Un mapa sin fronteras: artistas exponen en Nueva York a pesar de la pandemia
En medio del devastador impacto que la pandemia de COVID-19 ha provocado en Nueva York –que hoy por hoy ya alcanza la escalofriante cifra de 15.788 fallecidos–, se instala por fin en la ciudad el sol primaveral. Las cálidas brisas de mayo traen consigo bocanadas de optimismo y le recuerdan a los neoyorquinos, que si bien la urbe los ha abandonado, las caricias de la naturaleza aún están allí para arrullarlos. Los árboles floridos se atestan de pájaros y sus cantos reemplazan la esperada melodía del carrito de los helados.
[caption id="attachment_369169" align="alignnone" width="3264"] Nicholas Petrizzo montando su obra[/caption]
María Paz Contreras, pintora chilena de 38 años, ajusta su máscara clínica bajo un pañuelo rosado y se apura en hacer una seña al conductor del Uber. Deposita con destreza varias bolsas cargadas de tarros de pintura y masking tape en el maletero del coche y se asegura de llevar consigo las pesadas telas enrolladas con los trabajos. Sin perder tiempo se instala en el asiento de atrás del coche, salvando las distancias con el chofer y aprovecha de explicarle que tendrán que hacer una parada extra en el camino para recoger la obra del último artista que conforma la arriesgada muestra online que ha venido preparando. Se trata de Overall, There is no Wall, una exposición grupal que Contreras ha venido curando de forma itinerante por más de doce años por museos y galerías de arte de China, México, Colombia, Londres y Chile; pero que por primera vez realizaría de forma virtual, ateniéndose a las circunstancias de la ciudad en plena pandemia.
La muestra se transmitió en vivo por Instagram y Zoom, y hospedó también las performances musicales de la banda NGAN (Nueva York) y del holandés George Van Wetering quien trabaja con Toni Visconti, productor del fallecido cantante David Bowie. En literatura, el escritor transgénero Iván Monalisa Ojeda y la poeta Palwasha Sharwani realizaron sus respectivas lecturas.
[caption id="attachment_369171" align="alignnone" width="1024"] Natsuki Takauji[/caption]
-¿Por qué decides seguir adelante con una muestra en unos momentos tan complicados como estos?
-Mi idea era hacer esta muestra de forma presencial (como siempre), en el espacio artístico situado en la intersección de Chinatown y Soho. De hecho la convocatoria de artistas ya estaba confirmada desde marzo y todos estábamos muy ilusionados de participar junto a los músicos que tocarían en vivo. Pero llegó la pandemia y el escenario cambió radicalmente. Mi tiempo de estadía en Nueva York tenía fecha de término y yo había venido prácticamente para esto, entonces pensé que mientras hubiera ganas y los artistas estuvieran dispuestos a adaptarse a los nuevos formatos, el concepto de la muestra no tendría por qué alterarse, sino más bien replantearse en términos de ejecución. Y sobre esa premisa comenzamos a trabajar.
Para esta exposición, María Paz consiguió el apoyo del recién nombrado cónsul de Chile en Nueva York, Mario Artázar; así como la colaboración de la prestigiosa consultoría de arte de Lisboa, Ironic Art Nation, que actualmente tiene intenciones de exportar esta exposición a Portugal a lo largo de este año.
[caption id="attachment_369172" align="alignnone" width="4032"] Natsuki Takauji, María Paz contreras y Nicholas Petrizzo[/caption]
-Te costó mucho convencer a los artistas a que te entregaran su obra sin poder hacer presencia en la inauguración?
-Bueno, cuando estalló la pandemia y alcanzó los índices más altos de contagios todo estaba bastante incierto, no sabíamos lo que iba a ocurrir y yo por supuesto no quería poner en riesgo a nadie. Sabía que tenía que ser muy cautelosa con los pasos que iba dando. Así que me mantuve en contacto con cada uno de los artistas día tras día, para ir actualizándolos sobre la situación. No fue fácil realizar una producción de este calibre con tantas incertezas, pero afortunadamente cuando la curva comenzó a bajar, ya pude cerrar el acuerdo con el administrador del espacio asegurándole que realizaríamos el evento online y que no habría más de cinco personas coincidiendo en el lugar.
-Y cómo fue la operación para recepcionar las obras?
-Fue todo un engranaje conseguir que las obras pudiesen llegar al lugar porque los artistas estaban repartidos en diferentes lugares y cada uno en distinta situación. El fotógrafo Dano Mozó por ejemplo, envió su obra desde Chile para que se imprimiera en Nueva York y desde acá se hiciera llegar a la instalación. Por otra parte, los artistas que estaban en la ciudad tuvieron que coordinar conmigo para montar un día antes en la galería. La mayoría de ellos consiguió entregarme la obra físicamente a través de envíos o recogidas, pero otros, como el artista guatemalteco Luis González no pudo llegar, porque se quedó atrapado en Valencia (España) justo al estallar la pandemia, al igual que otros tres artistas de Nueva York que fueron de visita a casa de sus familias en otros estados, y tampoco pudieron volver. En el caso de Luis por ejemplo, resolvimos que él se grabaría haciendo un graffiti con el símbolo de la muestra desde Valencia y lo enviaría por video, y así en el momento del streaming podríamos transmitir esta acción mientras él se explayaba sobre su trabajo. La pintora india Nohi, envió su pintura en un documento para ser impresa en color, y el artista Francisco de la Barra desde Canadá, mandó un archivo con su pintura dividida en una serie de fotos que al imprimirse en hojas tamaño A4 quedaban listas para armarse como un rompecabezas.
-¿Cómo describirías la experiencia de hacer una exposición de arte en estas condiciones?
-Creo que fue un ejercicio de flexibilización para todos. Antes que nada era necesario comprender que estaríamos gestando algo extraordinario, y que esto tendría un valor particular por el contexto en que se estaba realizando. Así, según esta perspectiva convertiríamos las obras en algo más bien representativo, casi simbólico, porque aun así estas piezas no serían observadas de forma presencial sino virtual, con lo cual la experiencia estética estaría inevitablemente alterada. Para mí, en un formato como este, era más importante enfocar el evento hacia una experiencia particular de conexión entre artistas y consumidores de arte, dándole a los expositores la oportunidad de presentar y hablar de sus trabajos en coherencia con el concepto del mapa sin fronteras que se traza entre las obras de estos artistas.
[caption id="attachment_369173" align="alignnone" width="1024"] La artista María Paz Contreras, organizadora de la muestra[/caption]
-¿Sentiste que ese mapa del que hablas consiguió trazarse entre los trabajos de los artistas?
Sí! En un momento me asomé a la calle a mirar la ciudad que estaba totalmente cerrada. Sin embargo dentro del local estaban estos catorce países, todos comulgando con la idea de reconstruir este mapa. Este nuevo mundo estaba en un solo lugar. Y presenciar en ese momento que todo tenía sentido fue muy emocionante para mí. Pudimos compartir la experiencia de reunirnos en una sensación de convivencia a pesar de estar divididos físicamente. El espacio obró como un lugar de encuentro sin barreras ni obstáculos para expresarnos.
De esta manera, la premisa de la muestra quedó en evidencia: El Este y el Oeste hacen un todo, y el West y el East conforman el “we”(todo).
-¿Piensas repetir esta experiencia en el futuro?
-Estoy deseosa de repetir esta muestra de forma presencial cuando los tiempos mejoren, pero por ahora estoy muy satisfecha con haberla hecho de esta manera. Creo que fue una experiencia extraordinaria y que el registro de ésta tendrá aún más valor con el paso del tiempo, dadas las circunstancias históricas en que la muestra fue forjada.
El registro audiovisual de Overall There is no Wall estuvo a cargo de la documentalista Nicole Costa, con la colaboración de Martina Sivori, la artista japonesa Natsuki Nakauji, Laura Nató de Argentina y Nicholas Petrizzo de Nueva York.