La Educación Parvularia y las demandas sociales en Chile
La Educación Parvularia ha tenido el reconocimiento y el reto de crear y sostener las condiciones para una educación a niños, niñas y niñes respetuosa, potenciadora, pertinente y consistente en la ampliación y fortalecimiento de su desarrollo y aprendizajes, en valor con la participación y compromiso de la comunidad educativa y local, y con la responsabilidad de su rol público en la construcción de los procesos educativos, culturales y sociales del país.
La Educación Parvularia en Chile, cumplió este año 2019, 75 años de trabajo que desde el año 1944 tuvo sus cimientos en la primera escuela de párvulos en la Universidad de Chile bajo el impulso y trabajo de Matilde Huici y Amanda Labarca, un proyecto educativo de formación académica en primera infancia, presente hoy en la Universidad y en diversas casas de estudios del país. Los años transcurridos para la formación y el ejercicio de la Educación Parvularia en Chile tiene su correlato con el apoyo gubernamental en la creación de la escuela de párvulos, la extensión de instituciones formadoras y la normativa gubernamental con la creación de una institución estatal para la educación en los primeros seis años de vida en el territorio nacional. En este recorrido, desde los años 90, la convención de los derechos del niño orienta las políticas públicas en infancia y contribuye a la profundización y amplitud de la importancia del ejercicio de la educación a niños y niñas y sus comunidades. Consecuentemente y desde esa década se ha impulsado una diversa normativa gubernamental tanto de acceso y orientación técnica, ya sea a la formación académica en Educación Parvularia, como al ejercicio de la profesión.
Si bien estos hitos han dado valor al trabajo educativo en primera infancia, ha estado aún pendiente dicho reconocimiento por parte del Estado de Chile, esto porque la políticas se han sostenido desde el paradigma de acceso y no de derechos tensionando, pauperizando e instrumentalizando el discurso social desde donde se sostiene los cimientos de la Educación Parvularia en Chile, que, a 30 años desde el inicio de una nueva etapa en el país, con el estadillo social del 18 de Octubre del año 2019, su nuevo aniversario no pasará como uno más, sino como uno de los años en que su labor adquiere nuevos énfasis y desafíos ante las demandas sociales y en respeto a los DD.HH.
Hoy, la defensa por políticas públicas hacia la primera infancia toman revuelo ante la exigencia de un nuevo trato hacia la niñez y la erradicación del espíritu mercantilista de las políticas públicas de orientaciones técnicas de corte neoliberal, conducentes a bajas condiciones laborales, estandarización al currículo que han dañado profundamente las relaciones al interior de comunidades precarizando la atención, la que se ha tecnificado con procesos burocráticos llevando a deslegitimar procesos pedagógicas sustanciales construidos por la propias comunidades educativas. De igual modo, se ha estado posicionando la crítica a las instituciones del Estado que debieran ser garantes reales de los derechos de los niños y niñas, basados en una educación hacia el desarrollo de la persona, no interponiendo en la educación en primera infancia, lógicas punitivas, de control ni de ribetes competitivos para la continuidad y el éxito en la educación de los niños y niñas.
En este contexto, se ha impulsado por parte de sus profesionales una crítica y resistencia a recientes iniciativas en políticas públicas y eso es preciso recalcar en su nuevo aniversario, con el propósito de desarrollar y ejercer una conciencia amplia y crítica de políticas hacia la educación y bienestar de la niñez, porque se reconoce la implicancia para el desarrollo de la persona, el sostenimiento de una comunidad educativa creativa, y cohesionadora de ideas y promotora de la generación de vínculos necesarios para la vida en sociedad. Porque la Educación Parvularia y por el bien sustantivo de niños, niñas, niñes, se sostiene en y con comunidad, reconociendo que los primeros años de vida tiene un correlato importante en la vida adulta y esto se hace con la comunidad ; que los niños y niñas son sujetos de derecho, los cuales debemos garantizar, con y en la comunidad, saber prevalecer ampliamente en los diversos ámbitos de la sociedad de la cual son parte y evitar de este modo toda violencia y vulneración que afecte su integridad, y esto se hace con y en comunidad.
En concomitancia, la educación a la primera infancia sostiene como propósito vital enfocamos para ser educadores, educadoras agentes de cambio en la sociedad con el desarrollo de una acción educativa que interpele, y transforme las prácticas educativas e impacte en la vida de las personas. Esta idea de rupturas a lo instituido es revolucionaria porque la Educación parvularia gozará de vida en tanto se interroga, se problematiza, se analiza, se crea. En este sentido, y tomando ésta ideas, el trabajo formativo al interior de las comunidades educativas gozarán de prácticas virtuosas, pero serían aún más potenciadoras , cuando refuerce la toma de conciencia y persistencia de las iniciativas para una atención educativa que rompe paradigmas tradicionales y se va posicionando desde diversos saberes colectivos.
El trabajo formativo académico en la formación y ejercicio de sus profesionales, precisa hoy la relevancia de pensar en el país desde su diversidad local comunitaria, de sus problemáticas, luchas y resistencias para una pedagogía de enseñanza pública, humanizadora, no sexista, decolonizadora y no patriarcal; respetuosa de los diversos saberes culturales de modo que impacten y tensionen el currículo y su operatividad, junto con profesionales y comunidades, agentes de cambio. Esto en correlato con iniciativas en políticas públicas para el fortalecimiento de instituciones educativas, del surgimiento y sostenibilidad de proyectos educativos de implicancia ética, en la formación del ser humano y en el sostenimiento de transformadoras prácticas pedagógicas.
Los años de ejercicio de la Educación Parvularia a nivel país se ha presentado en contextos diversos liderado por los y las profesionales que han reconocido la implicancia de su rol y compromiso educativo por la niñez en diálogo con un contexto nacional, regional y local. La sociedad y la equivocada a veces visión romántica hacia el rol de quien ejerce la tarea de educar en los primeros seis años de vida, invisibiliza su histórico rol político y hoy necesario de posicionar y fortalecer para seguir en atención y en resistencia a las injusticias sociales, para no perpetuar las precariedades en la niñez, y dar con ello, más consistencia y amplitud a su gran proyecto político formativo para promover y sostener profesionales de la educación conscientes de las causas profundas del discurso social, y del cambio educativo coherente que Chile necesita.