Familia de Romario Veloz: Un largo camino en busca de Justicia
La primera vez que aparecieron las arañas negras fue en diciembre del año pasado. Franccesca Escudero y su hija Maite, de seis años, fueron a dejarle flores a Romario en el memorial que habían construido en su honor. La lápida que llevaba su nombre estaba ubicada frente al terminal de buses de La Serena, cercano al monumento de Gabriela Mistral. En el mismo lugar donde asesinaron al joven ecuatoriano.
Al momento de acercarse, Franccesca y su hija se dieron cuenta de lo que habían hecho con el memorial de Romario: estaba quemado y, en su lugar, dejaron una nota con el símbolo de Patria y Libertad que decía “esto era sin llorar”.
Eso no fue un hecho aislado sino el comienzo de meses de hostigamiento que debió enfrentar la familia de Romario. Días después del primer incidente decidieron comprar una lápida nueva, esa vez la trizaron, como si le hubiesen pegado con un mazo. En una de las últimas veces que vivieron esta situación, les volvieron a robar lo que había en memoria de Romario. Encima dejaron un mensaje de amenaza que decía que los quemarían vivos.
–No es justo para mi hija ir a dejarle flores a su papá y se encuentre con su lápida quemada, rota y con mensajes de amenaza–, dice Franccesca.
Frente al memorial habían cámaras de seguridad que pertenecían a la zona del terminal de buses, pero nada de eso sirvió como evidencia para que la demanda que interpusieron se concretara.
Del Quito colonial al desierto antofagastino
Romario tenía siete años cuando llegó a Chile. Su madre, Mery Cortés (49), decidió emigrar de Ecuador porque estaba enamorada de su actual esposo, un joven chileno con el que se casó poco tiempo después de conocerlo. Romario y su hermano mayor, William, que en ese tiempo tenían seis y siete años, tuvieron que quedarse una temporada al cuidado de su tía en Quito, antes de poder instalarse definitivamente en Antofagasta con su mamá y padrastro.
A pesar del brusco cambio de la vegetación ecuatoriana al desierto chileno, Romario nunca extrañó su país natal. Amaba Chile y se sentía un antofagastino más.
–Estos dos malagradecidos no extrañaban nada Ecuador. Estaban de maravilla acá y yo también. La verdad es que siempre estuve bien en Chile, hasta el año pasado, por su puesto–, dice Mery.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Antofagasta está dentro de las tres comunas con mayor cantidad de extranjeros, con 60.232 inmigrantes. Las otras dos corresponden a Santiago con 220.881 personas e Independencia con 55.816.
Mery recuerda al padre de sus hijos, quien hasta el día de hoy vive en Ecuador, como un buen hombre. Sin embargo, la gran diferencia de edad terminó por separar sus caminos. Cada cierto tiempo, sus hijos lo visitaban o tenían conversaciones con él por teléfono, pero nunca crearon un lazo más profundo. Por el contrario, Erick Villalobos (42), pareja de Mery, tuvo un rol importante en la vida de Romario, tanto de afecto, como de crianza. A pesar de no ser su padre biológico, el joven siempre decía que sí lo era.
-Teníamos una relación muy linda. De repente era medio contestador, pero siempre me respetó mucho. Era mi partner, íbamos a todas juntos–, cuenta Erick.
Romario cursó la enseñanza básica en el North College y la media en el Liceo de Estudios Contables y Administrativos de Antofagasta. No tenía las mejores notas, pero era un buen alumno. Su particular personalidad comenzó a forjarse desde muy pequeño. Era amistoso y carismático, pero no se dejaba pasar a llevar. Por este motivo, su madre cree que, hasta el día de su muerte, nunca antes vivió un episodio de racismo. “Si me molestan, yo molesto de vuelta”, decía Romario. William, por otro lado, era bastante tímido y tuvo que soportar constantes insultos durante su niñez por su baja estatura y color de piel.
En su adolescencia, Romario comenzó a ser muy vanidoso. Se preocupaba excesivamente de su apariencia, le gustaba vestirse con ropa de marca y estar siempre bien presentable. “Decía que se vestía para las nenas”, recuerda Mery. Incluso el día de su muerte, antes de salir de casa, le preguntó a su mamá si lucía bien, a lo que ella respondió que se veía hermoso, igual que siempre.
–Mi hijo era alto y guapo. Él siempre supo que lo era, porque yo me encargué de decírselo todos los días de su vida. Si hubo alguien que no lo quisiera, realmente no sé por qué sería, porque todo el mundo lo adoraba––, cuenta Mery.
En todos los carretes Romario era el alma de la fiesta. Si él no estaba, no era lo mismo. Todas las celebraciones familiares terminaban con él y Kelly Cortez (38), su tía, bailando reggaetón o con un montón de sus amigos haciendo freestyle hasta la madrugada.
Erick recuerda una vez que Romario hizo la cimarra con sus amigos y no pudo encontrarlo en todo el día. Buscó en distintos lugares donde podría estar, pero no había señales de él. En la noche, Romario llegó muy tranquilo a su casa, lleno de arena y riendo, venía de la playa. Erick estaba tan preocupado, que al verlo se sacó un zapato y se lo tiró en la cabeza. “Así era Romario Veloz, un aventurero. Ese día estaba muy enojado y preocupado, hoy lo recuerdo con mucha alegría”, cuenta su papá.
Kelly también lo recuerda como un joven que disfrutaba la vida. Él fue su regalón desde pequeño, así que, no dudaba en consentirlo cada vez que quería algo. Romario siempre le pedía plata prestada, Kelly se la pasaba sabiendo que ese dinero era un regalo, porque él nunca lo devolvía. Cada vez que Romario veía a su tía le pedía su celular para llamar a alguna polola. Al rato, Kelly recibía llamadas de números desconocidos que preguntaban por Romario. Era, en buen chileno, un picaflor.
–Era tan encantador que nunca pude decirle que no cuando me pedía algo. El día que fuimos a retirar el cuerpo de la morgue lo miré y le dije “nunca me pagaste Romario”. Todos rieron y rompí un poco el hielo–, cuenta Kelly.
El sueño de ser padres
Romario y Franccesca Escudero (28) fueron vecinos durante años. Nunca se prestaron atención, hasta el 2012, fecha en la que comenzaron a salir y luego a pololear. Cuando llevaban cuatro meses juntos, decidieron que querían tener un hijo. Esto no estaba en los planes de Romario, pero cuando conoció a Franccesca todo cambió y ser padres se convirtió en un sueño para ambos.
La primera vez que Franccesca quedó embarazada perdió a su hijo. Fueron días de mucho dolor para la pareja, pero la noticia de un nuevo embarazo los ayudó a sanar esa herida. Sin embargo, tuvieron miedo de que ocurriera lo mismo que con el primero y durante meses vivieron asustados. Afortunadamente, todo salió bien y nació Maite Veloz.
–Empezamos a pololear al tiro y decidimos tener un hijo al tiro también. Antes no entendía por qué quisimos hacer todo tan rápido, hoy, que Romario ya no está, puedo entenderlo un poco mejor–, cuenta Franccesca.
A cuatro días de su nacimiento, Maite sufrió un paro cardiorespiratorio. Luego de algunos exámenes, la pareja se enteró que su hija tenía apnea del sueño. Este es un trastorno del sueño grave, en el que la respiración se detiene y vuelve a comenzar repetidamente. En el peor de los casos, la persona puede no volver a respirar.
Durante dos años Romario y Franccesca se turnaron para vigilar que Maite estuviese respirando mientras dormía. Rara vez lograban descansar todas las horas que necesitaban y el dormir se transformó en un trauma para ambos. Franccesca cuenta que es el recuerdo más bonito que tiene con Romario.
–Gracias al trabajo que hicimos en conjunto, nuestra hija está viva. Fueron días difíciles, pero es el recuerdo más hermoso que tengo de nosotros como familia. Mi hija está acá por ese esfuerzo de amor–, dice Franccesca.
La pareja y su hija vivieron en Antofagasta y en La Serena. Romario dejó sus estudios superiores para trabajar y dedicarse por completo a Maite. Partieron arrendando piezas pequeñas, ya que solo les alcanzaba para costear eso. Tiempo después, consiguieron una casa en Antofagasta, que estaba en malas condiciones. Romario, que ya tenía experiencia trabajando en construcción, armó toda la vivienda de nuevo y la transformó en un hogar para su familia.
El año pasado Romario se fue a La Serena para completar sus estudios. A pesar de estar lejos, continuaba presente en la vida de su hija. La iba a ver o a buscar cada vez que podía y la llamaba por teléfono constantemente. Todos lo recuerdan como un excelente papá, que amaba incondicionalmente a su princesa. Maite lo extraña cada día. Se encuentra en una etapa en la que se dio cuenta que Romario no volverá. Su personalidad cambió, ya no parece una niña feliz.
Franccesca no estaba pololeando con Romario cuando murió. Se habían separado hace un tiempo y estaban en el proceso de volver a intentarlo. Días antes de su muerte, se iban a juntar, pero las circunstancias no lo permitieron. Ella le dijo que no tenía de qué preocuparse, porque podían verse cualquier otro día. Franccesca siente que, a diferencia del resto de su familia, ella nunca tuvo una despedida con Romario.
–Yo veo a Romario todos los días, porque Maite es la fotocopia de él. Tienen la misma piel morena, los labios, el cuerpo, la manera de moverse. Mi hija lo extraña muchísimo. Incluso me ha dicho que no quiere seguir viviendo sin su papá. Ha sido difícil para todos––, dice Franccesca.
Maite es fanática de la música de su papá. Escucha sus canciones por YouTube todos los días, se las sabe de memoria. “Es una manera de recordarlo”, comenta Franccesca. Cuando Romario iba a competir a las batallas de freestyle, cada vez que podía llevaba a su hija. La vestía con una polera marca Jordan talla grande, zapatillas y gorro. A todos le llamaba la atención la pequeña que vestía como rapera y Romario se paseaba orgulloso con ella por todas partes.
–Maite y su papá tenían una relación muy bonita. Él lo daba todo por su hija y ella lo sabía, al menos me quedo tranquila con eso– relata Franccesca.
Las rimas de la calle
“Tengo el rap
Y tengo muy buenas palabras
De qué te sirve un chaleco
Cuando los disparos van a la cara”
(Rima de Romario en la Kuarta Maestría)
La llegada de Romario a Chile también significó sumergirse en el mundo del hip-hop y el freestyle. Hace siete años lanzó un videoclip junto a BNV y Dj Wachalote. El video, que tiene cerca de diez mil visitas, muestra los áridos paisajes de la Antofagasta que lo recibió y lo vio crecer.
Ya más adulto, cuando se quedaba sin pega, el rap era un instrumento de trabajo para poder costear algunas necesidades de su hija. No le avergonzaba ir a las ferias o rapear en las micros para poder juntar plata y cubrir los gastos que pudiese tener.
Su hermano, William (27), recuerda una de las batallas más icónicas que vio de Black Dement––como se hacía llamar Romario–- contra El Menor, el joven freestyler. Estaban en la fecha 15, en semifinales del campeonato de la Kuarta Maestría Battles en el año 2018, había sido una batalla muy pareja, los jueces habían pedido dos réplicas seguidas.
–Yo digo que fue la mejor de todas––, dice William “Tower”.
Romario logró vencer a El Menor, pero perdió en la final contra J Montero.
La justicia tarda y no llega
Romario iba a marchar por una hora y volvía, o eso le dijo a su madre, Mery. Salió a luchar por un futuro mejor para su hija, porque sabía que vivía en un país injusto. Se juntó con sus compañeros del instituto ese domingo 20 de octubre, en un ambiente que ya venía bastante conmocionado desde hace un par de días. Eran cerca de las 18:00 cuando el clima se empezó a poner un poco más tenso en la Panamericana Norte. La presencia de militares se hizo notar aún más cuando las personas iban acercándose a la altura del Mall Plaza La Serena.
Alrededor de veinticinco militares se ubicaron en la línea de tiro y comenzaron a disparar. Hubo tres caídos en esa movilización; dos chilenos que hasta el día de hoy mantienen secuelas por las heridas de bala y, un tercero, el joven quiteño, Romario Veloz.
–Él no estaba saqueando. De hecho, iba con las manos en los bolsillos cuando le dispararon, hay videos. No entiendo por qué aún no hacen nada–, dice Mery.
En la marcha había funcionarios del área de la salud que lo asistieron e hicieron lo posible por salvarle la vida. Se llevaron a Romario en una camioneta al Hospital San Juan de Dios de La Serena, donde falleció a las 19:02 hrs. Su causa de muerte indica una “herida por arma de fuego cervicotorácica con salida de proyectil”.
En tres días ––del 22 al 25 de octubre–– el Instituto Nacional de Derechos Humanos recibió trece denuncias en contra de Carabineros y Militares en la región de Coquimbo. Las causas fueron apremios ilegítimos, violencia con tortura sexual, homicidio frustado y dos consumados. Las víctimas iban desde los 14 a los 42 años.
El cuerpo de Romario fue velado en La Serena unos días y luego fue trasladado a la ciudad de Antofagasta. Allá el joven tenía a sus seres queridos, a sus amigos, a quienes consideraba su familia. Sin embargo, su pareja Franccesca y su hija Maite se quedaron en La Serena con Mery, haciendo lo posible para que la justicia actúe y se encuentre a los responsables de la muerte de Romario.
El camino ha sido bastante difícil. Al día siguiente del asesinato de Romario, el 21 de octubre, mismo día que hubo una segunda víctima fatal, el general de Ejército y Fuerzas Armadas de la Cuarta Zona, Jorge Morales, habló con los medios de comunicación para referirse a la situación. “Son hechos circunstanciales en enfrentamientos con grupos violentistas, eso hay que dejarlo en claro. Nadie quiere que se muera nadie”.
Pero el día 24 de agosto, el Teniente Coronel Luis Sagaz, del regimiento Nº21 de Coquimbo, respondía a una solicitud por Ley de Transparencia, hecha por la abogada de la familia Veloz, Adriana Rojas, que debido a que los hechos habían ocurrido bajo Estado de Excepción Constitucional y fuera del recinto militar, ellos no podían iniciar un sumario administrativo y que se regirán por la arista penal que determine el Ministerio Público.
La familia de Romario ha cambiado su vida para seguir buscando a los culpables del asesinato. Mery, quien además es presidenta de la Organización de Colectividades Extranjeras y Chilenas, región de Coquimbo y presidenta de la Colonia Ecuatoriana, se dedica a entregar cajas de alimentos a campamentos o a cualquiera que lo necesite. Siempre ha hecho estos actos de caridad porque cree que es necesario ayudar a los más necesitados, pero hoy espera que la vida le devuelva el favor con justicia para su hijo.
–Yo tengo claro que estoy luchando con un ente del Estado muy poderoso. Esta pelea es como un perrito contra un oso. Probablemente el asesino nunca pague, pero mi alma va a descansar cuando sepa su nombre––, dice Mery.
Desde el asesinato de Romario, Mery ha concentrado todas sus fuerzas en encontrar al culpable. En distintas instancias, junto al equipo de abogados querellantes, intervino en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados y del Senado. Con un desgarrador relato, les pidió a los parlamentarios que la ayudaran en su camino de búsqueda de justicia para Romario. En dos ocasiones, fueron invitados a participar; el ministro de Defensa, Mario Desbordes, y el comandante en jefe del Ejército, general Ricardo Martínez, pero ninguno asistió. Finalmente, el día que Mery hizo su intervención, se presentó Mario Desbordes, y en remplazo del general Martínez, el general subdirector de Carabineros de Chile, general inspector Diego Olate Pinares. Ambos respondieron lo mismo: “se regirán por la investigación del Ministerio Público”.
En esta búsqueda Mery ha tenido que soportar episodios de racismo. Hace unos meses, la madre de Romario salió de su casa a comprar insumos básicos. En el trayecto, se le acercó un grupo de militares para pedirle el salvoconducto que debía traer por la cuarentena obligatoria de su comuna.
–Yo no tenía problema con mostrarles mi salvoconducto, pero les dije que solo lo haría si decían “justicia para Romario Veloz”–, cuenta Mery.
Luego de varios minutos, los militares accedieron a decir las palabras. Sin embargo, uno de ellos, que estaba lejos y se percató de la situación, le dijo “vaya a pedir justicia a su país”. Ella le respondió: “no entiendo lo que dice señor, porque a mi hijo lo mataron en Chile, no en Ecuador”.
El miércoles pasado, Mery fue a protestar frente al Palacio de La Moneda, donde se encontró con otras víctimas de la violencia policial durante el estallido social, que le mostraron su apoyo. Escoltada por distintas organizaciones de derechos humanos y afrodescendientes, con el pecho descubierto y un mensaje pintado en su espalda que decía “Justicia x Romario”, le exigió al presidente, Sebastián Piñera, que se investigue quién es el culpable de la muerte de su hijo.
[caption id="attachment_408158" align="alignnone" width="828"] **Foto del memorial de Romario.[/caption]
El Juzgado de Garantía de La Serena dio a conocer esta semana la fecha de formalización del capitán José Faúndez Sepúlveda, el cual es acusado de cometer los delitos de homicidio simple en calidad de autor y en grado de consumado y el delito violencia innecesaria con resultado de lesiones graves.
El capitán Faúndez estaba a cargo del operativo militar que terminó por asesinar a Romario y, que además, dejó a dos heridos de gravedad; César Veliz y Rolando Robledo. Sin embargo, el capitán sigue ejerciendo sus funciones dentro del Ejército. El día 28 de octubre a las 8:30 hrs será su formalización de manera telemática.
* Las fotografías de esta publicación fueron cedidas y autorizadas por la familia de Romario Veloz.
** Este memorial fue instalado el día viernes 9 de octubre, por el escultor Daniel Palomino, en la plaza de La Serena donde fue asesinado Romario Veloz. Fue elaborado y cedido en honor a su memoria.
*** Esta crónica fue realizada por alumnas de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado y forma parte de Proyecto AMA, Archivo de Memoria Audiovisual.