Patrick Hamilton, artista visual: “Chile despertó hace mucho tiempo, pero no había sido escuchado”
Hace años que Patrick Hamilton está obsesionado con “el ladrillo”, informe que la Armada le pidió a un grupo de economistas egresados de la Universidad de Chicago para implementar una vez que realizaran el golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende. Le siguió la pista al documento, que se transformó en la Biblia del neoliberalismo, hasta que el 2018 en la Biblioteca Hoover de la Universidad de Stanford encontró una copia de los apuntes originales que tomó Sergio de Castro de esas reuniones, realizadas semanalmente en la actual sede de la UDI en Providencia, entre 1972 y 1973.
Con el documento en sus manos, comenzó a experimentar con distintos materiales para hablar del tema económico, de la desigualdad y del valor del trabajo. El resultado lo presentó este año en el Museo Reina Sofía (Madrid), en la Fundación DIDAC (Santiago de Compostela) y desde el 4 de diciembre lo mostrará en la Galería Patricia Ready en Santiago.
–¿Cómo has visto desde Madrid las masivas protestas en Chile?
–Por un lado con pena, por la violencia y el desprecio que se observa por la infraestructura pública que nos beneficia a todos. Pero por otro lado, si el modelo neoliberal se impuso en Chile con una fuerza y violencia brutal, es comprensible desde cierto punto de vista que mediante actos de violencia, que es la suma de rabias acumuladas por décadas, se intenten producir cambios sociales que llevaban mucho tiempo exigiéndose desde una parte de la ciudadanía y que no eran escuchados.
–En los últimos años las artes visuales, el teatro, el cine y la literatura han criticado bastante el neoliberalismo y la desigualdad, pero desde la élite política y económica en Chile dijeron que el tema los sorprendió. ¿Qué opinas? Te pregunto porque es la misma élite que viaja y se toma fotos afuera de los museos europeos, pero parece que no entran a ver las obras.
–Viví en el centro de Santiago durante 20 años. Desde la revolución pingüina del 2006 y, con mayor intensidad desde las protestas del 2011, había marchas prácticamente todas las semanas, partiendo por la educación, pero después fue la salud, las pensiones, y así. Creo que la gente que tiene el poder económico del país tenía claro que había un tema de abuso de décadas. Lo que pasa es que toda la rabia e injusticia acumulada estalló ahora de una manera que no esperaban. La élite ha sido consciente de la desigualdad desde hace mucho tiempo, pero se han hecho los hueones, por decirlo en buen chileno. Por eso estoy en contra de la idea que Chile despertó ahora. Chile despertó hace mucho tiempo, pero no había sido escuchado.
–En medio de las protestas sociales presentarás El Ladrillo en Galería Patricia Ready, cuyo tema central es este informe hecho por los Chicago Boys que se transformó en la guía económica durante la dictadura y que sigue hasta la actualidad.
El proyecto conecta ese informe que sirvió de base para la política económica de la dictadura de Pinochet –y que después el CEP publicó como un libro en 1992–, con la crisis del ladrillo, como se llamó en España a la crisis del mercado hipotecario a nivel global en 2008, y también con el ladrillo como aquel material de construcción que todos conocemos y que representa el precario mundo del trabajo.
–Hace unas semanas en Lo Castillo (Vitacura), salieron personas con chalecos amarillos para “defenderse” de los manifestantes de otros barrios de Santiago que podrían llegar. Manifestantes que nunca llegaron. Esos son los vecinos de la galería donde va a ser la exposición.
–Si un espacio cultural del centro me hubiera ofrecido buenas condiciones, lo hubiera hecho ahí. Lo intenté en algunas instituciones y había cero recursos o me dieron un portazo en la cara. Debo decir que en la Galería Patricia Ready me han dado muy buenas condiciones y no han puesto ningún problema. Y pasa que cuando exhibes en el centro le hablas a los parroquianos con los que se comparte una mirada y que están todos bastante convencidos de lo mismo. En cambio acá voy a tener la opción de hacer reflexionar a gente que es más bien del otro lado.
–Que son estos mismos vecinos que vimos en la tele y en las redes sociales armándose.
–Así es. Por otro lado, hace siete años que no exhibo en Chile y tengo muchas ganas porque he dedicado más de dos décadas a reflexionar sobre estas cuestiones, y si bien exhibo en España, Estados Unidos y otras partes del mundo, en Chile es donde tiene más sentido mostrar mi trabajo. Y cuesta mucho hacerlo por la falta de condiciones, aunque debo decir que trabajo bajo la idea de la economía de recursos y no requiero grandes presupuestos. De hecho trabajo con materiales muy pobres ya que me parece un acto de coherencia con el discurso de crítica política y económica que intento hacer. Por eso me parece inconsecuente y cínico que artistas contemporáneos que critican el sistema necesiten 100 mil euros para producir una obra desde su torre de marfil. Creo que si estás haciendo un trabajo de crítica económica puedes ser coherente y trabajar de una manera en que no sea todo un súper espectáculo, pero bueno, el arte contemporáneo tiende a eso.
–Casi todas las galerías están en Vitacura. ¿Cómo lograr que los museos puedan financiar exposiciones, comprar obras y llegar a más públicos?
–Es inmoral que el Museo de Bellas Artes siga en este estado. Da pena verlo y lo puedo atribuir a que no ha habido un compromiso real del Estado, ni en los gobiernos de la Concertación ni de Piñera. Además, el Estado se ha dedicado a subvencionarles la vida a muchos artistas a través de los fondos concursables y hay poco dinero para ejercer políticas directas, como podría ser una recuperación del museo y transformarlo en un centro de primera línea, mejorar su infraestructura e incrementar sus colecciones. Y tampoco ha habido mucha participación de los privados.
–¿Y la promoción del coleccionismo? Porque es raro que obras sobre la desigualdad del modelo económico las tengan coleccionistas que han hecho fortuna con inmobiliarias y especulación financiera.
La relación entre arte, dinero y poder es compleja y ha existido siempre. Es la historia del arte mismo, ya que este florece mayormente donde hay dinero. Eso sí, hay distintas maneras, como Francia que tiene un modelo de fomento del arte más centralizado desde el Estado, y Estados Unidos que se basa en dineros privados. Y sí, hay dinero que viene de la explotación y otros que vienen de lugares donde se han hecho bien las cosas. No todo el dinero es sucio, pero sí es una relación compleja y las galerías están en Vitacura porque ahí está el dinero.
–Metales Pesados y AFA estaban en el centro. Una cerró y la otra se tuvo que ir de Plaza de Armas porque nadie iba a comprar ahí.
–Así de corta, Santiago es una ciudad segregada y la gente vive en sus parcelas. Es una de las consecuencias del modelo porque en Chile la gente vive su vida, y ojalá encerrada, con pocas posibilidades de mezclarse. No existe la idea de comunidad, tiñeron la palabra de comunista y para ciertos sectores de la sociedad chilena es inconcebible ver al otro como un igual. Chile debe ser el país más arribista del mundo, todos quieren demostrar ser más que el otro.
–Incluso se endeudan para seguir aparentando un mayor estatus social.
La sociedad se crea una imagen de sí misma que no tiene relación con la realidad y eso también ha estado en crisis estas últimas semanas. Por eso creo que el arte tiene la “misión”, así entre comillas, de levantar la alfombra de la realidad y ver qué hay debajo. En ese sentido mi trabajo ha tendido a la crítica social, política, económica. Y cuando levantabas la alfombra de la sociedad chilena, lo que había era mucha desigualdad, injusticia, abuso y una economía que se basa en el doping. Chile es una sociedad que ha vivido durante 20 años de doparse y esa droga perversa, que ha enriquecido a unos pocos y empobrecido a la mayoría, es el crédito. Y el crédito, como es una droga te causa satisfacción en un primer momento, pero luego de consumirlo durante años causa mucho daño.