Muchas veces me han preguntado cómo se vive el estallido social desde éste, el lugar habitado más lejano del planeta, y mi única respuesta es con solidaridad y empatía, porque la sociedad, más allá de la distancia geográfica, quiere un nuevo Chile, donde el Mo´a, el respeto en lengua rapa nui, prime por sobre el aprovechamiento de unos pocos en desmedro de la gran mayoría.

Lamentablemente eso es que lo que hoy estamos viviendo como pueblo, luego del anuncio del Gobierno de la realización de una Consulta para derogar los artículos 13 y 14 de la Ley Pascua, que, como todos saben, dicen relación con la rebaja de pena para quienes cometen delitos de violencia sexual. He sido enfático en señalarlo, y aprovecho esta columna para reiterarlo, la violencia es inaceptable, sea ésta en contra de la mujer, de los niños, de los hombres o de los koros o las nuas (abuelos y abuelas). La violencia, en todas sus formas, la violencia sexual entre ellas,es absolutamente repudiable; por tanto, estoy de acuerdo con el fondo de esa Consulta, pero no con la forma.

No soy una persona irresponsable y asumo mis palabras, porque siempre seré consecuente con mi pueblo rapa nui. No es el momento para realizar una consulta, menos que se nos imponga desde el Gobierno a razón, entre otros objetivos, de aprovechar una materia sensible, como son los temas de género, para sacar dividendos políticos y aumentar el escaso 6% de aprobación que hoy tiene el presidente Piñera.

La Ley Pascua es el resultado del reconocimiento del Estado a la violación de los derechos humanos que vivió el pueblo rapa nui durante décadas. Chile tomó posesión de la isla en 1888 y recién en 1966 nos otorgaron la ciudadanía. Hasta ese entonces éramos simples kanakas, ósea, nada, así se nos llamaba. Anualmente se enviaba un informe cuantitativo al gobierno de turno, donde se le señalaba que en la Isla había tantas ovejas, tantos caballos, tantas vacas y tantos kanakas. Esa era nuestra importancia. Esta Ley viene a reparar ese daño, es una conquista de nuestro pueblo que no se puede perder. Una cosa es derogar esos articulados y otra cosa es poner en peligro esta conquista, fruto de nuestro propio sufrimiento.

Mi planteamiento es concreto: sentémonos a dialogar respecto a esta materia, conversemos como pueblo para buscar un nuevo mecanismo legislativo, acorde a los tiempos, que derogue los artículos 13 y 14, pero que siga protegiendo a la etnia. Pero hagámoslo de forma seria, no de manera apresurada, para sacar dividendos políticos. Para eso mi pueblo no se presta. La Ley Pascua es el único instrumento legal que reconoce al pueblo rapa nui y si es necesario cambiarla, hagámoslo, pero luego de un análisis exhaustivo que finalice en un nuevo reconocimiento y éste debe ser la Autonomía, en un nuevo Chile que emerge y que camina hacia la autodeterminación y hacia un Estado plurinacional.