Byung-Chul Han y el COVID-19: "No podemos dejar la revolución en manos del virus"
Byung-Chul Han, filósofo surcoreano escribe desde Berlín sobre cómo se enfrentan desde occidente y desde el continente asiático al COVID-19, demostrando las diferencias entre el individualismo europeo y el colectivismo cultural de oriente, en "La emergencia viral y el mundo de mañana".
"El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema", comienza el filósofo, mencionando que Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa, considerando el reducido número de casos en Hong Kong, Taiwán y Singapur en comparación con los de Alemania y España. Byung-Chul Han menciona como una de las diferencias en la forma de enfrentarse al virus es que ni en Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa, ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. "Entre tanto ha comenzado un éxodo de asiáticos que salen de Europa", continúa, para después afirmar que "Chinos y coreanos quieren regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros".
Así, declara que Europa está fracasando. "Las cifras de infectados aumentan exponencialmente. Parece que Europa no puede controlar la pandemia", sentencia, tomando como ejemplo negativo el caso de Italia más el del resto de Europa.
"Los cierres de fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía (...) El soberano es quien decide sobre el estado de excepción. Es soberano quien cierra fronteras. Pero eso es una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada", declara, enfatizando en que sería más útil cooperar dentro de la Eurozona que cerrar fronteras "a lo loco", y que negarle la entrada a extranjeros. "Como mucho, sería más sensato decretar la prohibición de salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa. Después de todo, Europa es en estos momentos el epicentro de la pandemia", sostiene al respecto.
Sobre las ventajas de Asia, Byung-Chul Han destaca la mentalidad autoritaria de continente, proveniente de su tradición cultural. "Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa", reflexiona, agregando que también confían más en el Estado, no solo en China, sino también en Corea o en Japón.
La vigilancia digital
El filósofo resalta, además, la vigilancia digital para enfrentarse al virus. "Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos", sosteniendo que el big data puede salvar vidas humanas.
"La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente", continúa, recalcando que ni se habla de protección de datos, y que "nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos". "China ha introducido un sistema de crédito social inimaginable para los europeos, que permite una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos", agrega el filósofo, explicando que cada ciudadano debe ser evaluado en su conducta social, y que en China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no sea observado, desde las compras en línea hasta las actividades en las redes sociales.
"En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades", explica, contando que además "hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial" en cada lugar del país.
Sobre lo anterior, sostiene que toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser sumamente eficaz para contener la epidemia. "Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren", cuenta, complementando con que incluso se usan drones para controlar las cuarentenas, los cuales vigilan que se cumplan las cuarentenas.
Así, el filósofo destaca que la falta de resistencia a la vigilancia digital se debe a un motivo cultural, el colectivismo. "No hay un individualismo acentuado" como en Europa, recoge Byung-Chul Han.
Sobre el caso de Wuhan, el filósofo explica que se han formado miles de equipos de investigación digitales que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. "Quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena", comenta, agregando que "a la vista de la epidemia quizá deberíamos redefinir incluso la soberanía. Es soberano quien dispone de datos. Cuando Europa proclama el estado de alarma o cierra fronteras sigue aferrada a viejos modelos de soberanía".
De acuerdo con Byung-Chul Han, en casi todos los países que conforman el continente asiático se desarrolla algún tipo de vigilancia digital, lo que ha sido clave para controlar la pandemia, junto con el uso constante de mascarillas para la población sana y la portadora del virus.
Destaca que en Corea todos usan mascarillas protectoras desarrolladas especialmente para el COVID-19. Médicos, especialistas, trabajadores, políticos, hasta el presidente de Corea del Sur. Agrega que es un tema cultural, "en Corea lo ponen verde a uno si no lleva mascarilla", comenta, en comparación con el caso europeo, en donde no se ha recomendado el uso de mascarillas, lo cual es "un disparate" para Byung-Chul Han.
Así, el filósofo agrega que la negativa a utilizar mascarillas, junto con las aglomeraciones que se producen en el transporte público europeo, provocan el contagio explosivo que ha ocurrido en el continente. "¿Cómo guardar ahí la distancia necesaria?", se pregunta, sosteniendo que "en una situación así, las mascarillas protectoras salvarían realmente vidas humanas".
Coronavirus, el enemigo invisible
Byung-Chul Han continúa su análisis de la pandemia del coronavirus explicando cómo se ha propagado el pánico en la sociedad, y su relación con el capitalismo global. "Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera", declara, aseverando que así comienza el pánico por el virus, el cual se ha visto como un terror permanente.
Así, lo conecta con la digitalización y cómo elimina la realidad. "La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del 'me gusta', suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época posfáctica de las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad", explica, afirmando que la reacción exagerada al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad, lo cual puede observarse en la reacción del mercado financiero ante el COVID-19.
"Las convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la pequeña gota que ha colmado el vaso", sostiene, pasando así a la columna de Slavoj Žižek publicada recientemente en este medio.
"Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá", declara, enfatizando en que China podría vender su modelo de vigilancia como exitoso ante la pandemia, y que el capitalismo continuará aún con más pujanza. "El virus no puede reemplazar a la razón", sostiene al respecto.
"El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza", recalca, agregando que cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia, y que guardar distancias mutuas no permite soñar con una sociedad distinta, más pacífica, o más justa.
"No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta", finaliza su reflexión Byung-Chul Han para El País.