Estudio indica que el COVID-19 se comportaría como una enfermedad de transmisión sexual
De acuerdo con un estudio de los investigadores Athena Aktipis y Joe Alcock, de las universidades de Arizona y de Nuevo México, el SARS-CoV-2 cumpliría con las características asociadas a una enfermedad de transmisión sexual, en relación a la forma de propagarse del virus.
Según la investigación, publicada por la BBC, la tasa más alta de transmisión viral del COVID-19 tiene lugar uno a dos días antes de que la persona infectada comience a mostrar síntomas, contrario al comportamiento de los virus comunes. "Si son demasiado virulentos, y como consecuencia de ello matan o incapacitan a sus huéspedes, su capacidad de infectar a otros nuevos se ve limitada. Por el contrario, si los virus apenas hacen daño, pueden no generar un número suficiente de copias de sí mismos como para resultar infecciosos", explican en la investigación.
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"La misma destructividad de un virus evita que se propague demasiado", agregan, indicando que así ha sido el comportamiento de otros virus como el ébola, por ejemplo.
Así, explican que el SARS-Cov-2 esquiva esta "compensación evolutiva", ya que generalmente los síntomas no aparecen hasta que la persona infectada ya ha estado propagando el virus durante varios días. Esto significa que uno sólo se siente enfermo cuando el virus ha logrado cumplir con su meta evolutiva, la cual es propagarse.
El COVID-19 puede invadir comunidades sigilosamente gracias a estas características, las cuales hacen que en su comportamiento de transmisión se asemeje más a una enfermedad de transmisión sexual. "La persona infectada continúa viéndose y sintiéndose bien, mientras propaga la enfermedad a nuevos huéspedes", señalan sobre lo anterior, tal como ocurre con el VIH y la sífilis.
Otro aspecto en el que se asimila a una enfermedad de transmisión sexual es en la variante "severidad" con la que afecta a sus huéspedes, tanto por la "habilidad" de defenderse del virus de ellos, como posiblemente por diferentes cepas del SARS-Cov-2.
Finalmente, los expertos indican que los patógenos del COVID-19 pueden cambiar para maximizar su transmisibilidad, o su virulencia, para mantenerse. "Estudios muestran que los patógenos pueden expresar virulencia condicional -es decir, que pueden ser altamente virulentos en algunos individuos y menos virulentos en otros- dependiendo de características del huésped como la edad, la presencia de otras infecciones y la respuesta inmunitaria de cada individuo", detallaron al respecto.