En la mira: Kontana Kas y su instalación destinada a arder en el festival Burning Man
El arte tiene gran importancia en Burning Man. De hecho el festival se originó como una fiesta en el solsticio de verano del Hemisferio Norte, donde el principal ritual era la quema de una gran escultura humana. Desde fines de los años 80, el evento ha ido mutando con la presencia de obras efímeras instaladas durante los días de festival que al término de este son quemadas. Pese a que el intercambio funciona por regalo o trueque, poco a poco esta ciudad donde cada cual puede hacer y vivir como quiera, ha atraído también a los hombres más millonarios del planeta, congregando entre sus asistentes a los fundadores de Google, el presidente ejecutivo de Amazon, el fundador de Facebook, entre otros.
Still Alive fue la primera obra chilena y latinoamericana de gran escala en presentarse en el festival. Financiada a través de un crowdfunding, la artista recaudó cerca de 17.000 dólares más 8.000 dólares en otros aportes, logrando reunir cerca del 50% del costo del proyecto. Hace unos días realizó un evento de agradecimiento a todo el equipo, empresas y personas que apoyaron y colaboraron para que se presentara en septiembre en Burning Man. La instalación de madera de 8,5 metros de largo, se inspiró en el tema de ese año del festival: metamorfosis. Al ser contemplada o recorrida, podía generar diferentes atmósferas interactivas gracias al sonido, la luz y la activación de los sentidos de la vista, el oído y el tacto. De esta forma, el visitante se transportaba a “cualquier universo posible (desde el más micro al más macro) en una inmensidad que viaja desde un portal de inicio, el tránsito y un final (su quema), aproximándose a una analogía o metáfora del ciclo de la vida”, según explica Kontana.
En el desierto de Nevada, Black Rock City es una metrópoli temporal dedicada a la comunidad, el arte, la autoexpresión y la autosuficiencia, donde se presentan cientos de estructuras gigantes condenadas a desaparecer, iluminadas de noche con un cuestionable derroche de luz en un evento que plantea preocupación por el cambio climático. Durante toda una semana, las obras son utilizadas y vivenciadas por los asistentes. “El festival resalta el valor del arte altamente interactivo, impulsado por colectivos, con obras que permitan a los asistentes involucrarse en su concepción, creación y exhibición”, explica la autora. Este año postularon más de 4.300 artistas internacionales para obras de gran escala y solo fueron seleccionados 358 proyectos.
–¿Qué sensaciones te deja haber participado en este festival?
–La sensación de haber estado en la mejor escuela de vida, donde pude hacer arte en comunidad y para la comunidad sin esperar beneficios económicos. Por otro lado, los beneficios de poder haber realizado una obra en condiciones climáticas tan extremas y con más de 80.000 personas interactuando con ella fue el mejor desafío de toda mi vida, fue complejo y requirió de muchas especialidades para poder lograrlo lo que me enorgullece del tremendo equipo que somos.
–Se habla de abusos sexuales ocurridos durante estos encuentros, en que no hay límites de ningún tipo, ¿qué podrías decir al respecto?
–Hace ocho años que participo de este festival y nunca he oído o visto algún tipo de abuso sexual o físico. Es un lugar donde somos libre de expresarnos y de tener opciones abiertas a las que asistir y participar, como es el caso de algunos campamentos que regalan experiencias sexuales. Para asistir a ellos hay condiciones y mucho respeto entre participantes. Dentro de los 10 principios del festival está la inclusión radical y la expresión radical de cada uno de los participantes, así como otros principios que en su conjunto llevan a ser este festival para mí el mejor lugar del mundo para crear, evolucionar y aprender de otros.
https://youtu.be/iXRdxb95ySw