Acuerdo por la paz y nueva constitución en Chile: ¿Convención o asamblea?

Acuerdo por la paz y nueva constitución en Chile: ¿Convención o asamblea?

Por: Carolina Bruna | 23.11.2019
Es indispensable salir de la lógica de la representación que conocemos y abrir espacio incluso a que un porcentaje sea por sorteo, como se ha dicho en una columna, que toda realidad chilena sea representada. Sería importante la participación comunal y de las diferentes regiones de este angosto y largo país, ya que en cada una de ellas la realidad es diferente. Por ahora quiero insistir que tanto el uso de las palabras como el detalle de la propuesta es sumamente relevante para poder entender de qué estamos hablando.

Foto Portada: Marcela Bruna

El pasado viernes 15 de noviembre, a casi un mes del comienzo de la revuelta en Chile, las personas que habitamos este país despertamos con una aparente gran noticia.  Parlamentarios de izquierda y derecha habían logrado un gran acuerdo que llamaron “Acuerdo por la paz social y una nueva constitución”. Este acuerdo propone la redacción de una nueva constitución que habrá nacido en democracia y con la posibilidad de ser escrita por una “asamblea constituyente” que, en los acuerdos establecidos entre derecha e izquierda terminó por llamarse “convención constituyente”. Dejar atrás una constitución nacida en dictadura y producto de una elite, escrita a puertas cerradas a espaldas del pueblo, parece una noticia esperanzadora. A casi una semana de este acuerdo, lo que parecía un cambio de aire no fue tal, la calle sigue movilizada y diferentes actores sociales se han manifestado presentando apoyo -parcial o completo- o con desconfianza ante el documento en general o algunos de sus puntos. Personalmente, aunque me parece un buen pie tengo varias dudas, además de una objeción al nombre que se le dio. Trataré de detallar en este lugar solo una de ellas ¿a quién representa este acuerdo por la paz social y nueva constitución? Considerando que los parlamentarios hablan por el pueblo ¿se pensó lo relevante que es para la gente del lenguaje común que la expresión asamblea fuera cambiada por convención? Estas preguntas además están en la base de lo que en Chile se está llamando la necesidad de un nuevo pacto social en el que las y los chilenos participemos todos ¿cómo lo haremos?

Parecería tonto si insisto en preguntar quienes han hablado cuando el “acuerdo de paz” se logra, se me podría decir el pueblo de Chile a través de sus representantes. Insistiría con un tema ya avanzado, el modo en que entendemos la representación política está en crisis y eso no es novedad. Está en crisis porque la lógica procedimental desde la que responde, es una lógica que nos ha polarizado centrándonos en la vida individual y en la delegación de participación. Así quienes han logrado el acuerdo de paz hablan por el pueblo sin dar cuenta de su diversidad y su desigualdad económica y cultural. Me explico, Chile es un país muy desigual, lo que es tan importante y quizá más significativo como sello de identidad que la diversidad. De hecho, en la lucha de este último mes por un país más justo, poco menos de 300 personas han perdido por lo menos un ojo y está confirmado que al menos uno de ellos ambos. Como se ha podido ver en la prensa nacional e internacional, al vivir en condiciones tan precarias, quienes han quedado tuertos o ciegos piensan que dicha pérdida es un precio menor si se logran ciertas demandas que anteceden la nueva constitución, estas son renta básica, pensiones y salud dignos. Además de esas demandas no parece coherente embarcarse en respaldar este acuerdo incondicionalmente sin una comisión de verdad y justicia por todas las violaciones de ddhh entres las cuales se cuenta la que he mencionado antes. Por eso el nombre jamás podría haber sido acuerdo por la paz. En el horizonte de la gente que está en la calle ronda la necesidad de respuestas a esas demandas y rondan las siguientes preguntas ¿El nombre “convención constituyente” qué tipo de representación expresa? ¿podemos seguir con el mismo sistema de representación política que está en crisis local y global?

El cambio de nombre “asamblea constituyente” por “convención constituyente” no es un asunto menor para las personas que no manejan tecnicismos. Abogadas y abogados constitucionalistas y profesionales de la ciencia política han tratado de ilustrar y explicar que la expresión convención representa o expresa la misma estructura que la asamblea. Parece esta actitud un gesto muy noble pero, me pregunto si se habrán dado cuenta, tanto ellos como los parlamentarios, que el uso de las palabras es muy relevante, que por algo la derecha no ha querido aceptar la expresión asamblea. El gesto de educar al pueblo desde arriba explicando lo que es una palabra en uso hace sentir a una parte de Chile como si se le impusiese desde arriba el modo en que se deben entender las expresiones que usamos cotidianamente según estas autoridades erradamente. Por la misma razón, las personas que siguen protestando y también personas de otras áreas de conocimiento distinto al jurídico no aceptan la expresión “convención constituyente”. La palabra convención no vehiculiza, ni simboliza ningún significado socialmente relevante, es más, convención para cualquier persona chilena y según los diccionarios refiere a convencional, significa, popularmente, acuerdo a una norma aceptada entre un grupo de personas e incluso para muchos suena a reunión empresarial. En caso alguno la gente común entiende con ello que se está invitando a la deliberación colectiva que hoy necesitamos. Es verdad que mirando al pasado luego podremos disputar el término al igual que ha sucedido en Chile respecto de la expresión poder constituyente. Pero para que el cambio de constitución penetre en la sociedad que somos y sea representativa de ella debemos ocupar los conceptos que circulan en la calle y no imponerlos. Si la expresión convención tiene solo sentido para quienes participan de la política de partidos entonces se está excluyendo a la gente que ha estado estos 31 días en la calle protestando. La expresión asamblea suena para el pueblo chileno como un llamado a la discusión no solo a personas de partidos políticos si no que, también a aquellas personas que han sido agentes menores y que no son figuras públicas. Quizá el asunto estaría resuelto y se entendería la analogía entre dos conceptos si gobierno y parlamentarios aclararan la siguiente pregunta ¿cómo estará compuesta esta “convención” constituyente? ¿Se llamará a elecciones publicas en la misma lógica de partidos? Si la respuesta a esta ultima cuestión es afirmativa, la constitución seguirá siendo de una elite, porque en el marco de la representación política partidista, quienes más oportunidades tienen de representar son aquellos políticos de profesión que son quienes han decepcionado gravemente al pueblo chileno.

¿Tendrán oportunidad de participar los movimientos sociales, los barrios, estudiantes secundarios y personas que realmente frecuentan el servicio público de salud? ¿podrán haber elecciones barriales, comunales no partidistas? En Chile casi todos los políticos (no puedo decir todos) cuentan con servicio privado de salud, porque en chile el servicio publico de salud es equivalente a aumentar las posibilidades de morir, especialmente cuando se tiene una enfermedad extraña o crónica. No porque nuestros médicos sean malos, de hecho son buenos, ni porque tengan mala voluntad, de hecho hacen una labor publica, sino que porque simplemente no dan abasto y los hospitales públicos no tienen las condiciones, así la gente puede morir esperando. Pasa algo igualmente terrible si pensamos en educación. Quienes llegan a los estudios universitarios vienen de los mejores colegios y muchas veces de los más caros de Chile.

Como se sabe los políticos mundialmente han defraudado. Entonces ¿cómo vamos a sostener o proponer una convención que se levante en la misma lógica que nos ha decepcionado? En Chile aún no sabemos cómo se organizará, esperemos que a las elecciones de representación política que ya conocemos, se sumen otras formas que produzcan una asamblea que de cuenta lo más cercanamente al país que somos. Es indispensable salir de la lógica de la representación que conocemos y abrir espacio incluso a que un porcentaje sea por sorteo, como se ha dicho en una columna, que toda realidad chilena sea representada. Sería importante la participación comunal y de las diferentes regiones de este angosto y largo país, ya que en cada una de ellas la realidad es diferente. Por ahora quiero insistir que tanto el uso de las palabras como el detalle de la propuesta es sumamente relevante para poder entender de qué estamos hablando. En un país de elite cultural y económica se requiere hacer bajar la información y la cultura cívica para asegurar la mayor participación, pero al mismo tiempo no solo esperar que el pueblo responda con términos que le parecen equívocos, el tipo de constituyente quiere, sino que también pueda cuestionar y deliberar en el proceso que comenzaremos. Se debe asegurar que participe toda la comunidad de otro modo nuestra constitución seguirá siendo de algunas personas privilegiadas y no podremos dar cuenta de la colectividad.