UDI, Lavín y el negocio AFP
La prensa informa estos días que Chile Vamos “golpeó la mesa”: la UDI, con Lavín a la cabeza, ha exigido a Piñera que se resuelva ahora la reforma al sistema de pensiones, por cierto, sin esperar la opinión de la gente en el proceso constituyente. ¿Qué proponen?
- Proponen subir las pensiones reorganizando el Pilar Solidario, que ayuda hoy al 60% de la población, e incorporar a la clase media a sus beneficios, estableciendo una Pensión Básica Garantizada, como piso mínimo pero exiguo para todos los jubilados de Chile. Financiado esto, por supuesto, no con las platas de las AFP sino con cargo a nuestros impuestos. Hay unos más astutos que plantean que el dinero para aumentar las pensiones provenga de aumentar el IVA; es decir, que lo paguen los más pobres, que son los más afectados en sus ingresos por este regresivo impuesto.
- Proponen también que se aumente del 10% al 16% el ahorro forzoso que recaudan las AFP. Es decir, que crezcan los ingresos de las AFP en U$ 6.000.000.000 más: de U$ 10.000.000.000 a U$ 16.000.000.000 anuales. Como no proponen cambios en los procedimientos actuales, vamos a suponer que a largo plazo los ahora jóvenes podrán mejorar sus pensiones en la proporción correspondiente; es decir, subir lo que pagarán las AFP y compañías de seguro como futura pensión, en promedio, de $ 150.000 mensuales a $ 240.000 mensuales (antes de aporte estatal). El resultado es evidente: siguen pensiones de miseria y el monto para repartir entre utilidades de las AFP, el sistema financiero y las grandes empresas aumenta en U$ 4.000.000.000 que, sumados a los U$ 7.000.000.000 actuales, quedarán con un mayor botín de U$ 11.000.000.000 (¡once mil millones de dólares!) de acumulación, cada año.
- Agregan otras medidas parches de poca relevancia, tales como que la gente siga trabajando –y se olvide de disfrutar su “tiempo de júbilo”– como mecanismo para mejorar la pensión. Obvio, si sigo trabajando “arrastrando los pies” y me jubilo a los 80 años mi plata se reparte en los pocos años de vida posteriores y el saldo va a herencia, salvo que haya cometido la estupidez de pensionarse por una compañía de seguros (las principales son propiedad de militantes UDI).
Es preciso volver a insistir: el negocio de las AFP es un fraude. A pesar que se dice que es un sistema previsional, no es esa su intención: no está pensado para generar buenas pensiones; su propósito declarado (ver actas de la Junta Militar) es usar los ahorros de los trabajadores para apalancar el negocio de las grandes empresas y del sistema financiero, a la vez que generar suculentas rentas a los propietarios de la AFP. Las matemáticas no mienten, ni admiten malabarismos lingüísticos. Veamos los hechos.
Las AFP recaudan al año U$ 10.000.000.000 (diez mil millones de dólares), cobran promedio 13% de comisión de tales ingresos por administrar los fondos: U$ 1.300.000.000 (mil trescientos millones de dólares).
El total de pensiones pagadas por el sistema “ponzi” –llamado AFP– es de U$ 3.000.000.000 (tres mil millones de dólares) al año. “Ponzi”, porque por los próximos 80 años cancelarán pensiones con los ingresos corrientes de las cotizaciones mensuales. Capturan U$ 7.000.000.000 (siete mil millones de dólares) cada año, que van a apalancar los negocios de las grandes empresas y el sistema financiero. Jamás los usarán para cancelar pensiones: sólo para los grandes negocios- A la fecha, con este sistema, han acumulado cerca de U$ 200.000.000.000 (doscientos mil millones de dólares).
Cada año, el sistema AFP sólo aporta el 40% para pagar las pensiones en Chile; el Estado aporta el 60%, es decir, U$ 4.500.000.000 (cuatro mil quinientos millones de dólares), divididos en pagos de pensiones a Fuerzas Armadas (U$ 2.500.000.000) y aporte a pensiones solidarias (U$ 2.000.000.000). El 60% estatal proviene de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, especialmente del IVA.
La nueva propuesta de la derecha sobre las pensiones se fundamenta básicamente en el engaño. Uno es el argumento demográfico: que la población pasiva va a superar a la activa, lo que las matemáticas desmienten. Hoy, hay un 62% de personas en edad de trabajar y un 38% dependiente (niños y viejos) y se proyecta en un 56% versus 44% hacia el año 2050, con estabilidad futura. Cabe destacar que la población total de Chile está alcanzando la “meseta” demográfica en 2050, llegando a 22 millones totales, incluida la migración. Un cálculo estanco –que no considere el aumento inercial de la productividad de los trabajadores activos, ni tampoco elevar la contribución de los más ricos al fondo de pensiones (hoy los parlamentarios y los ministros aportan tan sólo con el 3% de sus salarios y con la reforma propuesta subirán al 5% versus el 16% de la gente de a pie)– muestra que un sistema previsional como existe en todos los países civilizados es perfectamente sostenible en el largo plazo, incluso duplicando desde hoy las pensiones.
En efecto, si hoy 100 personas financian a 61 personas dependientes, el año 2050 100 personas van a financiar a 78 personas dependientes (un 28% de mayor gasto). Si tomamos el total actual de ahorro forzado que va a las AFP y le sumamos el 6% adicional de cotización que se propone, resulta una recaudación de U$ 16.000.000.000 anuales. Dupliquemos de inmediato todas las pensiones que pagan las AFP y compañías de seguro y proyectemos el alza de la mediana de población dependiente, entonces el desembolso anual promedio será de U$ 8.000.000.000, “sobrando” aun U$ 8.000.000.000. Además, se puede cancelar con dinero de las AFP las pensiones solidarias (o la parte suplementaria de ellas) que hoy se pagan con el IVA/impuestos generales, y aun así quedaría un ahorro invertido para engrosar las cuentas individuales nocionales de U$ 6.000.000.000 cada año. Por tanto, queda demostrado que la contribución de activos y pasivos garantiza sostenibilidad autónoma de un real sistema previsional, y con pensiones dignas, para todo este siglo.
Un segundo argumento para no instaurar un real sistema previsional es que el ahorro forzado de los trabajadores es indispensable para apalancar las empresas grandes y el sistema financiero, para que funcione bien la economía. Este es el mismo argumento que se usó por décadas para capturar el 10% de las ventas de Codelco y, por ley, destinarlas a las Fuerzas Armadas. Esa ley caducó, y es lógico. Si las FFAA necesitan recursos, se debate en un presupuesto plurianual y se les asigna desde los fondos generales que el fisco recauda en impuestos. Pues bien, transparentemos la situación: si las grandes empresas y el sistema financiero necesitan recursos fiscales para su desarrollo, se discute en el presupuesto anual y se les asigna, con garantía de compartir beneficios.
Aterrizando la verdad de los hechos, cada pensionado puede constatar, en su propia experiencia el fracaso del sistema AFP. En mi caso, a los 65 años, la AFP Cuprum me ofreció una pensión de 13,25 UF mensuales, quedando con cero ahorro al final. Resulta que con la plata que tenía acumulada en mi cuenta, me compraba un departamento, lo arrendaba en 15 UF al mes y además el capital quedaba intacto, incluso aumentando con la plusvalía de la vivienda. Cuando los privados con lucro administran dineros públicos siempre hay desfalco y fraude. Hay que prohibir que los mercaderes participen en la gestión de los derechos sociales.
Cuando tenga que elegir a los constituyentes o en las próximas elecciones de las autoridades políticas, pregúntese cuál es la postura de los candidatos respecto de las AFP. Eso les dará luces para discernir si acaso su postura socialdemócrata, socialcristiana o liberal progre o de izquierda es real o es sólo una mascarada para encubrir su verdadero rostro de extremista neoliberal, que se colude con la codicia de la élite empresarial, que ha campeado en Chile en los últimos 40 años, responsable de las escandalosas condiciones de desigualdad que vive el pueblo. Ni un peso más a las AFP y superarlas para mejorar sustantivamente las pensiones, será la principal demostración de una real voluntad de cambiar Chile: poner fin a los abusos y las injusticias sociales y avanzar hacia una sociedad civilizada, moderna y equitativa.