Opinión | Violencia es que Piñera todavía no firme el Acuerdo de Escazú
Como Fridays For Future Chile, estamos cansados de la inacción del gobierno. Estamos hartos de las constantes vulneraciones a los derechos humanos. Estamos molestos por la interminable explotación al planeta y sus especies, producto del insostenible modelo que promete “crecimiento económico y bienestar”.
Por eso alzamos nuestras voces con todas las fuerzas que tenemos. No obstante, aun así continúan existiendo enormes injusticias en nuestro país, sobre todo en el ámbito social y ambiental.
Ya no queremos falsas promesas, ni mentiras sobre supuestas soluciones. Solamente pedimos ser escuchados, y que el pueblo sea tomado en cuenta. No basta con un simple discurso político, pues buscamos acciones concretas que permitan un cambio, como lo sería la firma y ratificación del Acuerdo de Escazú.
Realmente no entendemos la postura negativa de las autoridades. ¿Cómo se atreven a hablar de justicia, protección del medio ambiente y derechos humanos, si todavía se niegan a firmar este importante tratado? Porque Escazú es mucho más que un documento elaborado por países de Latinoamérica y el Caribe.
En efecto, tras cada una de sus palabras existe una causa mucho más poderosa de lo que nos pudiéramos imaginar. De hecho, si lográramos que Chile lo implemente, daríamos el primer paso para asegurar el acceso a la información, a la justicia, y a la participación en materias ambientales.
Además de eso, resguardar los derechos y garantizar la defensa de todas las personas que luchan por el planeta y sus especies, y por una mejor sociedad.
Suena increíble pensar que el presidente Sebastián Piñera sólo deba marcar algunas hojas de papel para que el gobierno de Chile se comprometa a entregar herramientas que puedan mejorar la calidad de vida de los más de 350 mil chilenos y chilenas que viven sin tener acceso a agua potable.
Así como también a quienes deben soportar el constante sufrimiento que significa habitar en una Zona de Sacrificio, lugar donde miles de personas se intoxican día a día por las horribles condiciones de contaminación atmosférica.
Y no tan sólo eso, ya que la implementación de este tratado traería enormes beneficios para toda la población, permitiéndole tener una entrada sencilla y accesible a la información, la cual muchas veces nos es confiscada, o es muy difícil de comprender por estar en un lenguaje muy técnico o específico.
Sin embargo, ¿Cómo podríamos apreciar lo que conlleva esto en nuestras vidas? Resulta que si existiera un proyecto industrial (por decir un ejemplo) que pudiera ejercer efectos perjudiciales en el ambiente y en la comunidad, tendríamos el derecho a saberlo.
Eso nos haría capaces de manifestarnos, y de tal modo ejercer nuestra democracia en libertad, sin estar con el miedo de ser reprimidos o con la angustia de que nuestras demandas no sean tomadas en cuenta.
Por otro lado, necesitamos con urgencia a Escazú por Macarena Valdés, por Alejandro Castro, por Alex Muñoz, por Nicolasa Quintremán, por Marcelo Vega, por Juan Pablo Jiménez, y por el enorme número de activistas que han sido asesinados de manera tremendamente injusta.
¿Cómo es posible que le quiten la vida a una persona por defender la Tierra y a quienes la habitan? ¿Por qué no existe nada que pueda proteger y resguardar sus derechos? No lo sabemos, pero sí tenemos certeza de que este tratado debe ser implementado por todas esas personas que dieron su vida luchando por un mundo mejor, y por todas las que merecen tener la seguridad de que no morirán por alzar sus voces contra todo lo que nos destruye.
Se han dado diversos argumentos de parte de las autoridades con respecto a su negativa para adherirse al acuerdo. Sin embargo, como suele pasar, son todas falsas.
De partida dicen que Chile ya contiene en su legislación todos los planteamientos presentes en el documento, pero en nuestras leyes no existe nada que defienda la vida de los activistas ambientales. También temen que naciones sin mar, como Bolivia, puedan solicitarnos costa.
No obstante, eso no es más que una excusa para no firmar, pues la cooperación entre naciones que se establece en el acuerdo es específica, y se daría exclusivamente en la implementación del Acuerdo de Escazú, pero no así para otra finalidad.
Además, esta colaboración se establece entre todas las partes involucradas, comprometiendo a más de veinte países, por lo que sería casi imposible que se prestara para una situación tan particular como esa.
Por último, el gobierno mencionó que este tratado nos restaría soberanía nacional sobre sus bienes naturales, lo cual es totalmente erróneo, debido a que el Acuerdo de Escazú establece en el artículo 3.i: El principio de soberanía permanente de los Estados sobre sus recursos naturales.
En ese sentido, recalcamos la gran cantidad de veces que hemos oído a distintos dirigentes hablar sobre violencia. Sin embargo, jamás mencionan la violencia que el mismo Estado permite.
Pues violento es que las industrias sean la causa de la pésima calidad de vida de quienes habitan en Quintero y Puchuncaví; violento es que exista agua para regar paltos, pero no para el subsistir de las personas; violento es que el pueblo no sea tomado en cuenta y no pueda tener acceso a toda la información que le compete; violento es que nos asesinen por defender el planeta; y violento es que nuestro propio presidente todavía no firme el Acuerdo de Escazú.
https://www.eldesconcierto.cl/2020/09/18/gobierno-sincera-argumentos-para-no-adherir-escazu/