Estallido social: Informe de 25 años de Latinbarómetro explica las causas que llevaron a la mayor crisis en 30 años
“No son 30 pesos, son 30 años”, fue la consigna más escuchada y leída en los carteles a mediados de octubre de 2019, cuando en Chile se desató el estallido social. ¿Cómo se forjó este descontento en tres décadas? La respuesta no es una sola y ha sido fuente de discusión e hipótesis de académicos y medios de comunicación.
Con datos concretos, generados a partir de encuestas cara a cara realizada por la Corporación Latinobarómetro durante 25 años, a 1.200 personas en el país anualmente, hoy es posible, dice Marta Lagos, su directora Ejecutiva, distinguir 10 causas que se fueron acumulando en estas décadas que contribuyen a explicar por qué “Chile despertó”.
Intolerancia ante la desigualdad
Tras 25 años de medición es posible asegurar que en el Chile actual no hay espacio de tolerancia con la desigualdad. Según el Informe Latinobarómetro 1995-2020, en una escala de 1 a 10, donde 1 es completamente inaceptable y 10 es completamente aceptable, los chilenos califican la desigualdad con 2,32 puntos.
Lagos explica que “esta intolerancia se ha ido construyendo a lo largo de los años; mientras algunos alcanzaban la clase media, el resto se quedaba atrás”.
Para los chilenos, las tres peores expresiones de desigualdad son: el acceso a la salud (79), oportunidades de educación (69) y acceso a la justicia (64).
Más discriminados
En 2009, 14% de los encuestados se sentía discriminado; en 2020, esta cifra alcanza el 34%. Para poder hacer frente a esta situación, los gobiernos futuros deberán enfocarse en los pobres, los indígenas, los viejos, las mujeres, la salud y la educación, dice Lagos.
Al revisar quienes son las personas discriminadas, nos encontramos con que las personas bajo la línea de la pobreza lideran la ubicación. Le siguen los pueblos originarios en segundo lugar; la tercera edad, en tercer lugar; y las mujeres, en sexto, junto a otras categorías.
Clase baja predominante
A lo largo de un cuarto de siglo de medición, los chilenos se han identificado mayoritariamente, dice el reporte de Latinbarómetro, “con la clase baja, fluctuando entre 68% y 57% a lo largo de la década y un aumento de la clase media de 29% a 39%”. Es decir, la clase media ha crecido 10%, pero está lejos de ser la clase predominante con que los chilenos se auto clasifican, como sí se ha definido a nivel nacional para la determinación de políticas públicas.
Según Marta Lagos, “esta discrepancia entre el discurso público y la autoclasificación de clase social, es otro de los desencuentros entre los que mandan y el ciudadano en general, y está en el piso del estallido social, el enfrentar la realidad que viven los chilenos con la realidad que se cree que viven”.
Otro indicador muestra que el 11% de los chilenos declaran no tener suficiente comida para alimentarse. Según Lagos, más allá de los indicadores de pobreza, “muestra las desigualdades que hoy son intolerables en la realidad chilena. Esa es otra dimensión no considerada y que forma parte de las razones del estallido social”.
Disposición a protestar
En sintonía con las cifras de participación en las últimas elecciones, el 45% de los encuestados señala que hay que votar siempre y, en segundo lugar, 32% dice que hay que votar, pero también protestar.
El capital de protesta existente en la ciudadanía es muy superior al capital de los partidos políticos y no se ve vínculo entre ellos. En una escala de 1 a 10, donde 1 es nada y 10 es mucho, los chilenos se ubican en el 6 o más de la escala en esta disposición. Las causas por las que protestarían son para mejorar la salud y la educación; por una sociedad más igualitaria, para luchar contra el abuso y la corrupción, por mejores salarios y mejores condiciones de trabajo, por la defensa de los derechos democráticos y por el cambio climático.
Desplome de las religiones
Al analizar los datos de estos 25 años se observa que la caída en la Iglesia Católica chilena es de los declives de confianza más altos de toda América Latina, cayendo de 77% en 1996 a 31 % en 2020.
Si en 1995 el 74% de los chilenos se declaraban católicos, el 6% evangélico y el 7% no declaraban religión alguna, hoy vemos un desplome del catolicismo en diez puntos porcentuales entre 2010 y 2020, bajando de 61% a 51%, al mismo tiempo que se observa el declive de los evangélicos de 18% en 2010 a 8% en 2020.
De acuerdo al Informe, “esto constituye otra dimensión que lleva al estallido social. Un pueblo que no solo muestra malestar social por la ausencia de garantías sociales, sino que evoluciona con altos grados de secularización con importantes cambios valóricos que lo llevan camino a ser una sociedad menos tradicional y más abierta”.
No hay ley pareja
El 89% de los chilenos consideran que no somos iguales ante la ley, cifra que se dispara en 17 puntos desde 2008. Según el Informe, “la desigualdad básica es la desigualdad ante la ley, que siempre ha sido casi unánime y que nunca es objeto de la agenda informativa, o de política pública explícita”. Para Lagos, “esto es la base de la percepción de desigualdad en que se basa el estallido social”.
Frente a los que cumplen las leyes también se perciben grandes diferencias. Un 43% dice que los miembros de “su” familia cumplen con las leyes y otro 46% dice que nadie las cumple. Existe la percepción generalizada de que todos los que tienen poder no cumplen con las leyes.
Aumento del apoyo a la democracia
Hoy Chile goza de uno de los más altos niveles de apoyo a su democracia desde que se comienza a medir hace un cuarto de siglo. Este indicador en Chile aumenta desde el año 2016 continuamente desde 54% a 61% en 2020.
En cuanto al concepto de Democracia Churchilliana -la democracia es el peor sistema de gobierno excepto por todos los demás-, alcanza su punto más alto en 2010 con 85% de aprobación, disminuye a 65% en 2018 para después aumentar luego del estallido social y la pandemia a 74% en 2020. Para Lagos, esto es “una muestra de la vigorización de la democracia que han producido los acontecimientos políticos y sociales en Chile durante 2019 y 2020”.
Disminución de apoyo al autoritarismo
Como consecuencia de la dictadura, uno de los problemas en Chile era su alto apoyo a la posibilidad de un gobierno no democrático. Según reporta el Informe Latinobarómetro 2020, este indicador cayó al 30%.
Si observamos la poca fluctuación existente entre los años 2002, cuando alcanzaba 52%, y 2008 con un 49%, “podemos asegurar que hoy una minoría está de acuerdo a que vuelva a existir un gobierno no democrático, si resuelve los problemas. Así también quienes apoyarían un gobierno militar disminuyen desde el 27% en 2004 a 18% en 2020”, dice el reporte.
Críticas a la democracia actual
Apoyar la democracia como sistema de gobierno no significa que los chilenos consideren que la que se vive actualmente es una democracia plena. Al contrario.
La democracia que tenemos no es la que quieren la mayoría de los chilenos. Sólo el 2% declara que tenemos una democracia plena, mientras que el 53% dice que nuestra democracia tiene grandes problemas.
El informe consigna que, “de acuerdo a los datos, es posible plantear que los chilenos quieren mejor y más democracia de su sistema político y que saben muy bien el estado decrépito en que se encuentran muchas instituciones, sin embargo eso no los desalienta que el proceso de cambio que estamos viviendo pueda resultar en un mejoramiento sustantivo”.
No se gobierna para el pueblo
La abrumadora mayoría de los chilenos desde 2004 señala que gobiernan “grupos poderosos en su propio beneficio”, no para la mayoría, no para el pueblo. Solo un 8% considera que se gobierna para todo el pueblo y un 86% para los grupos poderosos en su propio beneficio. Y al ser consultados sobre quién tiene más poder en Chile, el 48% señala que las grandes empresas, 44% el gobierno y 39% los empresarios. A lo largo de estos 25 años, los chilenos siempre han considerado que las grandes empresas tienen más poder que el gobierno.
Para Lagos, “las democracias deben ser percibidas, al menos, gobernando para todo el pueblo, lo que no es el caso de la democracia chilena”.