Hildur Guðnadóttir, la compositora islandesa que musicalizó "Joker"
Centrándonos en los Oscar –que se entregan desde 1929–, la Academia ha premiado desde 1934 a los más destacados profesionales en las categorías “Mejor Canción Original” y “Mejor Banda Sonora Original” (categoría que ha concedido galardones diferentes: mejor música original, mejor adaptación musical, mejor música de comedia o musical y mejor música de película dramática, diferenciación que cambia y se unifica el 2000). En una mayoría abismante, todos ellos hombres.
Un dato que tristemente se ajusta al muy desbalanceado panorama general: de las 220 estatuillas entregadas a la fecha –tanto a mejor canción como a mejor banda sonora– desde 1934, 200 se han entregado a hombres, 15 a equipos mixtos, donde había alguna mujer (letrista o compositora) y solo 5 han sido entregados a mujeres compositoras.
La falta de diversidad en los premios hollywoodenses no es una cuestión nueva, pero sin duda su crítica ha incomodado en los últimos años gracias a los espacios ganados por el movimiento feminista. Uno de ellos, sin duda, abre un capitulo nueva en la música para películas gracias a la obra de Hildur Guðnadóttir.
Antes que la islandesa, solo cuatro mujeres músicas habían alcanzado la estatuilla dorada: Carly Simon en 1988 con ‘Let the river run’ (Working Girl) y Melissa Etheridge en 2006 con ‘I need to wake up’ (An Inconveninent Truth) en la categoría de mejor canción, además de Rachel Portman y Anne Dudley que ganaron en mejor banda sonora por lo realizado en Emma (1996) y The Full Monty (1997), respectivamente.
Intuición de madre
En el colectivo imaginario, la música islandesa más conocida ha propuesto extremos bastante marcados: o se está en la experimentación constante en sintonía con Björk, o se busca cómo traducir a sonidos un paisaje plagado de géiseres y auroras boreales en plan etéreo, a la usanza de Sigur Rós o Amiina. Hildur Guðnadóttir bien podría decirse que está justo en medio de esas vertientes, sobre todo si consideramos las dos bandas sonoras más comentadas de 2019: las de Chernobyl y Joker.
Ambos premiados trabajos reflejaron el espíritu de su composición: hipnótica, envolvente y audaz, donde evidencian una convicción: evitar un acercamiento demasiado ortodoxo a la música; dándose licencias para jugar y dejarse llevar por la curiosidad. Además, es una descollante intérprete, que manipula con maestría su chelo para lograr “de la simplicidad más intimista hasta el más formidable de los paisajes sonoros”, según ha confesado ella misma.
La singularidad de Hildur no es azarosa. Hija de un director de orquesta y de una cantante de ópera, ha comentado que su madre “escuchó mucho a Jacqueline du Pré estando embarazada de mí, e intuía que tendría una niña que sería cellista. Y aquí estoy”. Hildur se inició en el violonchelo a los cinco años. De formación clásica, sin prisa pero sin pausa ahondó sus conocimientos estudiando en la Academia de Música de Reykjavík y en la Academia de las Artes de Islandia, mudándose luego a Berlín –donde reside actualmente– para aprender programación y electrónica. En medio, ha colaborado con los experimentales Múm, los industriales Throbbing Gristle, y con el post-rock balcánico de Stórsveit Nix Noltes, y las sombras densas de Sun O))).
A su vez, ha desarrollado una carrera solista –con algunos discos firmados bajo el nombre de Lost in Hildurness– donde su música suena precisa y distante, deambulando en la vanguardia del pop experimental y la música contemporánea. Impacta la expresividad con la que las cuerdas de su chelo imprimen cada nota, que se liberan y comprimen como si el tiempo fuese un valor flotante, determinando la dureza o la fragilidad de la melodía, que se prolonga en el silencio y pierde toda su materialidad, como un pincel sin tempera que continúa su trazo hasta el final del lienzo.
En 2011 inició su periplo como compositora de bandas sonoras, realizando la música para el film de horror The Bleeding House. De ahí en más siguió escribiendo partituras para películas y siendo parte de orquestaciones con su chelo (como en Sicario y The Revenant en 2015), hasta que Jason Ruder, productor ejecutivo musical de Joker, conoció su trabajo y la recomendó como compositora a Todd Phillips.
Y antes de conocer esas ambientaciones, Hildur dejaba su marca con la escalofriante, opresiva y sombría banda sonora de Chernobyl, la aplaudida serie de HBO. La forma en que la islandesa encaró este proyecto es sorprendente: viajó a Lituania, se puso un traje antirradiación y se instaló durante horas en la central nuclear de Ignalina –donde se filmó la miniserie– para registrar el sonido ambiente y fuese la materia prima de sus composiciones. Ahí. hizo que el chirrido de las puertas, el movimiento de las turbinas del reactor y las salas de máquinas cobren vida y se vuelva algo siniestro e inquietante, y se respire oscuridad, a los que se suman acordes sensoriales que diseñan el paisaje sonoro de la tragedia nuclear.
Necesitamos escucharlas
"Quedé muy fascinada con el guión, porque se enfocaba en el recorrido personal que este personaje (Arthur Fleck) está atravesando y me pareció una interpretación muy interesante de un personaje con el que hemos vivido por mucho tiempo”, expresó Guðnadóttir en entrevista sobre su trabajo en Joker y el que la llevó a obtener su primer Oscar, la primera mujer en obtenerlo en este siglo. “La gente ha estado muy consciente sobre la falta de presencia femenina en la industria... y como resultado esto es lo que está pasando. Es maravilloso ser parte de esa visibilidad para las mujeres más jóvenes”, confesó.
Por eso, sus palabras en el Dolby Theater resonaron fuerte y adquirieron tanto valor: “A las chicas, a las mujeres, a las madres, a las hijas que escuchan la música desde adentro de ellas, por favor, hablen, alcen la voz. Necesitamos escucharlas", dijo Guðnadóttir al cerrar su discurso tras ganar su merecido premio. Palabras para no olvidar jamás. La compositora nos recuerda a todos que las voces –y el talento compositivo– de las mujeres importa.
Sobre el proceso de composición, el director Todd Phillips le mandó el guión meses antes de empezar a filmar, y desde su hogar se sumergió en la espiral descendente del némesis de Batman. “Empecé a escribir la música antes de que comenzara el rodaje y ellos pudieron usar algunas partes mientras filmaban, así que fue un proceso maravilloso para mí como compositora”, contó. Una de las escenas donde el realizador dio play a uno de los temas de la islandesa fue para la grabación del réquiem para la tan comentada escena del baño, con un inspirado Joaquin Phoenix que improvisó su ya famoso baile siguiendo el chelo de Hildur.