “establecer un enfoque de rehabilitación, que vele por la seguridad de las personas privadas de libertad, la Policía Nacional y los ciudadanos”, asegurando que el sistema penitenciario necesitaba una reforma. El candidato de CREO, aparte de criticar la indolencia del gobierno de Moreno, recordó la importancia de no difundir los videos sobre los amontonamientos; “hay familias que han sufrido pérdidas dolorosas y merecen el debido respeto”, dijo Lasso.

¿Pero cómo evitar que esto pase de nuevo? Con la instauración de tribunales penitenciarios, establecimiento de tribunales de tratamiento de presos con problemas de drogodependencia y el aumento de procesos de justicia restaurativa para evitar que la cantidad de reos en las ubicaciones más aglomeradas se incrementen aún más. El Ecuador es víctima del narcotráfico, muchos de los jóvenes son utilizados y nacen con la idea de que la única forma de crecer es convirtiéndote en microtraficante e ir escalando. Resultado del microtráfico es que varios han acabado tras las rejas sin esperanza de una justicia restaurativa, pero con plena seguridad de que, en la prisión, su única forma de sobrevivir en un ambiente lleno de violencia, abusos, violaciones y asesinatos, es uniéndose a una pandilla. Desde ahí el fallo del Estado en dar acceso a una mayor red de oportunidades.

En el momento que Ecuador tenga un gobierno más consciente en cuanto a sus responsabilidades se podrán proteger los derechos humanos e impulsar una justicia social y restaurativa debe ser la responsabilidad de la sociedad civil. Lenin Moreno se despedirá de la Presidencia de una forma deplorable, con una alta deuda al pueblo ecuatoriano y un registro manchado de sangre.