Fashion Revolution: “Si pagamos $250 pesos más por una prenda, podemos doblar el salario de alguien en Bangladesh”

Fashion Revolution: “Si pagamos $250 pesos más por una prenda, podemos doblar el salario de alguien en Bangladesh”

Por: César Tudela | 25.03.2020
“Es el mismo costo de comprar una bolsa de ropa y luego un capuccino en Starbucks”, dice Carry Somers, fundadora de Fashion Revolution, sobre los esfuerzos necesarios para llevar la moda hacia un modelo más sustentable y donde cada uno puede generar un cambio: “Por cada persona que pregunta ¿quién hizo mi ropa? las marcas calculan que representa a alrededor de 10 mil personas que piensan lo mismo pero no hacen nada”.

Sólo superada por la industria del petróleo, la industria de la moda es la más contaminante del planeta, responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global según la ONU. Sólo en la producción de un par de jeans se ocupan cerca de 7500 litros de agua. Pero eso no es todo, no sólo se explotan recursos naturales, las fábricas que se encargan de la manufactura de prendas para las más reconocidas marcas europeas, no cuentan con medidas de seguridad básicas, derechos laborales, salarios adecuados, ni trato digno para sus trabajadores, sin contar que en muchos casos las marcas no se preocupan por saber en qué condiciones se elaboran sus productos. Toda esta cadena de suministros usualmente tampoco preocupa a quien busca lo “bueno, bonito y barato” del mall o los últimos lanzamientos de su marca importada favorita, pero en medio de los cuestionamientos a los modelos de producción modernos, la diseñadora británica Carry Somers, esparce la voz sobre los cambios de hábitos y paradigmas, necesarios para ponerle freno al Fast Fashion.

“¿Quién hizo mi ropa?” es la pregunta principal del colectivo Fashion Revolution, con presencia en más de 100 países de todos los continentes. El desafío es enorme, pero Somers lo adoptó como una tarea personal desde que creó su marca Pachacuti, una de las primeras experiencias de Fair Trade, donde incluso geolocalizó a las artesanas ecuatorianas que trabajaban para la marca que hoy administra su pareja. Pero fue el desplome del Rana Plaza, en Bangladesh, y la muerte de 1.134 trabajadoras y trabajadores textiles, el hecho que empujó el comienzo de su revolución.

[caption id="attachment_354328" align="aligncenter" width="723"] Carry Somers[/caption]

“Si hay una cosa que el consumidor tiene que hacer es usar su voz. Muchas veces pensamos que lo que decimos no va a cambiar nada, porque somos solo una persona, pero hablando con alguien que trabaja para varias marcas supe que por cada persona que pregunta “¿Quién hizo mi ropa?” las marcas calculan que esto representa alrededor de 10 mil personas que piensan lo mismo pero no hacen nada. También a través de las marcas hemos sabido que solamente se necesitan alrededor de 50 o 150 mensajes sobre un tema para que se hable a nivel de directorio. Las personas piensan que nadie las va a escuchar pero eso no es verdad”, dice está activista de la moda.

Citando algunos sondeos, nos cuenta que “la mayoría de los consumidores estarían dispuestos a pagar hasta un 5% más para saber que su ropa no está explotando ni a las personas ni al planeta” y es que muchas veces pareciera que la moda de fabricación sustentable son poco accesibles o asequibles, en lo que Somers aclara: “En la industria de masa normalmente entre 1% y 3% del costo de la prenda es mano de obra. Fácilmente se puede pagar un poco más. Se estima que si pagamos alrededor de $250 pesos más por una prenda, esto va a doblar el salario de alguien de Bangladesh y que todas las fábricas sean seguras. Hoy en día, las marcas están pagando entre 3% y 5% menos cada año por sus prendas en Bangladesh y los dueños de las fábricas no pueden pagar más si están recibiendo menos. Todos deben pagar un poco más, pero también las marcas pueden invertir en procesos más eficientes y no tendría que subir mucho el precio de las prendas. Toda la moda podría estar sobre una base ética. Es el mismo costo de comprar una bolsa de ropa y luego comprarse un capuccino en Starbucks” .

Por esta razón, al preguntarle quién se resiste más al cambio no duda en responder que no es el consumidor si no la industria: “Las marcas tienen que invertir bastante dinero para tener productos que sean más sostenibles para futuro. No es fácil. Tenemos los sintéticos, que son muy contaminantes para el medio ambiente, pero el poliéster reciclado usa 50% menos de energía. Con el algodón se usan muchos más químicos y agua también, es mejor para el océano, pero tal vez no para la tierra. Hay telas mucho mejores, como lino y hemp (cáñamo)”.

La visita de Carry Somers, gestión colaborativa entre Fashion Revolution Chile y la ONG Libera, estuvo enmarcada dentro del recorrido que la llevó también por Rapa Nui a bordo de la eXXpedition Round the World, misión pionera de investigación científica y navegación compuesta sólo por mujeres que investigan el impacto de los plásticos en las aguas oceánicas y donde los valores más altos estaban en las playas de la isla chilena. "Fue increíble, porque hicimos 3 semanas de viaje y 12 días de investigaciones. En los tres días que estuvimos dentro del Giro del Pacífico Sur, había 5 veces más micro plásticos que en los otros 9 días afuera del Giro".

Al momento de analizar el papel que juegan los medios en este proceso, Carry reconoce que se debe educar al público. “Necesitamos desde los medios más populares hasta los más educativos para hablar de esto. Antes, revistas como Vogue tenían miedo por el tema de la publicidad, pero eso ha cambiado. Hoy es imposible hablar de la moda sin hablar de la sostenibilidad”.

Finalmente, Carry muestra orgullosa su vestido de segunda mano y una chompa con múltiples parches y arreglos: "Es que es tan práctica, tan útil que la sigo reparando todo el tiempo", dice sonriendo, porque una de sus invitaciones es a amar la ropa y hasta sus manchas: "La ropa más sostenible es la que ya está en nuestro armario. Si podemos usar una prenda 9 meses más, el impacto en carbono, agua y residuos, es de 20% a 30% menos". Otra vía para renovar el clóset es lo que en Fashion Revolution llaman "Haulternative", que consiste en comprar ropa usada, intercambiar con otras personas o comprar algo más artesanal, "en el HAUL, un blogger va a comprar ropa donde está más barata, pero esta es una forma de decir que puedes llenar tu armario sin necesariamente comprar ropa nueva".

Si quieres saber más sobre sustentabilidad, te dejamos los recomendados de Carry Somers:

  • Una web: fashionrevolution.cl. Ahí están todos los recursos para saber cómo participar de la iniciativa.
  • Un libro: Earth Logic de Kate Fletcher, habla de la nueva forma de trabajar con la naturaleza, no contra la naturaleza.
  • Un documental: Tomorrow, que trata sobre soluciones sustentables para el futuro.