Chile: cinco datos sobre la conservación del Rayadito de isla Selkirk
Este reportaje original del medio de noticias ambientales Mongabay Latam fue escrito por Barinia Montoya y es parte de una alianza con Bienes Comunes de El Desconcierto.
La labor de científicos y conservacionistas requiere más que ciencia. Se necesita esfuerzo físico para llegar a lugares recónditos, técnicas de escalada y paciencia con el clima. Una serie de acciones que fueron puestas en práctica por un grupo de científicos en la isla Selkirk, en Chile, para estudiar y monitorear al Rayadito de isla Selkirk (Aphrastura masafuerae), un ave pequeña en peligro de extinción.
En la década de 1980 se pensó que esta ave, también conocida como Rayadito de Más Afuera, podía haberse extinguido, debido a la pérdida de su hábitat como consecuencia de la expansión de áreas de pastoreo para el ganado en los bosques nativos donde anidaban. Pero logró sobrevivir.
En el año 2006, la organización Oikonos de Chile inició un proyecto de conservación mediante la instalación de cajas de anidación en la isla Alejandro Selkirk, hábitat de esta especie, que se ubica a unos 165 kilómetros al oeste de las otras dos islas que componen el archipiélago Juan Fernández.
Debido a que esta isla se encuentra alejada del continente, se requiere cierta logística y esfuerzo para llegar a las zonas de anidamiento del ave. Para ello, se debe viajar desde la isla Robinson Crusoe por lo menos 12 horas. El tiempo depende de las condiciones climáticas. Una vez en la isla, se debe escalar cerros escarpados para alcanzar los lugares donde esta ave pone sus huevos.
No se tiene certeza del origen de esta ave, pero los expertos piensan que llegó a la isla desde el continente o desde otras islas. El recuento de la población tampoco es preciso. La ONG Oikonos calcula en 500 la cantidad de individuos; mientras que Island Conservation (IC) señala que en el año 2015 había 1227 rayaditos.
1.Pérdida del hábitat
El Rayadito de isla Selkirk utiliza una cavidad natural en un árbol, quizá espacios de ramas caídas, para hacer sus nidos, sin embargo, debido a que la isla tiene una geografía joven, no ha sido fácil para esta especie encontrar lugares donde instalar sus nidos. A ello se suma la pérdida de su hábitat debido a la creación de áreas de pastoreo para el ganado.
Rayadito de isla Selkirk en una montaña de la isla. Foto: Paola González / ONG Oikonos.
Las especies exóticas invasoras —como gatos asilvestrados y ratas— llevadas a la isla en barcos también son una amenaza para la pequeña ave. Los roedores se alimentan de sus polluelos o sus huevos, así como de brotes o semillas, de tal forma que impiden el crecimiento de plantaciones naturales en el ecosistema.
“Al saber que la isla había sufrido una pérdida significativa de bosque nativo, pensamos que la disponibilidad de sitios de nidificación podía ser un factor limitante para la población del rayadito”, señala Peter Hodum, director de la ONG Oikonos en Chile, quien en el 2006 inició el proyecto de instalación de cajas nidos.
Se acondicionaron 81 cajas de anidación en el sector norte y sur de la isla con el fin de aumentar la disponibilidad de lugares para las crías. Sin embargo, esta iniciativa no prosperó debido a que el diseño de las cajas nido no fue idóneo para la especie. Además, las casitas permanecieron sin monitoreo durante seis años debido a la falta de recursos y por la dificultad que supone llegar a la isla.
2. Innovación en la conservación
La experiencia inicial proporcionó nuevas bases que fueron de gran utilidad en el segundo intento del año 2013. Los científicos descubrieron que los rayaditos de Más Afuera no anidaron en las cajas de madera debido a que estas fueron destruidas por la humedad o terminaron carcomidas por animales.
Dos huevos en casa artificial de PVC en el mes de octubre de 2019. Foto: Paola González / ONG Oikonos.
En esta segunda etapa se construyeron 81 nuevas casas de anidación, pero de otro material. Se hicieron con plástico PVC para prevenir los problemas anteriores.
Otra novedad fue la instalación de song meters o grabadores de audio diseñados especialmente para registrar los sonidos de la vida silvestre. Según los investigadores, al rayadito es más fácil oírlo que verlo, por tanto, los sensores acústicos fueron utilizados para estimar la población del ave.
Sara de Rodt, integrante de Island Conservation (IC) y una de las encargadas de la instalación de estos aparatos, señala que los grabadores de audio se instalaron en distintos sectores de la isla para determinar qué zonas utiliza con mayor frecuencia el ave y así trasladar las casitas.
“Había que llegar a lo más alto de la cumbre de los cerros, entre ellos el Cerro de los Inocentes —a 1650 metros sobre el nivel del mar— que es el punto más alto de todo el archipiélago Juan Fernández”, dice de Rodt.
3. El uso de la tecnología
Paola González, coordinadora del monitoreo, recuerda que en febrero de 2015 hubo un gran hallazgo cuando encontraron un nido en la cavidad de un canelo de Juan Fernández (Drimys confertifolia), árbol endémico de Selkirk, con dos polluelos. Sin embargo, también dijo que los resultados generales no cumplieron con las expectativas del proyecto ya que las aves no anidaban en las casitas de PVC por ser de un material muy frío.
Cajas nido de bambú como parte del proyecto de conservación del Rayadito de isla Selkirk. Foto: Paola González / ONG Oikonos.
Se decidió probar nuevas casitas hechas con el mismo diseño pero de bambú, las que fueron un éxito al ser más cálidas. “Colocamos 10 casitas al costado de las de PVC y a la semana siguiente vimos que existía excremento de rayadito, un indicio de que las aves las estaban probando”, cuenta Héctor Gutiérrez, coordinador de proyectos en el archipiélago de la ONG Oikonos.
En 2017, a sugerencia de un investigador que trabaja con el rayadito del continente (Aphrastura spinicauda), probaron modificar el diseño de los refugios. La nueva idea de una cavidad vertical era la pieza que faltaba en el rompecabezas, pues los rayaditos por fin empezaron a nidificar, después de cuatro años de haber sido instaladas las primeras cajas nido. “Encontramos seis nidos en esa temporada. Este es un número alto para una especie tan amenazada como el rayadito”, asegura Gutiérrez.
En el año 2019, tras un largo camino de prueba y error, se registraron 15 nidos de los cuales 10 estaban activos y siete tuvieron nidificación exitosa. Paola González, señala que en lo que va de este año, el monitoreo de 47 casas nido ha registrado ocho parejas y se han encontrado dos cajas de PVC con tres huevos cada una.
La coordinadora del programa agrega que el actual monitoreo arrojó otros hechos inéditos como la segunda nidificación en una misma casa de bambú y que los rayaditos reutilizan el mismo material del nido anterior. La experiencia también ha servido para conocer otros aspectos de la organización del rayadito, pues se ha identificado que ambos padres alimentan a las crías y limpian el nido.
4. El trabajo en la pandemia
La pandemia por el coronavirus también ha causado impacto en lugares remotos como el archipiélago Juan Fernández. Paola González llegó a la isla en octubre de 2019 para realizar el monitoreo anual de la reproducción del rayadito de isla Selkirk. Aunque debió retornar a Robinson Crusoe en febrero de 2020, las medidas impuestas por las autoridades sanitarias para evitar los contagios del COVID-19, la han obligado a permanecer en la isla.
Paola González, coordinadora del monitoreo del Rayadito de isla Selkirk. Foto: ONG Oikonos.
La tarea de González consiste en observar, registrar y monitorear las casitas anidadoras instaladas en bosques nativos en los cerros de la isla. Estas excursiones las realizaba dos veces al mes, pero debido a su permanencia en la isla por el coronavirus, podría aumentar la frecuencia.
Si bien, la presencia del virus ha logrado que la investigación se extienda más de lo que se tenía planificado, otros trabajos de conservación se han tenido que reprogramar. Entre esas acciones está erradicar los roedores invasores.
5. El gobierno y la comunidad local
La conservación de esta pequeña ave no depende solo de la investigación de científicos y expertos. También involucra a la comunidad y al gobierno central.
Provisiones llegan a la isla Selkirk para abastecer a las personas que no han podido regresar a sus casas en medio de la pandemia. Foto: Paola González / ONG Oikonos.
La comunidad local del archipiélago ha comprendido que tiene un papel fundamental dentro del ecosistema de la zona, por lo que realiza una serie de acciones que ayudan y benefician en la conservación del ave. Se construyó una barrera de bioseguridad que impide el paso de los gatos a los lugares de anidamiento y se revisa la carga que proviene del continente para asegurar que no se ingresen semillas o especies invasoras.
El Ministerio del Medio Ambiente de Chile también se ha unido en las acciones para ayudar en la conservación. En 2019 puso en marcha el plan Recoge que busca ser una herramienta de gestión para mejorar especies amenazadas o que están en peligro crítico de extinción.
El plan tiene una versión adaptada para el archipiélago Juan Fernández con el objetivo de mejorar el estado de seis aves endémicas. Sin embargo, la llegada del COVID-19 a Chile ha ocasionado que se postergue y suspendan algunas reuniones y Recoge tendrá que extenderse hasta finales de 2022, señala Paulina Stowhas, encargada del plan en la zona.
* Puedes revisar la publicación original de este reportaje y más material audiovisual en el siguiente link.
https://www.eldesconcierto.cl/2020/09/05/chile-que-esta-en-juego-en-el-salar-de-atacama/