SERIES| "Tales from the Loop": Una bocanada de aire fresco al género de ciencia ficción
Como fanático de la ciencia ficción, no puedo estar más feliz de disponer de una amplia oferta en TV pagada que va desde clásicos que adoro de niño como Star Trek y todos sus refritos (los más recientes, Discovery y Picard), hasta propuestas sumamente innovadoras como Black Mirror, Humans, Years & Years y Mr. Robot. En ese panorama, la primera temporada de Tales from the Loop no solo es una bocanada de aire fresco al género, sino que además, presenta un giro sumamente interesante hacia territorios pocos visitados por la ciencia ficción al menos en televisión, abriéndose a exploraciones íntimas y profundas y a preguntas que filosofan sobre lo mejor y lo peor de la naturaleza humana.
En una ucronía que mezcla tecnología análoga y futurista, vamos conociendo a los personajes que trascienden cada uno de los ocho capítulos de la primera temporada, todos ellos habitantes de un pequeño pueblo donde está instalado el Bucle (Loop), un centro de investigación de misteriosa creación y objetivos, liderado por Russ (interpretado por el a estas alturas legendario Jonathan Pryce) y su hija Loretta (Rebecca Hall). Nadie sabe si la tecnología que se despliega por el pueblo de maneras bastante sutiles y misteriosas fue creada en el Bucle o si ya estaba ahí antes de su instalación. Lo cierto es que de una u otra forma, pequeños o grandes artefactos que proceden del Loop se convierten en el leitmotiv de las historias que en una propuesta coral van intercalando a los personajes principales en distintos capítulos: desde una pequeña cuya madre desaparece misteriosamente, pasando por el hallazgo de una cámara de ecos que predice el momento de la muerte, un pasaje a un universo paralelo en el que es posible hacer carne un amor platónico, el mito de un ser terrorífico que vive en una isla cercana, y una máquina que puede detener el tiempo, hasta robots cuyas características vagamente humanas tienen un origen tan sorprendente como doloroso.
La serie está basada en las ilustraciones neofuturistas y surrealistas del artista y diseñador sueco Simon Stålenhag (que se sumó al proyecto televisivo como coproductor ejecutivo), por lo que una de sus grandes misiones era desplegar de una visualidad que impactara al espectador. Y lo logra con creces, brindando imágenes asombrosas de los parajes de la provincia de Saskatchewan (Canadá), donde se grabaron la mayor parte de los capítulos, con una trabajada y delicada paleta de colores y planos que hipnotizan por su belleza y en otros casos, por el abrumador surrealismo que reflejan, obra del director de fotografía Jeff Cronenweth, habitual colaborador de David Fincher.
La serie tampoco escatimó en la música incidental, que cuenta con el atmosférico y nostálgico piano minimalista de Philip Glass y composiciones de Paul Leonard-Morgan. Si a eso sumamos un elenco que carga sobre sus hombros la misión de convertirse en principales dependiendo del capítulo, tenemos una ópera ucrónica, repleta de momentos conmovedores y cuestionamientos que estremecen.
“Hacer posible lo imposible” nos dice Russ varias veces, en los diferentes episodios en que cada personaje protagónico se encuentra con tecnologías como si descubrieran una lámpara de Aladino que resolverá todos sus problemas y conflictos, en un extraño juego donde el misterioso Loop parece conocer lo más íntimo de cada uno de ellos, causando que hallen estos artefactos en diferentes lugares del pueblo y sus alrededores. Pero como suele ocurrir en estos casos, cada deseo conlleva a una maldición y eso es lo que plantea constantemente la serie: nuestra humanidad está ansiosa por alcanzar grandes y pequeñas metas sin considerar ni medir los costos, lo que perderemos en el camino por nuestras pretensiones y cómo incluso debemos enfrentarnos a nosotros mismos y tomar decisiones que afectarán nuestras vidas y las de los demás, para bien o para mal.
Más que a productos contemporáneos como Black Mirror o Humans, percibo en Tales from the Loop una cercanía mayor a los capítulos más vanguardistas de The Twilight Zone o a la película independiente Another Earth (Mike Cahill, 2011), tanto por la aparente simpleza de sus guiones como por las profundas temáticas humanas que trata, que van desde la soledad, el temor a la muerte y a lo desconocido, el significado del amor y tratar de descubrir qué hacemos en este mundo con nuestras vidas.
Tales from the Loop es una rareza alejada de los cánones que acostumbramos a ver en televisión. Manejada con ritmos pausados, con un tremendo énfasis en el desarrollo de la psicología de sus personajes, y momentos casi estáticos que nos permiten abarcar detalladamente los paisajes y los silencios que contribuyen a sostener cada una de las tramas, convirtiéndolos acertadamente en elementos narrativos que contribuyen a enriquecer los 60 minutos promedio que dura cada episodio.
Tal es el enganche que tuvo el proyecto creado por Nathaniel Halpern (escritor de episodios para series como Legion y The Killing, entre otras) y producido por Matt Reeves, que la galería de directores de cada capítulo también está plagada de nombres insignes, entre otros, el ganador del Oscar Andrew Stanton (Wall-E, Buscando a Nemo), la experimentada realizadora surcoreana So Yong-kim (In Between Days, Treeless Mountain), Mark Romanek, más conocido como director de videoclips, pero con películas de la talla de One Hour Photo y Never Let Me Go en su filmografía; y la mítica Jodie Foster.
Nombradas las características de la serie, quizás esté demás decir que no es para todo público. Si estás buscando acción, giros sorprendentes de último minuto o saltar de terror en tu asiento, Tales from the Loop no es lo tuyo. Al contrario, si buscas una serie que te alucine visualmente y más aún, que te provoque más de un cuestionamiento valórico y filosófico, definitivamente, este es el tipo de programa que tienes que ver.
Disponible en Amazon Prime Video.