Psicóloga Sofía Fiedler y la salud mental de los adultos mayores: “El 60% viven solos y hay muchos que enfrentan abandono familiar”
El viernes 2 recién pasado, se cumplió un mes desde que se anunció el levantamiento de la cuarentena para adultos mayores, y la ansiedad y el temor aún rondan en este grupo etario. Sofía Fiedler es psicóloga especialista en dolores crónicos y el 80% de los casos que atiende refieren a problemas propios de la vejez. Vía llamada telefónica, analizó la situación mental y física de los adultos mayores, antes y durante la pandemia, exponiendo cómo les afecta el actual proceso de desconfinamiento.
Hace unas semanas los medios de comunicación sacaban a la luz un estudio realizado por Estudio UC y la Subsecretaría de Previsión Social antes de la pandemia, que arrojó que 1,2 millones de adultos mayores tiene depresión en Chile. Esta condición se ha visto exacerbada en el contexto pandémico y de distanciamiento social. La situación de incertidumbre se ve agudizada hoy con el actual desconfinamiento que, según indicó Gerardo Fasce, presidente de la Sociedad Chilena de Geriatría, al diario La Tercera, hay que considerar que 6.961 fallecidos por Covid-19 tienen más de 70 años.
¿Cómo les afectó el encierro en su salud mental a los adultos mayores?
-El tema de los adultos mayores no es un tema fácil, ha sido uno de los grupos de personas más afectados por la pandemia por dos razones: la más evidente tiene que ver con que son las personas de mayor riesgo y la otra tiene que ver con la soledad del encierro. El 60% de las personas de la tercera edad viven solas en este país, y de ese grupo hay muchos que enfrentan abandono familiar. Por un lado están las personas que estaban en soledad y que tienen la necesidad de salir, por el otro, el miedo a salir, a contagiarse y luego sentir que se desperdició tiempo de encierro evitando el contagio para luego salir y contagiarse igual.
¿Y a nivel físico?
-El efecto del encierro hace que los adultos mayores tengan menor movilidad y al tener menor movilidad pueden cronificar dolencias que venían arrastrando tiempo atrás. Por ejemplo: la artritis, la artrosis o diabetes son enfermedad que requieren movilidad y al no tenerla puede generar dolor crónico e incluso kinesiofobia (miedo al movimiento debido al dolor), haciendo que las personas no solamente no quieran salir por el riesgo al contagio, sino que porque exacerban su malestar y al perder la movilidad hace que se sientan más adoloridos. Entonces empezamos a caer en una cadena y un círculo vicioso donde se va a ver afectado el adulto mayor, salga o no a la calle.
¿Cuáles son los aspectos que más afectaron en general?
-La soledad y la falta de movilidad. Esta falta de movilidad puede ser por casos de abandono, por miedo a contagiar al adulto mayor, o también les afecta porque han abandonado sus medicamentos debido al distanciamiento social.
¿Ha habido diferencias en la asistencia al adulto mayor?
-Sí, existen comunas en Santiago que son mucho más longevas que otras, por ejemplo: Providencia o La Reina de la zona oriente, hay abuelos que tenían asistencia de parte de los municipios, pero porque el municipio tenía la plata para hacer eso. Pero en el caso de municipalidades como La Pintana o Puente Alto, que es una de las comunas más grandes de Santiago, no existía esa opción. Entre los vecinos que conocen a la señora "Juanita" que vive en la esquina, se ponen de acuerdo en los turnos para entregarle sus medicamentos, porque sino la señora Juanita no puede salir ni a la esquina. Y hay personas que tal vez nunca tuvieron ni siquiera acceso a esos medicamentos.
¿Cree que en Chile no se pone suficiente énfasis en el adulto mayor?
-Sí, no puede ser que existan (antes de la pandemia) suicidios de la tercera edad. Se estaba pidiendo a gritos una mejora y la pandemia lo mostró claramente. Yo creo que una de las frases que más me ha caracterizado en este contexto es que todo lo que ha pasado en la cuarentena, cómo nos hemos preparado para estas situaciones, cómo somos como seres humanos, es únicamente una radiografía de cómo estábamos antes. Cuando hablan de volver a la normalidad a mí me produce casi urticaria, porque antes estábamos muy mal.
¿Se debería destinar más recursos públicos o generar más políticas públicas de salud mental para este porcentaje de la población?
-Por supuesto. En Chile se destina plata a fondos públicos de salud menores al 1,4 %, siendo que la OMS dice que debe ser el 5% y que dentro de ese porcentaje un 3% tiene que ser para salud mental. Entonces es súper complejo, porque en Chile aún existe este sistema medio arcaico de que la salud mental es solo para gente loca y no, Chile es un país con una tasa de depresión muy alta y con una alta tasa de depresión en la tercera edad que da nervios. Es muy importante que el Estado mande más fondos públicos sobre todo a la tercera edad.
¿Qué cambios debería hacer el Estado?
-Es importante que le de prioridad a la salud mental y la salud geriátrica. Que sea de un modelo más psicosocial y que deje de ser biomédico (síntoma-remedio). Tenemos que hacer ese cambio de paradigma, no es síntoma-remedio, acá se necesita un acompañamiento. Tenemos que develar lo que está pasando en Chile con la soledad en la tercera edad.
Hay que dejar de ver a la tercera edad como algo que se va a acabar lentamente o como algo que ya no sirve, que es algo más común de nuestro sistema económico: lo que se deteriora no sirve. No, acá tenemos que valorar a la tercera edad que se convierte en parte fundamental de nuestra población. Somos un país que vamos todos hacia allá y que eventualmente está envejeciendo.
¿Cómo ayudará en su salud mental este nuevo proceso de desconfinamiento?
-Los va a ayudar bastante. Puede ayudar a cambiar el estado de ánimo este segmento etario. Hay dos líneas: por un lado los que están preocupados y asustados de salir por miedo a contagiarse ya que se saben el factor de riesgo más grande y eso es complejo, y también está el abuelito que puede salir pero no tiene a quien ver y eso también es trágico.
¿Cómo podría mejorar ese escenario de abandono?
-Debería haber más proceso de acompañamiento con la tercera edad y eso es algo en lo que Chile está al debe hace rato. Hay que ser claros y hoy los medios de comunicación hablan de un desconfinamiento como si se hubiese acabado el virus y no. Hay que tomar medidas claras y fomentar espacios donde puedan encontrarse siempre de manera medida y gradual.
¿Qué medidas de prevención se deben tomar para que sea un desconfinamiento seguro?
-Lo más importante es que los abuelitos que tengan familiares que quieran verlos entiendan que esto no significa que se acabó la pandemia, esto debe ser progresivo. Así mismo los hijos que quieren ver a sus padres, consideren que pueden fomentar un grupo de riesgo, entonces deben tomar las medidas correspondientes.
Eso no significa no verlos, hoy la necesidad de ver a los seres queridos es más potente incluso que cualquier enfermedad. Pero es muy importante que existan medidas en donde no vaya toda la familia a ver al abuelito y tampoco llevarlo a algún lugar, sino que exista un proceso de desconfinamiento paulatino en donde se empiece a adaptar de a poco al cambio, ya que muchos abuelos están teniendo miedo a salir. Si no es necesario ir al médico, no vaya. Muchos van a querer hacer eso y es un foco de contagio.
¿Algún consejo para las familias que tienen adultos mayores a cargo?
-Hoy pueden asistir a la gente de la tercera edad, enseñarle a usar tecnologías y así poder verlos, ya que muchos se quedaron completamente aislados. Los adultos mayores sí vivieron un distanciamiento social real, porque nosotros en estricto rigor vivimos un distanciamiento físico solamente. Siempre se utiliza el “pasamos agosto”, pero los cambios de temperatura pueden seguir causando problemas. Evitemos a toda costa el contagio de cualquier enfermedad. Hay que ser muy responsable y cautelosos y no responsabilizar a la tercera edad ya que nosotros somos los encargados de cuidarlos y escucharlos.
*Esta entrevista fue realizada en el curso de Crónicas y Entrevistas de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.