Soledad Onetto y la ideología de matinal del “eso no le importa a la gente”

Soledad Onetto y la ideología de matinal del “eso no le importa a la gente”

Por: Francisco Mendez | 02.04.2020
Onetto no estaba sola levantando este discurso que busca simplificar lo complejo. A su lado se encontraba un notero que hace unas semanas estaba en la calle escuchando “lo que la gente necesita”, y que también refutaba a Garin. Él parecía tener la “voz de la gente” por el hecho de pasar horas en ciertos lugares populares, por lo que sentía tener algo de autoridad al respecto. Y es acá donde parece bueno poner la “pelota en el piso”, como dicen en la jerga futbolera.

Era un debate televisivo en el que se discutían las medidas tomadas y la forma en que se está enfrentando la enorme crisis sanitaria nacional y mundial. En medio de la conversación, uno de los presentes, el diputado frenteamplista Renato Garin, hizo una crítica a la manera en que se toman las decisiones en La Moneda y la curiosa figura de este “supraministro” que es Cristián Larroulet. En ese momento, todo se detuvo, tal vez no por temor, como se dice en las redes sociales, sino porque no están acostumbrados al raciocinio político en programas como esos.

De pronto Soledad Onetto, quien conducía el debate, comenzó a decir que eso no le interesaba a la gente, como si las lógicas bajo las que se determinan ciertas políticas comunicacionales y otras acciones del Ejecutivo solo fueran interesantes para el grupo que las lleva a cabo, o para quienes tienen cierta capacidad intelectual para detectarlas. Y esto, digámoslo, puede ser bastante cierto debido no siempre a la incapacidad de la ciudadanía, sino a una perspectiva ideológica a la que claramente le resulta más fácil funcionar con personas que alegan, quieren cosas, pero no se cuestionan cómo se piensan esas cosas que les llegan desde el Estado.

¿No es esa la idea del Rechazo? ¿No es esa la visión de un mundo político que no cree necesario que la población se haga ciertas preguntas? Con esto no quiero decir que haya una malvada conspiración detrás, porque me parece que rebaja el debate de ideas, pero sí que resulta difícil para la mirada oficial de la realidad que haya otra forma de hacer las cosas que compita con la “única”.

Onetto no estaba sola levantando este discurso que busca simplificar lo complejo. A su lado se encontraba un notero que hace unas semanas estaba en la calle escuchando “lo que la gente necesita”, y que también refutaba a Garin. Él parecía tener la “voz de la gente” por el hecho de pasar horas en ciertos lugares populares, por lo que sentía tener algo de autoridad al respecto. Y es acá donde parece bueno poner la “pelota en el piso”, como dicen en la jerga futbolera.

Es bueno entender esto: por más que un matinal esté en “contacto con la gente”, lo cierto es que la forma de relacionarse con esta es desde la básica exigencia de cosas, pero nunca la ve como sujetos con ideas y, por lo mismo, con capacidad crítica para expresarlas. Solo concibe a la señora o a la familia de escasos recursos como quien debe recibir cosas de la autoridad, pero nunca es capaz de ofrecerle un debate más inteligente. De mostrarle más cosas.

Garin no cumplió con eso porque, al contrario, le puso un poco más de contenido a un clásico debate de las mañanas en la televisión al hablar del poder y de la manera que se ejerce. ¿Por qué eso no puede interesarle a la gente? Simple, porque por décadas hemos tenido clientes y no ciudadanos; personas que esperan satisfacer sus carencias sin preguntarse con qué premisas estas se satisfacen. Y eso fue lo que complicó a Mucho Gusto ayer en ese debate político. Eso fue lo que hizo que hubiera un silencio que no era ni siquiera incómodo, sino más bien ideológico, ya que la ideología de matinal no escarba más allá, no busca, no se pregunta cuestiones reales, sino las que están permitidas preguntarse por el poco alcance de su mirada editorial.

Urge complejizar el debate y universalizar el acceso a lo universal, y eso se llama hacer política. De lo contrario jamás se realizará una conversación real sobre cómo se hacen las cosas y cómo podrían hacerse. Porque no hay solo una mirada y una solución. Hay varias. Pero no se quiere que haya conciencia de ello.