No, no hay heroísmo en los “Primera Línea”
La discusión es si los llamados “Primera línea” son héroes o villanos. Las conversaciones en familias o grupos de amigos solo se detienen en esa alternativa: buenos o malos. Valientes o delincuentes romantizados por un grupo que quiere ver heroísmo en todas partes; sin embargo, lo que no se ha hecho es detenerse a preguntarse qué son estos personajes, qué representan y en qué momento histórico aparecieron.
Quienes los defienden intentan buscar una historia triste y romántica. Hablan de que la mayoría viene del Sename y que al enfrentarse a Carabineros están llevando a cabo una batalla, una proeza de grandes dimensiones, ya que nos están defendiendo del Estado y la acción de la policía. Es decir, son algo así como nuestros escuderos, los que están ahí para que nosotros, los no tan perjudicados por la lógica sistémica, nos podamos manifestar. Eso muchos lo encuentran aplaudible. A mí me parece que no lo es tanto.
¿Por qué? Porque ver en esta especie de milicia civil a nuestros “cuidadores” es una forma nada de discreta de seguir utilizando a los productos de lo que reventó para que, en esta ocasión, se sacrifiquen por nosotros de una manera más específica, más concreta, como si sus vidas y sus orígenes sociales ya no fueran un sacrificio suficiente.
Pero eso a cierta parte de la población parece no importarle. Por el contrario, el hecho de que el “Primera Línea” ponga su cuerpo antes que el nuestro es visto por algunos como un acto político que le da sentido a la vida de ese ciudadano encapuchado que tuvo que salir a la calle por necesidad de mostrarse, lucirse, aunque sea sin mostrar la cara; aunque sea poniendo en juego lo que no tiene, lo que nunca tuvo y lo que busca suplir con el aplauso de los marchantes.
¿No es un poco irresponsable crear una mística en torno a quienes no tienen ni una sola? ¿No es un privilegio algo burgués crear épica donde solo hay pobreza, desprecio, marginación, delincuencia y un discurso político que intenta alimentarse con años de despolitización y, por ende, sin articulación alguna? Sería bueno hacernos esa pregunta en días en que hay quienes buscan darle un relato a la explosión de individualidades. Urge intentar hacerse cuestionamientos al respecto.
No lo neguemos, nos creemos revolucionarios gracias a otras personas que no tienen tanto que perder como nosotros. Cuando se acercan y dicen un par de frases, los escuchamos como si sintiéramos que lo que dicen es importante o maravillosamente prolijo, pero lo cierto es que no lo es porque son el resultado de algo que se está cayendo, aunque quieran combatirlo; sienten que tienen una misión porque les hemos dicho que la tienen, mientras nosotros solo tenemos la pueril tarea de ganarnos la vida y ser responsables con nuestras familias. Ellos no. A ellos les hemos dado el honor de poner su vida en riesgo; les hemos otorgado ese valor sobrehumano de no saber si es que van a volver a su casa luego de las protestas.
Y lo cierto es que no. No hay privilegio alguno en estar ahí frente a Carabineros; no hay épica ni menos heroísmo. Hay solo utilización vestida de admiración, como también condescendencia disfrazada de cariño y afecto.
Los “Primera Línea” no son salvadores ni guardianes de nada. Tampoco son sujetos admirables, ya que no se puede admirar lo que años de democracia transicional hicieron con personas y vidas. Eso es edulcorar la miseria.