Chacarillas y el botín de las pensiones

Chacarillas y el botín de las pensiones

Por: Pablo Azócar | 12.07.2020
La coincidencia resultó extraordinaria: la histórica votación de los diputados por el 10% de las pensiones sucedió el mismo día en que se celebraba el aniversario de Chacarillas, el acto más mussoliniano de Augusto Pinochet, una ceremonia de estética fascista organizada en 1977.

(1) La coincidencia resultó extraordinaria: la histórica votación de los diputados por el 10% de las pensiones sucedió el mismo día en que se celebraba el aniversario de Chacarillas, el acto más mussoliniano de Augusto Pinochet, una ceremonia de estética fascista organizada en 1977 por el Frente Juvenil de Unidad Nacional, donde 77 jóvenes enarbolaron antorchas y se juramentaron en el desconocido cerro santiaguino de ese nombre. (Nunca sucedió otra cosa, antes y después, en ese pequeño monte capitalino).

(2) Concebido por el ideólogo Jaime Guzmán, Chacarillas fue el acto fundacional de la “revolución privatizadora” aplicada a la fuerza por Pinochet. Entre los 77 “elegidos” figuraban los discípulos más dilectos de Guzmán, entonces unos pichones, como Andrés Chadwick, Joaquín Lavín, Pablo Longueira, Cristián Larroulet, Patricio Melero, Juan Antonio Coloma y Carlos Bombal.

(3) La votación de los diputados el jueves pasado fue para permitir que los chilenos puedan retirar el 10% de sus fondos de jubilación, en el marco de la pandemia. Pero lo que estaba en juego era muchísimo más, porque en la práctica fue la primera gran fisura en un sistema que está profundamente deslegitimado en la medida en que es rechazado por ocho de cada diez de chilenos.

(4) Se concrete o no el tema del 10% –todavía debe pasar por el Senado o Piñera puede vetarlo–, habrá sido el mayor golpe político recibido por los herederos del pinochetismo. Han quedado radicalmente en entredicho el sistema de pensiones y el modelo neoliberal en su conjunto.

(5) De allí que la UDI –el partido político donde se refugiaron los discípulos de Jaime Guzmán– entrara en un estado de auténtica histeria, llegando a amenazar con abandonar la coalición de gobierno, y que incluso Pablo Longueira saliera de su tumba política para intentar impedirlo.

(6) Las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) –creadas por José Piñera, hermano del Presidente– son la punta de lanza de un modelo económico que intentó privatizarlo todo. Una investigación del periodista Daniel Matamala reveló que el objetivo primordial de estos fondos no eran las jubilaciones de los chilenos, sino propiciar un mercado de capitales que le quitara el poder económico al Estado.

(7) Matamala citó un estudio de la Fundación Sol que afirma que la suma colosal de 112.673.743.000.000 pesos (171 mil millones de dólares, que es el 54% de los fondos de pensiones) fue destinada en primer lugar a los seis grupos económicos que se enriquecieron con cifras astronómicas en los últimos 40 años: Luksic, Said, Yarur, Saieh, Matte y Solari. Así, fuimos todos los chilenos, con nuestras cotizaciones previsionales, quienes financiamos los bancos de estos grupos económicos (Banco de Chile, Santander, BCI, Itaú, etc.) y sus grandes empresas (Colbún, Cencosud, Endesa, Enersis, etc.).

(8) Revise usted la historia de los directorios de esos bancos y empresas, y descubrirá en ellos el mismo puñado de apellidos, comenzando por los discípulos dilectos de Jaime Guzmán y por otros poderosos personajes del pinochetismo, como Alfonso Márquez de la Plata, Jorge Cauas, Álvaro Bardón, Sergio de Castro o Miguel Schweitzer.

(9) En la práctica, privatizaron el país y se lo llevaron para la casa.

(10) Se convirtieron en las fortunas fabulosas que aparecen cada año en la obscenidad de Forbes y que han financiado y distorsionado a toda la clase política chilena en las últimas décadas.

(11) Esto explica que haya sido durante la democracia el tiempo en que se profundizó el modelo, como cuando en 2002 el presidente socialista Ricardo Lagos implantó los “multifondos” –que les permitieron a esas empresas hacerse de los miles de millones de las pensiones–, derogó los topes de ganancias de las AFP y eliminó las compensaciones a los usuarios. Gracias a la reforma del presidente Lagos, desde entonces las pérdidas provocadas por las malas inversiones de las AFP, utilizando nuestro dinero previsional, por ley son asumidas por nosotros, los cotizantes, bajando así el valor de nuestras pensiones sin que hayamos tenido arte ni parte.

(12) En 2018 los chilenos que entraron a la categoría de jubilados recibieron como pensión mensual, en promedio, la paupérrima suma de 180 mil pesos (aproximadamente 250 dólares). Las mujeres, 94 mil pesos al mes (algo más de cien dólares). El 50% de las mujeres no alcanzaba a percibir 27 mil pesos mensuales (algo más de 30 dólares), aunque diversos estudios han demostrado que ellas son el sostén económico único en el 90% de los hogares más pobres.

(13) Simultáneamente, en el primer trimestre de 2019 las AFP aumentaron sus utilidades en un 101%, y a fin de ese año, en pleno estallido social, sus dueños obtuvieron ganancias por 649 millones de dólares, un 70% más que el año anterior.

(14) Según la Fundación Sol, si se retirase el 10% de los fondos de las AFP, las pensiones bajarían apenas entre un 1% y un 9%, o sea entre uno y 30 dólares mensuales dependiendo de la edad y el sexo del jubilado.

(15) No es casualidad que Pinochet haya dejado fuera de este sistema privado de pensiones a las Fuerzas Armadas, que se mantuvieron con un sistema estatal “de reparto”, que hoy les permite tener jubilaciones, en promedio, siete veces más altas que los civiles.

(16) En las encuestas, el 83% de los chilenos se había manifestado a favor de poder retirar el 10% de sus pensiones, porque no ha llegado una real ayuda gubernamental y cunde la desesperación durante la cuarentena.

(17) Todos los analistas coinciden en que estas pensiones de hambre estuvieron en la base de la fuerte insurrección social que se inició octubre de 2019 y que sólo se detuvo por la pandemia.

(18) El sistema de pensiones chileno, único del mundo completamente privado, parece destinado a desmoronarse y ser reemplazado por otro más equitativo. Pero para ello habrá que enfrentar a la vieja guardia pretoriana de la UDI, que sacó el hacha de guerra junto a otros sectores ultraconservadores y a los grandes empresarios, que no parecen dispuestos a soltar la teta.