Aislamiento extremo: Así se vive la pandemia al interior de los hoteles sanitarios

Aislamiento extremo: Así se vive la pandemia al interior de los hoteles sanitarios

Por: Natalia Figueroa | 15.04.2020
Los trabajadores han sido capacitados para atender a pacientes que llegan a estos recintos: auxiliares de aseo y mucamas andan con trajes especiales para evitar el contagio. Un administrador de un hotel en Santiago cuenta que ha sido una manera de “mantener el negocio”, algo angustiante, pero que ha permitido pagar sueldos. Una enfermera dice que lo más importante es mantener los protocolos de limpieza, extremarlos al máximo. Así se vive la pandemia al interior de las residencias sanitarias.

Con el transcurso de las semanas, el aumento progresivo de contagiados de COVID-19 ha ido develando la escasez de insumos sanitarios y la falta de capacidad para atender a pacientes en la red asistencial. El Ministerio de Salud (Minsal) ha tenido que buscar opciones para atender a pacientes confirmados con el virus o que han iniciado cuarentena preventiva, pero que no pueden guardar aislamiento con los cuidados necesarios en sus domicilios. Una de estas medidas ha sido implementar los “hoteles o residencias sanitarias” que ya están operativos desde fines de marzo en al menos nueve regiones del país.

En la Región Metropolitana, es el caso de un hotel ubicado cerca del metro Universidad Católica que lleva tres semanas en funcionamiento. El administrador de este recinto cuenta que ha sido un cambio radical para los trabajadores y a la vez un “salvavidas” para el negocio. “Vimos una oportunidad para continuar operando (…) Al comienzo había mucho temor por el desconocimiento del proceso y obviamente por el riesgo que implica y la dedicación que se necesita, se renegociaron los bonos del personal”, explica el encargado que prefirió mantener su nombre bajo reserva.

En este lugar han recibido, en su mayoría, a pacientes que iniciaron cuarentena preventiva y solo unos pocos casos de diagnosticados con el virus. La cantidad de personas ha ido entre 15 a 20 de una capacidad total de 30, que es el total de camas habilitadas. Ningún caso crítico puede permanecer en estas dependencias porque no cuentan con aparatos especializados. Y la regla es inalterable: un paciente por dormitorio con baño y no pueden salir a ningún otro lugar del recinto.

Hasta acá han llegado pacientes derivados del Servicio Metropolitano Occidente, que abarca el Hospital San Juan de Dios, en Santiago, el Hospital Félix Bulnes, en Cerro Navia, y los Hospitales de Melipilla, Peñaflor y Talagante. “Hay personas que no cuentan con recursos, que vive en cités, que no tiene como aislarse. Aquí se les proporcionan todas las comidas y el servicio de lavandería”, detalla el administrador. Dice que algunos prefieren estar en este lugar para no sufrir discriminación de vecinos, que al enterarse del contagio incluso les han ido a tirar cloro a la puerta de la casa cuando viven en condiciones de hacinamiento. El alta médica se da solo una vez que el resultado del test es negativo.

El Minsal dispuso de una ambulancia operativa las 24 horas por si alguno de los pacientes se agrava, también de personal médico para hacer los chequeos correspondientes y los mismos trabajadores del hotel fueron capacitados sobre las medidas de higiene y el funcionamiento de los equipos de cada área. Para ellos también fue una situación que los puso en jaque: o estaban dispuestos a trabajar con estos pacientes o tenían altas probabilidades de quedar sin trabajo. Todo les ha generado angustia y miedo, pero sobre todo han debido ser muy rigurosos en el manejo interno.

Adentro los protocolos de limpieza se han extremado. Los auxiliares se mueven por los pasillos con trajes especiales, tipo astronauta, con botas, gafas y guantes. Las mucamas antes de ir a otro piso, pasan sí o sí por una zona de higiene donde se quitan los implementos de protección y los botan en una bolsa cerrada. Es una rutina que implementan con el máximo cuidado; ningún detalle puede fallar. “Como la transmisión del virus es a través de gotitas y en este lugar el virus está encerrado en las habitaciones, tenemos que tener cuidado con lo que entre en las habitaciones y lo que salga de ellas”, explica.

De acuerdo al encargado, el Minsal les ofreció que operaran bajo estas condiciones especiales y contrató sus servicios mediante trato directo donde quedaron estipuladas las condiciones presupuestarias. Sobre las utilidades para el hotel, asegura que no se justifica mucho pero que, en términos generales, permite seguir pagando los sueldos a los trabajadores y no bajar la cortina cuando la ocupación hotelera es menos del 7% en estos momentos. Aun así, hace un alcance: “Inicialmente la propuesta que hicieron era un buen negocio para nosotros por la ocupación, pero el Minsal ha ido ajustando las condiciones y bajó los valores. Los gastos operativos se incrementan y ellos ofrecen los precios que están dispuestos a pagar”.

Dos casos: un arribo desde España y un aislado por carretear en Las Condes

Como lo explicó el administrador y recién este lunes lo dijo el ministro de Salud, Jaime Mañalich, para dar de alta a un paciente es preferible aplicarle un test que mide la Inminoglobulina G, el anticuerpo que ayuda a combatir el virus, que se comenzará a tomar el viernes de esta semana. Esto garantizaría que un paciente que pase la cuarentena de 14 o 28 días desde el diagnóstico inicial pierda su capacidad infectante.

El 9 de abril, Karina Núñez escribió en su cuenta de Twitter que un amigo que llegaba de España fue internado en una residencia sanitaria después de dar positivo en el test. Venía de una zona de alto riesgo y lo tomaron con mayor precaución.

En ese hotel del que solo detalla que se ubica en metro Universidad Católica, la misma ubicación que el descrito más arriba, estuvo desde el domingo 29 de marzo hasta el martes 7 de abril cuando lo dieron de alta. El resultado del test era negativo así que pidió el permiso para viajar a Valdivia donde reside. Al llegar terminal San Borja, en Estación Central, el joven fue detenido por Carabineros, según lo explica la tuitera que fue contactada por El Desconcierto. “Al llegar al Terminal de buses, en la fila le informan que necesita un pasaporte sanitario y le preguntan si ha estado cerca de alguien con coronavirus. Él, agitado y sudado por el trayecto, dice que sí, que él tuvo, y muestra el papel del alta médica. Allí lo apartan de la fila”, explica.

Ahí lo llevaron hasta Hospital San Juan de Dios donde por tercera vez le hicieron el examen y lo enviaron nuevamente al hotel sanitario donde tuvo que esperar el nuevo resultado. Ella cuenta que ha vivido una pesadilla por la falta de coordinación de los organismos sanitarios, y a la vez plantea dudas sobre el seguimiento que se hace de los casos recuperados.

https://twitter.com/Karina_human/status/1248418066460864512

Por otro lado, el viernes de la semana pasada se supo de la detención de un joven residente en Las Condes que fue detenido por hacer una fiesta en su departamento, pese a estar diagnosticado con COVID-19. Los vecinos hicieron los reclamos y lo denunciaron a Carabineros por los ruidos molestos. Todo esto terminó en que el joven fuera llevado a un hotel sanitario para aislarlo completamente.

En regiones

Este lunes entró en funcionamiento el Hotel O’Higgins, en Viña del Mar, como residencia sanitaria, que en su primera etapa contará con 92 camas e incluso podría llegar a habilitarse 322 camas dependiendo del aumento de demanda por contagiados. Hasta el lunes el total de contagiados en la región de Valparaíso ascendía a 273 personas.

Dentro de sus servicios, además de tener equipos de salud capacitados, también tendrá servicios de alimentación, de lavandería, y personal de seguridad. Además, informaron que tendrán apoyo adicional de las Fuerzas Armadas.

Desde el Servicio de Salud de Viña del Mar explican que hasta ayer martes la residencia sanitaria se encontraba sin pacientes, pero que estaban a la espera del resultado de un test para evaluar si la persona requería ser internada. De todas maneras, explicaron que el ingreso será gradual.

En Temuco, en tanto, el Hotel Frontera también está funcionando bajo esta modalidad, con 120 camas habilitadas. Camila Lizama es enfermera y estuvo en la marcha blanca cuando casi no había pacientes, y hasta la semana pasada ya se contabilizaban 14. “Se capacitó a todo el personal que iba a funcionar, se dieron las medidas de seguridad para los pacientes y para nosotros, sobre todo reforzando la limpieza personal”, explica. Hasta que ella estuvo había un equipo de enfermeras y técnicos.