Representante de Unicef Chile:

Representante de Unicef Chile: "Hay que hacerse cargo del temor de las familias porque hoy nadie puede garantizar que un niño no se va a contagiar"

Por: Meritxell Freixas | 07.09.2020
En pleno debate por el retorno a la presencialidad en los colegios, El Desconcierto entrevista a la psicóloga y oficial de Educación de Unicef Chile, Francisca Morales, para profundizar sobre la complejidad del proceso de vuelta a las aulas y la dualidad que representa poner sobre el tapete los miedos de las familias, por un lado, y la necesidad de devolver a los niños, niñas y adolescentes su derecho a una educación integral, por el otro.

Hace casi seis meses, desde el 15 de marzo, que más de 3,5 millones de niños, niñas y adolescentes (NNA) dejaron de asistir a clases presenciales. La pandemia obligó a cerrar las escuelas y traspasar a la virtualidad el proceso de enseñanza-aprendizaje. No quedó otra que asumir los costos que este cambio representa para un alumnado que desde octubre del año pasado ha visto interrumpido el curso normal de su proceso formativo.

Ahora, con el plan de desconfinamiento implementado –con avances y retrocesos– el debate sobre el retorno a la presencialidad y la apertura de los colegios es tema de polémica no solo en Chile, también en muchos países del mundo. El coronavirus ha dejado profesores exhaustos y familias temerosas de llevar a sus hijos e hijas a los colegios. El miedo al contagio existe y la decisión de cómo y cuándo reabrir las escuelas es motivo de controversia, a menudo sin puntos de encuentro ni matices.

En pleno proceso de discusión, El Desconcierto ha conversado con la psicóloga y oficial de Educación de Unicef Chile, Francisca Morales, para abordar las principales dificultades del proceso que familias, estudiantes, docentes y autoridades tendrán que abordar para retomar la educación presencial y devolver a la escuela su imprescindible rol socializador.

-¿Qué debilidades del sistema educativo ha puesto de manifiesto la pandemia?

-La pandemia está poniendo a prueba la resiliencia del sistema educativo de una manera que no tenemos registro histórico. No solo significa poder sobrevivir a esta crisis, sino también ver la oportunidad de salir fortalecido. Hasta ahora, la preocupación que hay tiene que ver con el daño que está causando en mucho niños, niñas y adolescentes (NNA) el estar alejados de la sala de clase, sin acceso a una adecuada conexión a internet, no contar con los dispositivos necesarios para cumplir con la tarea, tener muchas dificultades para poder aprender a través de esos dispositivos. Pero si miramos más allá, esta crisis ha dejado al descubierto algunas falencias del sistema que nos pueden llevar a hacernos preguntas respecto a qué queremos que los NNA aprendan en el sistema escolar, cómo se trabaja mejor el uso de las tecnologías y cómo resolvemos, como país, la situación de la brecha digital que se arrastra desde hace muchos años y ahora ha quedado al descubierto.

-¿Qué efectos concretos puede tener esta situación en los NNA y en cuánto tiempo más empezaremos a verlo?

-Ha sido un impacto a muchos niveles, y en relación a la niñez, afecta a su calidad de vida cotidiana, las relaciones al interior del hogar, la imposibilidad de mantener el contacto con sus pares y, sin duda, el aprendizaje y el acceso a contenidos de formación y educación. Hace pocos días el Mineduc sacó un informe proyectivo sobre el impacto de la brecha que ya existe en los aprendizajes de familias de mayores y menores ingresos. Los niños que van a colegios privados y de nivel socioeconómico alto tienen en un 89% de los casos acceso a formación a través de la educación a distancia. Sin embargo, en el primer quintil [más pobre] la cifra baja hasta el 27%. Estos niños pueden tener dificultades para continuar sus trayectorias educativas y, cuando un niño interrumpe su trayectoria educativa, interrumpe su curso de vida en un mal sentido porque no logra desarrollar plenamente sus capacidades y probablemente acceda a un trabajo de menor ingreso eso provoque la perpetuación de la pobreza. Lo vamos a ver muy pronto. La preocupación tiene que estar, además de en el retorno a las clases presenciales, en el hoy, en cómo se llega a los niños en esta modalidad en la que estamos y que no sabemos cuánto más va a durar.

-Precisamente, hay un debate instalado en Chile y el mundo sobre la forma cómo regresar a los colegios. Expertos y organismos internacionales concuerdan en que la presencialidad es “irremplazable”. ¿Está de acuerdo?

-Unicef siempre ha sido muy categórica frente a situaciones de emergencia en que lo primero que los niños tienen que recuperar es el espacio educativo porque es irremplazable en el sentido más holístico del concepto: es un espacio de desarrollo social, de juego, que complementa al niño en su espacio socio-emocional, además del aprendizaje. Sin embargo, también tenemos claro que esta es una emergencia distinta al resto: esto no es un terremoto. Ha implicado transmitir a la población que lo que hay afuera es peligroso, que no hay que tocarse, que no hay que salir. Es cierto que lo presencial es irremplazable, no solo para el aprendizaje sino para las otras condiciones de los niños, pero hoy no podemos volver si no es de una manera segura. Y lo seguro depende de cada contexto: es muy distinto una comuna urbana, ultra concentrada y con hacinamiento, de una comuna rural. Es complejo y difícil decir cuándo se debe volver o quiénes deben volver.

-¿A qué dificultades se refiere?

-Hay un componente que tienen que ver con el temor a volver. Las familias están muy reticentes a mandar a sus hijos porque les da temor el contagio. Desde Unicef estamos acompañando este proceso, apoyando técnicamente a algunos equipos, pero siempre con la idea de que la reapertura es un proceso que va a implicar funcionar con modalidad mixta durante un buen tiempo. Para muchos volver significa definir espacios que las escuelas no tienen y, por lo tanto, no van a poder estar todos [los NNA] presencialmente cuando esto ocurra. Es un trabajo de gran planificación, sumamente complejo y requiere de un tiempo de preparación.

-Una encuesta de Educación 2020 revela temor de los apoderados y motivación de los estudiantes ante un eventual regreso a clases. Da la sensación que decir a las familias de una comuna  que están listas para volver a las escuelas es hoy muy impopular. Todo el mundo está aguantando la respiración para que les obliguen a abrir colegios.

-Sí, este es un tema muy territorial. En América Latina, solo Nicaragua y Uruguay han abierto las escuelas. Son dos países con experiencias muy diferentes. Uruguay es mucho más pequeño, con menos población de niños en el sistema escolar y partió abriendo sus escuelas rurales, luego las urbanas y en algún momento tuvieron que volver a cerrar las escuelas. Y eso es parte del proceso. Desde Unicef no consideramos que volver a cerrar las escuelas sea un fracaso, será parte del proceso que hay que vivir. Pero, sin duda, eso requiere de un manejo muy participativo, que hace más lento el proceso. Es necesario que las comunas y las comunidades escolares escuchen a las familias y alumnos, entiendan cuáles son sus temores y con ellos los resuelvan. Hay que hacerse cargo como sistema del temor que tienen las familias porque la verdad es que hoy nadie puede garantizar que un niño no se va a contagiar.

-Hay países como Uruguay que han tomado la decisión de sacar la obligatoriedad para el retorno al colegio. Algunas familias optan por no llevar a sus hijos a la escuela, sobre todo si en casa hay adultos mayores o enfermos crónicos. ¿Cómo observa esta medida?

-El Mineduc acá lo está planteando también de esta manera. Hay algunos criterios importantes a rescatar. Uno es la flexibilidad en términos de quiénes vuelven y cómo se vuelve. Otro es la voluntariedad, porque no puedes imponer a las familias enviar a los niños a la escuela cuando tampoco puedes garantizar que ese niño no llevará un contagio a la casa. Además, no está todo en manos de la escuela: el niño se traslada entre la casa y la escuela y eso también es un espacio de contagio. El otro criterio fundamental es combinar modalidades –presencial y online– y eso también es asumir el riesgo que frente a un contagio, tendremos que volver a aplicar cuarentena. El desafío es estar preparados para ambas cosas.

-Entonces, el paso 4, que según el Plan Paso a Paso es cuando deberían de abrirse los colegios, no significa que haya un control absoluto de la pandemia en un territorio determinado.

-Exactamente, no es una garantía de que esté controlado. La posibilidad de que se revierta existe, no está controlada la pandemia. Siempre habrá que estar preparados para esa posibilidad. Eso es lo que ocurre en todo el mundo. En el hemisferio norte ahora están iniciando un nuevo año escolar y llevan la ventaja de un tiempo de preparación para que los alumnos puedan regresar a las clases presenciales. Estando en el paso 4 y suponiendo que las escuelas tienen que hacer un avance en el proceso de apertura, eso dependerá del contexto y de que la escuela defina quiénes van a volver. No necesariamente significa que todos tienen que volver, pero sí es importante tener claro esa gradualidad, quienes lo harán primero y cuando se sumarán otros grupos.

-¿Quiénes deberían volver primero?

-Es necesario que las comunas y las escuelas hagan priorizaciones y definan quiénes van a volver. Unicef ha puesto énfasis en que vuelvan los niños más pequeños porque tienen más dificultad de autorregular su propio aprendizaje y por el impacto que tiene el aprendizaje en sus primeros años de vida. Pero otros dicen que debieran volver todos los cursos que están en proceso de transición (1º básico, 5º básico y 4º medio). Se habla también de sumar a la reapertura a los NNA que tienen más dificultades de aprendizaje, porque estas complejidades se potencian en un medio digital. Cada territorio tiene que hacerse esas preguntas y responderlas en la medida de sus posibilidades. Eso complejiza la situación y entrega más responsabilidad a las escuelas y a las comunas.

-Las escuelas tendrán que aprender a convivir con el virus porque no pueden permanecer cerradas hasta que aparezca la vacuna.

-Así es. La escuela ha tenido que hacer aprendizaje al andar. Esto ha sido un aprendizaje de choque para todos: en capacidad de innovar, motivar a alumnos, nuevas tecnologías (…) Habrá mucho que recoger de lo que hemos vivido como sociedad. Otro tema muy preocupante es la cantidad de niños que puedan abandonar el sistema escolar a raíz de la separación con la escuela y de la crisis económica que viven sus familias. Para Unicef, hacerse cargo de que los niños permanezcan en la escuela, especialmente los de los quintiles más bajos, no es una respuesta exclusiva del sistema educativo. Tiene que ser intersectorial y las familias tienen que recibir apoyo de un sistema de políticas de protección social adecuado para disponer de los recursos necesarios que permitan que los NNA puedan seguir dentro de la escuela y no tengan que salir a buscar ingresos familiares.

-Hay familias que piden el cierre del curso escolar de forma online. ¿Es una solución?

Nuestro foco tiene que ver con garantizar el derecho a la educación, que cada NNA tenga acceso a la formación de calidad, que permanezca en el sistema educativo para que pueda aportar a la sociedad desde donde quiera. La manera como se haga va a depender mucho de la conversación entre ministerios y autoridades para poder asegurar que, si los niños regresan presencialmente, sea de forma segura. Si las familias no están dispuestas a enviar a sus hijos, eso es algo que tienen que considerar las autoridades. Sabemos que lo presencial tiene ciertas ventajas y garantías, pero también es necesario entender el temor de las familias.

-¿Hay algún país que lo esté haciendo mejor y al que hay que mirar?

Muchas veces miramos a los países nórdicos como ejemplo de sistemas educativos, pero tienen realidades muy distintas. Si miramos a los nórdicos, tendríamos que preguntarnos por sus pautas culturales, la cercanía física, la forma de saludarse (…) Para que las escuelas puedan avanzar tanto en una modalidad mixta como para hacer el proceso de retorno a clase de forma segura se requiere el financiamiento adecuado y un equipo comprometido. Sabemos que los docentes están haciendo un tremendo esfuerzo para sostener las clases virtuales, además de tener que hacerse cargo de sus propias familias. Es necesario reconocer el esfuerzo de los profesores y darles el apoyo adecuado con tecnología y capacitaciones para que puedan seguir haciendo adecuadamente su trabajo.

-¿Las autoridades se han reunido con Unicef para plantearles el plan de retorno, les han pedido consejo?

-Hemos estado acompañando a distintos niveles de autoridades (comunal, Mineduc). Estamos con mucho trabajo de elaboración de guías y recomendaciones para que los países tomen las decisiones de la manera más informada posible. Nuestro trabajo es apoyar a los gobiernos en el cumplimiento de los derechos de los NNA, en este caso el derecho a la educación.