Covid-19 en Chile: “El verdadero jaguar”
Es horario punta y; la primera semana del brote del coronavirus en Chile. Me encuentro en el Metro de Santiago, y a pesar de estar a mediados de marzo, no cuenta con la afluencia normal; “el vagón no rebalsa como es de costumbre”, parecen condiciones dignas para movilizarse, pero no.
Mientras un sector reducido de la población cuenta con las medidas para trabajar desde sus casas (entendidas casi como un privilegio); gran parte de las y los trabajadores deben continuar asistiendo a sus lugares de trabajo, lo que conlleva extensos tramos; en espacios reducidos, trasbordos y combinaciones que no cuentan con medidas de salubridad acorde a la crisis que enfrentamos como país. Me cuestiono con esto; ¿cuánto ha cambiado Chile?, considerando el reciente Estallido Social de octubre, porque a primera vista logro visualizar que las medidas del gobierno no dan el ancho a la crisis, sigue primando el mercado antes que la vida.
Según el gobierno, previeron la crisis; mientras en el Hospital Las Higueras el personal de salud prepara sobre la marcha mascarillas artesanales. Tal falta de insumos en el sistema público es herencia de años de abandono, donde la receta de dejar todo en manos del mercado sólo abre paso a la especulación en torno a la demanda, donde el dinero está por delante para enfrentar la pandemia. A diferencia de otros países, el gobierno ha privilegiado la cadena productiva y mantiene intacta la red de clínicas privadas del país y más aún, se dispone el gasto público en arriendos de lugares como Espacio Riesco, cabe preguntarse si Edmundo Riesco sacará dividendos con el Coronavirus y cuánto de esto depende de Felipe Larraín (ex Ministro de Hacienda), pues, el nepotismo, es atributo de este gobierno.
Junto con el nepotismo, otro atributo del jaguar, es ocupar la doctrina del shock. Esta sería la característica del félido en contextos adversos, pues, en las contingencias y en este caso la pandemia, utiliza el Plan de Emergencia, para dar urgencia al proyecto de ley que permite disminuir el salario hasta un 25%, cuando el empleador decide disminuir las horas de trabajo, cubriendo tal diferencia con el Fondo Solidario de Cesantía. En resumidas cuentas, el Estado al servicio de las empresas y no de las personas y sus vidas. Ahora, si tal política de emergencia viene a precarizar aún más el mundo del trabajo, no menciona a aquellos trabajadores por cuenta propia que no tienen una relación contractual. Tal segmento podría ser beneficiado, si forman parte del 40% más vulnerable del RSH, por un bono equivalente al Subsidio Único Familiar por cada hijo o hija del núcleo familiar ¿podrá aliviar $13.000 los ingresos que no se generen en semanas?, ¿con tales medidas quienes pueden cumplir cuarentena? O bien, ¿se está condenando a los sectores más empobrecidos a soportar la pandemia? Pues, ¿se muere por el coronavirus o las deudas? Más aún, en un contexto que los niños y niñas dependen de los alimentos que la JUNAEB les entrega.
El jaguar de Latinoamérica reboza precariedad, eso dejó en claro el Estallido Social a lo cual la respuesta y supuesta solución para el gobierno sigue habitando en la terquedad de no asumir aprendizajes de la realidad que afecta a miles de chilenos, pues el crédito y la deuda, nuevamente son el salvavidas para los sectores más empobrecidos de la sociedad. En este sentido, el verdadero jaguar está al acecho; cerrando este viernes una semana convulsionada, quedando en evidencia que mientras algunos excluidos y vulnerados buscan la forma para resistir la pandemia, otros la enfrentan en la comodidad de sus privilegios, en casas de 120 mt2 con piscinas, en fiestas y bares pasando por alto cuarentenas provistas por sus viajes por el mundo, dándose el gusto incluso de chocar ebrio; mientras, los obreros de la construcción ven en las posibles medidas del gobierno de paralizar faenas la posibilidad de descanso denegado por años de trabajo. La pandemia es tristemente desigual y es fiel reflejo de las desigualdades de clases.