Personal de la salud: ya no podemos ser pacientes
“Menos aplausos, más reconocimientos”. Este es sólo uno de los cánticos que los/as técnicos/as de enfermería de nivel superior (TENS) gritaron en la marcha el pasado sábado 5 de septiembre en las inmediaciones de Plaza Dignidad antes de ser dispersados por carabineros, quienes actuaron de esa manera argumentando que la manifestación se hizo en una comuna que -por estar en fase de “transición”- tiene cuarentena los fines de semana. Por su parte, diferentes gremios del sector salud acusaron una fuerte represión que acabó con ocho personas detenidas. Un uso excesivo de la fuerza policial para disolver cualquier manifestación, por la razón que sea, es inaceptable. Es fundamental que la respuesta estatal a las protestas no sea solamente la represión, sino entender las demandas por las cuales se manifiestan y en este caso se tienen razones de sobra.
A las condiciones precarias que denuncian los/as TENS, tal como lo ha alertado Amnistía Internacional en su reciente informe “Ya no podemos ser pacientes. Por tu derecho a la salud y de quienes nos cuidan”, se suma la situación de desprotección del personal de salud que actualmente sigue en la primera línea contra la pandemia, quienes han tenido que trabajar, por ejemplo, en condiciones inseguras con equipos de protección insuficientes, bajo hostigamiento por denunciar determinadas prácticas y con un nivel de estrés muy alto que se acrecentó en momentos de colapso de ciertos hospitales.
Habría que mencionar también que el personal de salud cuenta con más de 20 mil personas contagiadas por Covid-19 y al menos 27 fallecimientos en Chile. Cabe destacar que no existen cifras oficiales al respecto, por lo que el número de muertes está siendo monitoreado básicamente por los mismos gremios de salud y los medios de comunicación. Según Amnistía Internacional, en el mundo han muerto al menos 7.000 profesionales de la salud tras contraer el virus y sólo en las Américas ascendería a más de 2.500.
Los aplausos como reconocimiento a los trabajadores/as de la salud no son suficientes para paliar el complejo escenario que han tenido que enfrentar y, más aún, bajo condiciones laborales muy lamentables, como muchos de ellos/as han denunciado. No hay dudas de que el personal sanitario está agotado física y emocionalmente. Así lo relató Carlos Schulmeyer, dirigente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (Fenats Unitaria) del Hospital de Melipilla: “Nuestros funcionarios están absolutamente desgastados con turnos de 24, 36 e incluso 48 horas. Esto porque no había profesionales suficientes, puesto que caían compañeros contagiados. Además, por principio del deber funcionario establecido estatutariamente, debemos seguir atendiendo con todo lo que ello supone''.
Durante la investigación de Amnistía Internacional conversamos con más de una veintena de trabajadores/as tanto del sistema público como privado, quienes dieron testimonio sobre cómo han tenido que sobrellevar su trabajo en el contexto de la pandemia. Ninguna persona, salvo quienes tenían roles de dirigentes en sus gremios, quiso dar su nombre por temor a represalias. Así, muchos están en una situación de vulnerabilidad y con miedo, ¿hasta cuándo? Es responsabilidad de las autoridades proteger los derechos de sus trabajadores/as y asegurar condiciones laborales justas, más aún cuando debido a esta contingencia están arriesgando mucho para proteger la salud de todos/as nosotros/as.
Son bastantes los testimonios que describen situaciones terribles acontecidas en los hospitales tanto para los pacientes como para quienes trabajan allí, esto principalmente en momentos peak. Un reciente estudio de Confedeprus sobre desgaste o burnout y riesgos sicosociales en el personal de salud, evidencia, entre otros puntos, que un 66% tiene algún grado de afectación en su estado de salud mental y además siente que no hay preocupación institucional por ello. Margarita Araya, sicóloga, vicepresidenta de Confedeprus y líder de este proyecto, relata la gran frustración a la que se ven sometidas: “Nos ponen como los superhéroes del momento. Entonces, ¿quién quisiera renunciar a ese título y decir ‘no puedo, me siento mal’? Hay una carga social y política altísima; nos han traspasado a los trabajadores la responsabilidad de resolver la pandemia sin los recursos necesarios y eso genera una sensación de frustración permanente”.
La respuesta a la pandemia ha sido protagonizada y puesta sobre los hombros de cada una de las personas que tejen la gran red de trabajo de la salud pública: médicos/as, enfermeros/as, tecnólogos/as, sicólogos/as, kinesiólogos/as, personal administrativo, auxiliares de aseo, etc., incluso a costa de su propio bienestar, de su propia salud física y mental. Claramente los ventiladores y las camas no lo son todo.
¿Cómo no va a ser comprensible que salgan a la calle a hacer visible esto? La marcha de los/as TENS no ha sido la única en este periodo. Recordemos las movilizaciones de los hospitales de Antofagasta, San José y El Pino. Lo que hemos visto muestra falencias que se dieron producto de la pandemia, pero también deficiencias estructurales en el sistema público de salud. Si no es ahora, ¿cuándo? En lo inmediato, es necesario que las autoridades tomen medidas concretas para proteger a estos/as trabajadores/as, considerando, entre otros puntos, aspectos relacionados con el bienestar, descanso y salud mental. Por cierto, es necesario también tener en cuenta la relevancia de hacer cambios estructurales que permitan fortalecer el sistema de salud y garantizar verdaderamente el derecho a la salud de todas las personas. Una nueva Constitución que vaya en esta dirección es vital.
Cuando el virus sigue presente y nuevos peak son probables, manifestamos la relevancia de que el personal de salud sea considerado una alianza clave para abordar los enormes desafíos que nos sigue presentando el Covid-19. Hacer todos los esfuerzos para responder a sus requerimientos y garantizar un entorno propicio para que ejerzan sus labores, es una urgencia que debe ser atendida.