¡Qué Ricardo Lagos se quede callado!
En Chile se desarrolla un clima de protesta social desde hace casi 5 meses. Las razones que han provocado estas manifestaciones guardan relación con una historia de abusos, corrupción y obscena desigualdad entre ricos y pobres. Esto se expresa en múltiples formas de violencia estatal: pensiones de hambre para jubilados, miserable salud pública, precarización de la educación, transporte público de alto costo, medicamentos impagables, policía corrupta, muertes de más de 1000 niños sin explicación en el SENAME, entre otras variadas formas de opresión social dirigidas a todo aquel que sea pobre, indígena, mujer, viejo, niño.
Este penoso escenario ha tenido, como consecuencia, una gran cantidad de personas conformadas por distintos niveles socioeconómicos y rangos etarios, viviendo con un altísimo grado de frustación, impotencia y rabia por el constante robo de los recursos del Estado. En contraposición al aumento descarado de las arcas individuales de un grupo de empresarios, políticos y agentes estatales que se han enriquecido a costas de la miseria de todas las demás personas.
Tuvieron que pasar décadas de abusos para que este contexto explotara y nos tocó con el peor presidente que la postdictadura podía ofrecer. Sebastián Piñera encarna, a mi juicio, a un sujeto desprovisto de todo valor humano, incapaz de ayudar a otros que no sean parte de su cofradía familiar, donde lo único que lo moviliza es el sentido material de reglas y leyes inventadas para beneficios de unos pocos.
No obstante, pese a esta cruda realidad actual, hay una trayectoria política de un conglomerado que gobernó por 20 años, el que no queda incólume por su gran responsabilidad con la actual crisis política y social.
Me refiero a la Concertación de partidos por la democracia encabezados por Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Este grupo de sujetos no hicieron NADA más que aumentar las brechas sociales, dándoles más ventajas a los privados, consesionando por décadas las carreteras, traspasándoles las pérdidas de las AFP a las personas, permitiendo la corrupción en carabineros y las fuerzas armadas sin realizar reforma alguna que dejara atrás el actuar criminal de dichas instituciones, militarizando la Araucanía, siendo sumisos ante la criminalización de dirigentes indígenas y el asesinato de mapuche en el Sur.
Este listado de injusticias y trato vejatorio hacia el Pueblo chileno y mapuche, se queda corto. Sin embargo, lo sintetizo en virtud de las declaraciones de Ricardo Lagos en entrevista en CNN, donde señala su opinión en torno a una posible destitución del actual presidente Sebastián Piñera. En dicha entrevista Lagos expresa su tajante rechazo a tal posibilidad.
Frente a estas y otras declaraciones donde además criminaliza a la primera línea, no me queda más que solicitar amablemente: ¡Qué Lagos se quede callado! Si quiere opinar que vaya en abril a votar en el plebiscito, pero mientras tanto, sería prudente que él y su hijo ocupen su tiempo en hacer la fila en el Servicio de Impuestos Internos para pagar las contribuciones que deben hace 29 años por sus casas de veraneo en Caleu (Ciper, 2020), en vez de estar opinando tanto sobre un contexto que él mismo contribuyó a forjar.
De esta manera, si los medios de comunicación quieren consultar la opinión de la gente que realmente sabe lo que está pasando en Chile, vayan y entrevisten a Gustavo Gatica, tengan en sus paneles de televisión a Patricio Bao, inviten a la hermana de Fabiola Campillai, consúltenle a la abuela que está en la última línea del hospital esperando una atención digna que nunca llega. Ahí tienen de verdad la representatividad, claridad y discursos que pueden dar una real solución a esta crisis. Pero porfavor, no le pregunten a un ex presidente que hasta el día de hoy percibe los beneficios del Estado y que no es capaz ni siquiera de cumplir con sus obligaciones como ciudadano pagando sus contribuciones. Con el agravante que ha sido el mayor implementador de políticas neoliberales disfrazadas de democracia en el país, plantando la semilla del transantiago y dejándonos de herencia la concesión impertérrita de las carreteras chilenas.