Las voces que se alzan en los territorios
Soledad Mella tiene 49 años, la misma edad de Lo Hermida, su población, y por la cual ha sido dirigenta hace más de 35 años. También es vicepresidenta del Movimiento Nacional de Recicladores de Base, donde representa a gente que lleva toda una vida en un rubro que hoy - con la nueva Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP)-, está en peligro de desaparecer.
"En el movimiento hay recicladores que tienen cuarta, hasta quinta generación trabajando en lo mismo: reciclando, recolectando, evitando el colapso de los vertederos y de los rellenos. Y ahora ellos (el gobierno) nos dicen a nosotros: 'estamos viendo cómo los vamos a incluir dentro de la ley'. ¿Por qué un personaje que nunca en su puta vida ha reciclado me va a decir a mí cómo me va a meter dentro de un sistema del cuál soy parte hace más de 20 años? Y mis compañeros por 60, 70 años'", se pregunta.
—¿Cómo ha visto desarrollarse su territorio a lo largo de los años?
-Creo que ese es uno de los temas que confunde mucho a este sistema. Cuando ven el desarrollo de una población que ya no tiene tierra, confunden esa riqueza material con la riqueza humana. Lo Hermida es una población que ha salido adelante con mucho esfuerzo y con mucho trabajo, el cual se ha hecho a través de los y las dirigentes sociales, los territorios y también del esfuerzo de los vecinos que han vivido aquí toda su vida.
—¿Cómo se están organizando ahora?
-Aquí hay un trabajo territorial desde hace muchos años, desde antes de la dictadura incluso. Siempre ha existido el movimiento social, siempre ha habido manifestaciones en este territorio (…) Los chicos de la junta de vecinos número 18, de la 19, la 17, han estado organizando a los vecinos, haciendo asambleas populares, tratando de levantar algún tipo de cabildo, actividades culturales para bajar un poco también la ansiedad y dándole fuerza a todos; diciéndoles que es la única forma de que de una vez por todas nos escuchen.
—El nuevo ministro del Interior, Gonzalo Blumel, ha llamado en reiteradas ocasiones a condenar la violencia. ¿De qué violencia habla, en su opinión? ¿Cómo se contrasta esta con la violencia que puede observar?
-¿No es violento levantarte a las seis de la mañana e ir como sardina adentro de un metro? ¿No es violento que los cabros que salen de cuarto medio no tengan derecho a seguir educándose? ¿No es violento que los viejos vayan al hospital y no tengan remedios? ¿No es violento que una persona con un cáncer avanzado no pueda atenderse? ¿De qué violencia hablan? ¿No es más violento que un militar le dispare a un cabro a quemarropa? ¿No es más violento que violen a la gente que toman detenida? ¿No es violento torturar a una persona? Que bajen de una vez ese discursito de la violencia, cuando ellos han sido siempre los más violentos. Ellos generaron esto. Nosotros somos consecuencia de una violencia sistémica.
—En ese sentido, la gente que prende barricadas, que incendia supermercados, que saquea, ¿son delincuentes como lo ha dicho el gobierno?
-No. Yo creo que los únicos delincuentes están en el gobierno. Los cabros son consecuencia de un sistema neoliberal injusto, que no valora a la persona, sino que al número. Aquí las familias no tienen un puro trabajo, tienen dos y hasta tres para poder subsistir y pagarle los estudios a nuestros hijos. Aquí dicen 'todos pueden emprender', 'todos pueden ser mejores', pero ¿quiénes son los 'todos'? Los mismos de siempre, los menos. El que prende una barricada, el que hace algún destrozo, es porque ha sido la única forma de que nos escuchen. 'Aula Segura' fue la mejor herramienta que ellos encontraron para responder a los jóvenes: más represión, más violencia. Entonces qué esperan, si ellos están creando a estos cabros. Ellos están armando cabros con odio. Ellos generan la violencia. Que asuman.
—En torno a las propuestas que se plantearon desde el gobierno y las que han surgido desde la oposición, ¿cree que esta última puede representar y canalizar de buena manera las demandas, o deben dar un paso al costado?
-Creo que tienen que dar un paso al costado. Todo lo que se ha propuesto lo vienen prometiendo, no sé, ¿cuántos gobiernos? Siete gobiernos en total: cinco de la Concertación y dos de la derecha. Todos han prometido lo mismo durante estos 30 años. ¿Piensan que aún les vamos a creer?
—¿Ninguna de las medidas que ha propuesto la oposición reflejan lo que quiere el pueblo? Plebiscito, asamblea constituyente o nueva constitución.
Es que se están agarrando de nuestras demandas. La Concertación siempre se ha entregado al mejor postor. Son los que terminan de pelear en un debate televisivo y después se van a almorzar todos juntos. Yo no les creo y nadie les cree. Yo no soy comunista, tampoco soy terrorista y tampoco soy de derecha. Simplemente soy Soledad Mella, una pobladora con harta consciencia de clase y territorial. Y ellos a nosotros no nos representan. Ellos no conocen ni les interesa lo que nosotros necesitamos. Esto siempre es desde arriba hacia abajo y estamos cansados de que sea así. Esto es desde abajo hacia arriba. ¿Quieren construir? Construyan con nosotros. ¿Quieren hacer leyes? Tienen que hacerlas con nosotros.
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Mario Villanueva (68) dice que las marchas han sido un buen ejercicio para él. Está más que acostumbrado, ya que es dirigente social desde los 20 años: primero estudiantil, luego sindical, cuando como trabajador social llegó al sector de la salud pública, y ahora como jubilado. Era tan respetado en la Confederación Nacional de Profesionales Universitarios de los Servicios de la Salud (Fenpruss), que le pidieron que los siguiera representando, junto a otros delegados de la mesa.
Hoy, como pensionado, forma parte del comité ejecutivo de la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y Trabajadores No + AFP, organización que se encuentra dentro del bloque sindical de Unidad Social, uno de los más fuertes de este conglomerado que junta más de 115 asociaciones sociales, gremiales, estudiantiles, feministas y medioambientales, entre otras. Fue por estar a la cabeza de estas agrupaciones de trabajadores que Mario aparece en la lista de los dirigentes que vigila Carabineros, filtrada hace unos días.
"Convocamos al resto de las organizaciones este año a que nos uniéramos. Ya no podíamos seguir luchando cada uno por separado contra un modelo neoliberal que viene de la dictadura y que ha continuado en tiempos de esta 'democracia limitada'. Si bien cada sector luchaba por sus demandas y derechos, no les hacían caso. Entonces tuvimos que unirnos para luchar todos juntos. Convocamos una reunión con las otras organizaciones y nos pusimos de acuerdo en los derechos fundamentales. Sacamos un manifiesto en el que convergieron diversas agrupaciones: la CUT, el Colegio de Profesores, la ANEF, Cones, la Confech, la FECH, los movimientos ambientalistas, muchos grupos. Fueron alrededor de 40 las originales que crearon Unidad Social".
—En ese sentido, ¿hay algún sector o bloque que tire más fuerte o que tenga un rol organizador dentro de este conglomerado?
-Faltan resolver muchas cosas, en el sentido de lo que es la conducción de este proceso, pero sí hay un núcleo que está jugando un rol conductor, que es Unidad Social. Y dentro de Unidad Social, en particular, el bloque sindical, que es la agrupación de las principales agrupaciones sociales sindicales, y dentro de las cuales se encuentra No + AFP. El Sindicato Interempresa Nacional de Trabajadores de la Construcción, Montaje Industrial y Afines (Sintec) también es muy importante, porque ha hecho de puente para invitar a otros sectores fundamentales en la producción del país, que son los puertos y los mineros, por ejemplo. Tuvimos una reunión la semana pasada, se sacó una declaración y se tomó el acuerdo por parte de todas estas organizaciones del bloque sindical, las que realmente inciden e influyen en la marcha del país, de convocar una huelga general el próximo martes 12 de noviembre. Se va a convocar a todas las organizaciones sindicales a paralizar el país para exigir el petitorio que está construido, y que tiene como demanda principal una nueva constitución y una asamblea constituyente. Y el segundo gran acuerdo fue que se convocaría un plebiscito por la asamblea constituyente, autofinanciado, desde el mundo social.
—¿Cómo se están organizando las demandas de tantos sectores y organizaciones, como para que tomen ese tipo de decisiones?
-A lo que se ha llamado es a que todas las organizaciones ordenen sus demandas para que presentemos un solo documento. Pero debemos tener claro con quién vamos a negociar y qué vamos a negociar. Se lo dijimos incluso al jefe de Defensa Nacional en Estado de Emergencia, cuando nos reunimos con él las cuatro organizaciones de trabajadores –CUT, ANEF, Colegio de Profesores y No + AFP— para ver el tema de permisos para las marchas. Le dijimos que no teníamos ningún problema en reunirnos con la autoridad, cuando él nos preguntó si estábamos dispuestos. Pero no con cualquiera, con el Presidente de la República y que nos llamé él. Como Unidad Social sintetizamos las demandas sociales de este país. Pero quieren sacar las castañas con la mano del gato, con estos famosos encuentros ciudadanos, invitando a estas organizaciones que no representan a nadie y que han sido parte de todo este entramado institucional que se generó post dictadura.
—¿Qué ha podido observar en los últimos días cuando sale a marchar?
-He observado mucha represión. El lunes fue brutal. Aquí hay una violación a los derechos humanos sistemática, a diferencia de lo que ha dicho Alejandro Micco (INDH). Por algo le están pidiendo la renuncia sus propios funcionarios. También está el tema del seguimiento. Como pudiste ver, hay nueve dirigentes a los que se nos ha hecho seguimiento por parte de Carabineros, por estar encabezando demandas; en el caso nuestro, con Mesina y Carolina que somos de No + AFP, aparecemos ahí los tres. ¿Cuál es el delito que hemos cometido? ¿Luchar por mejores pensiones para los chilenos? ¿Luchar contra un sistema fracasado? Por eso estamos en la mira de los servicios de inteligencia.
—¿Qué opinión le merece entonces la inteligencia de Carabineros? ¿Los recursos que se le dan a la institución y cómo se utilizan?
-Es inaceptable que con los recursos del Estado, de todos los chilenos, la inteligencia de Carabineros la use contra el mundo social y los dirigentes, en vez de destinarla a perseguir a los verdaderos delincuentes y al narcotráfico.
—¿Le parece que es necesaria una reforma a la policía?
-Sin duda. Se requiere de una reforma profunda a las instituciones policiales y de las Fuerzas Armadas, porque mira todo lo que ha pasado con la corrupción en el Ejército, eso no puede pasar colado en este tiempo. No ha habido, con el retorno a la democracia, una reestructuración profunda y democrática de las Fuerzas Armadas y de Carabineros. Y Carabineros, aparte de la reforma que debe hacerse, incluso debe permitir la sindicalización de sus miembros, como sucede en muchos países del mundo.
—¿El del día 12 es un paro indefinido entonces?
-Eso lo determinará el comité de huelga que se constituyó, que va a evaluar cuál es la respuesta del gobierno. Pero más que del gobierno, del gran empresariado, que es el que está mirando cómo sus intereses están en juego. Si esto continúa, el que va a presionar a Piñera, además del movimiento social, va a ser el propio gran empresariado".
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Valeria Bustos es presidenta de la junta de vecinos El Progreso, de Santiago Centro. Además, participa del Comité de Vivienda por un Santiago Multicolor. “Nosotros nos definimos como el patio trasero de la comuna de Santiago. Somos un sector de clase media baja, con alta presencia de migrantes. También con una alta participación de la diversidad sexual, de trabajadoras sexuales y de gente transgénero. Somos un territorio con una población joven, que en los últimos diez años se ha duplicado. Tenemos una parte patrimonial y en la otra la invasión de los guetos verticales. Se podría decir, en general, que reflejamos este nuevo Chile distinto, este Chile multicolor”, explica la dirigente, quien, junto a su gente, ha salido a cacerolear todos los días al punto de encuentro que tienen fijado para manifestarse durante el año: afuera del metro Matta, en Santa Rosa.
—¿Cómo se ha visto la revuelta social en Santiago Centro? ¿Cómo lo han visto los migrantes en comparación a los chilenos, por ejemplo?
-Creo que todos hemos sentido miedo, pero no a la manifestación, sino al Estado policiaco que se instaló. Un miedo a la represión, a los militares, a Carabineros, a la furia desatada, a las balaceras. El miedo es a un gobierno que no ha sabido dialogar. Eso en cuanto a la mayoría. En el caso de los migrantes, es el miedo de estar acá en un Chile que no les dijeron que existía. En nuestro territorio la población migrante es mayoritariamente venezolana y a ellos se les vendió el oasis. El país de la calma y de la estabilidad, lleno de derechos. Y al venir, con todo lo que ha pasado, se han dado cuenta de que no es tan así. Ya han fallecido personas migrantes. No son pocos los fallecidos y los desaparecidos también, en circunstancias no aclaradas. El miedo generalizado es eso, no saber si vas a volver a casa.
—¿Habla que en el último tiempo de manifestaciones han desaparecido migrantes?
-Claro, son de las cifras no oficiales. Nos han llegado datos de un haitiano muerto. También tenemos datos de una joven colombiana muerta, que ya está en las cifras oficiales. Venezolanos también hay muertos. Entonces, los muertos en este país, como siempre, son los pobres.
—¿En su territorio la gente sale a manifestarse? ¿Cuál es la realidad?
-Los primeros días fueron un poco de sensación de caos. No sabíamos qué pasaba. Se hizo toda una campaña de que iban a venir los saqueos y que íbamos a ser atacados. Esas primeras noches del viernes y sábado, cuando recién se inicia esta insurrección ciudadana, salieron vecinos que querían pegarle a todos los que ellos creían que no eran del barrio. Y en esa estigmatización, aparecen sentimientos muy oscuros en el ser humano, como la xenofobia, la homofobia, la aporofobia, empezar a ver como sospechoso a todo individuo que tiene una apariencia distinta a la mía. Después de que pasó ese momento, la gente de desbordó hacia la calle.
—¿Y ese miedo que tenían los vecinos al principio, fue correspondido? ¿Sucedió algo en el barrio?
-En nuestro territorio no ha habido ningún semáforo roto, no se han saqueado pequeños comercios. Sí han llegado grupos bastante sospechosos a nuestros ojos: todos de pelo corto y muy organizados. Ellos abrieron locales, pero grandes. Los Alpes, OK Market, pero ningún minimarket. Yo me acuerdo que la primera semana se habló que las ferias serían tomadas por hordas, cosa que nunca sucedió. Se habló que estaban boicoteando Aguas Andinas y la gente juntó agua, salió a comprar comida como loca. Era una sensación de que se estaba acabando el mundo y de que algo terrible estaba pasando, cuando era todo lo contrario. Aquí hubo un pueblo que despertó y que perdió el miedo.
—La vocera de gobierno, Karla Rubilar, dijo que en las manifestaciones del día lunes 28 había 6.500 personas en las calles de Santiago que estaban haciendo destrozos y que los iban a identificar, separándolos del resto de la gente que protestó. ¿Qué opinión le merecen esas aseveraciones?
-En este país los delincuentes son los menos y tienen terno y corbata. Nos han saqueado todos estos años a través de las AFP, de la privatización de los recursos naturales, de intereses usureros. Los delincuentes están identificados, pero para el gobierno son otros. Lo que he visto en las manifestaciones, son millones de personas descontentas. Este es un país que no da garantías de democracia. Se tortura, se dispara al cuerpo, y este gobierno no es capaz de ver eso. El lumpen siempre ha existido y, en la medida en que el capitalismo es más feroz, también se va a reproducir. Pero los verdaderos delincuentes no están en la calle saqueando, nos han saqueado estos 30 años.
—¿Cuáles son los pasos a seguir ahora para ustedes? ¿Los cabildos y asambleas son un buen camino para solucionar esta crisis?
-A quienes más fácil nos puede resultar instalar una asamblea constituyente es a los organizados en los territorios. Ya tenemos nuestras organizaciones de base, ya sabemos con quién hablar y a quien invitar a pensar Chile. Una de las profundizaciones de la democracia son estos espacios colectivos que se dan en los territorios y con autogestión. O sea, nosotros para financiar la olla común que se hizo ante la injustificada idea de desabastecimiento, que ya llegamos a los 2.000 platos, no estuvo el supermercado, ni el municipio, ni el Estado. Estuvieron los mismos vecinos pobres, armando comida para todos.