Kamylle Ribeiro, una adolescente brasileña de 17 años, murió este martes a causa del coronavirus. La joven que perdió la vida en Río de Janeiro tras no poder vencer al virus, constituye uno de los casos de contagio que más han llamado la atención en el país liderado por Jair Bolsonaro, por recibir un tratamiento que ha generado bastante polémica desde que se recomendó para contrarrestar los efectos de la enfermedad en pacientes críticos.

Hablamos de la cloroquina, un remedio que se le suministró sin éxito en el Hospital Moacyr do Carmo, donde la joven permaneció hospitalizada luego que su condición de salud empeorara tras dar positivo al test de COVID-19.

Ribeiro estuvo dos semanas internada en la UCI de este recinto asistencial del que no logró salir con vida. De acuerdo a reportes del municipio de Duque de Caxias, el tratamiento establecido para su caso siguió el "protocolo del Ministerio de Salud para usar la medicina", aseguran varios medios brasileños que han cubierto esta lamentable noticia que enluta a su entorno cercano.

El impacto ante su partida ha sido significativo. Más aún considerando todas las dudas que ha generado la utilización de esta sustancia sobre la que todavía no existe evidencia científica respecto de su efectividad en personas con coronavirus. Específicamente, se trata de un químico utilizado para el combate de la malaria, uno de los puntos de discordia de la administración de Bolsonaro que redundó en la salida de su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, el jueves de la semana en curso.

La historia de Kamylle constituye la de la víctima fatal más joven del virus en su estado. Al interior de su familia, ella y su mamá se contagiaron de coronavirus, por lo que se confinaron en su domicilio para pasar la sintomatología en régimen de cuarentena, como lo establece el protocolo. Lamentablemente, la adolescente se deterioró y tuvo que ser ingresada al hospital el 24 de marzo, con las consecuencias ya conocidas.