TV| Sabíamos que había desigualdad, pero no sabíamos que les molestaba tanto: Crónica de una insurrección anunciada
Las autoridades políticas y los canales de televisión aún no se recuperan del impacto. El ruido de las cacerolas llegó hasta las puertas de los principales canales de televisión (Mega, TVN, Chilevisión-CNN, Canal 13) como nunca antes en Chile. El estallido social que se inició este viernes debido a una nueva alza en los pasajes de horario punta ha desestabilizado al gobierno de Sebastián Piñera, y sus propias declaraciones ante el mundo sobre un país ejemplar han quedado desacreditadas.
Chile no es el oasis predicado por Piñera frente al mar de inestabilidad internacional. La clase dirigente y los grandes canales de televisión tardaron en reaccionar. Un soberano fracaso en cuanto a manejo de crisis, ejercicio de la política y manejo de los medios. Las redes, en cambio, al igual que el movimiento social, estallaron en todas direcciones. Videos desde diversos puntos del país han circulado por las distintas plataformas de internet dando cuenta de la masiva convocatoria de las protestas y de la violencia desatada por carabineros y militares sobre la población civil. Según cifras del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) hay cinco personas fallecidas, cientos heridas y más de mil ochocientas detenidas durante el estado de emergencia. Cifras no oficiales hablan de quince, incluso de cuarenta fallecidos.
Da pudor ver a Raquel Argandoña criticando a la clase política por su inoperancia, cuando ha utilizado su tribuna en los medios por años para hablar de frivolidades como los pormenores de la organización de su último cumpleaños, entre otros cientos de ejemplos. Las lágrimas de don Francisco hoy no conmueven. Las prioridades están claras, una vida humana vale más que cualquier supermercado.
Tanto noticieros como matinales no pueden evitar que las críticas se filtren en medio de sus despachos en vivo. Choferes de micro, jubiladas, padres de familia y dueñas de casa aprovechan el micrófono para apoyar las protestas y denunciar el montaje mediático. Chile despertó sin miedo. A diferencia de 1973, la sociedad de hoy tiene más herramientas para defenderse. Las comunicaciones se mueven más rápido y de forma paralela. Múltiples fuentes alimentan el flujo de información.
La cámara del celular como defensa ante la fuerza bruta
Esta crisis ha sido documentada sin filtro desde el ojo del ciudadano de calle que observa una detención, un apaleo o un desmán. De pronto se vuelve vital ser el país con más celulares per cápita. Han servido para registrar la violenta intervención de militares contra la población desarmada. Disparos en plena Gran Avenida (San Miguel), en Ñuñoa, Valparaíso, Maipú y Puente Alto, cuerpos acumulados en Santos Dumont (Recoleta), civiles armados en pleno Paseo Bulnes, es el registro ciudadano que circula por las redes.
Las autoridades han esquivado entregar las identidades y circunstancias de las personas fallecidas y heridas. Demasiado tarde tomaron conciencia de la magnitud de la crisis y demasiado rápido decretaron estado de excepción. El ruido de los helicópteros amenazante sobre nuestras cabezas. La lucha por no olvidar las consecuencias de la dictadura adquiere una importancia que hoy la derecha no podrá discutir.
“Sabíamos que había desigualdad, pero no sabíamos que les molestaba tanto”. Las palabras del periodista Polo Ramírez en Bienvenidos durante la mañana de ayer martes, reflejan la actitud general adoptada por las autoridades políticas, los personajes mediáticos y los canales de televisión que actúan como caja de resonancia del discurso oficial: tienen claro que el descontento existe, pero no les importaba… hasta ahora.
Muchas han sido las declaraciones desafortunadas de autoridades de gobierno. Podemos acusar de miopía tanto a políticos como a periodistas y rostros de televisión. ¿O acaso creerán que esta revuelta se fraguó en los vagones apretados del metro en horario punta o en la sobremesa de las seis de la mañana en las salas de espera de hospitales y consultorios? La falta de empatía a la hora de afrontar las alzas de la luz y el transporte ha derribado el último freno de una sociedad cansada de trabajar y absorber largas jornadas laborales, alzas en los servicios y pobres beneficios.
Luego de cinco días de disturbios en todo el país, los medios muestran a Sebastián Piñera anunciando su agenda social, que busca aplacar los ánimos en la calle. Anular el alza del pasaje no fue suficiente. La principal dificultad es que el estallido se extendió a regiones y no responde a una convocatoria desde los partidos o de algún líder en particular. El movimiento viene gestándose hace años, es la suma de todas las demandas pendientes y, además, es parte de la ola regional y mundial de descontento con este sistema económico dictado por las fórmulas del Fondo Monetario Internacional.
Canales versus redes
Los grandes canales utilizan estructuras del siglo pasado para entregar las noticias: tono alarmista, breves secuencias de imágenes repetidas hasta el cansancio, preguntas inoportunas y fuera de foco.
Las redes sociales arden con multitud de imágenes y videos que superan tanto en número como en impacto gráfico a lo mostrado por los medios. Testimonios de ciudadanos grabando la presencia de policías civiles entrando a estaciones de metro y tiendas comerciales, que luego fueron incendiadas; golpizas a niños, jóvenes y adultos; micros dadas de baja que luego fueron incendiadas son algunos ejemplos de lo captado espontáneamente.
En una conversación privada de conocimiento público la primera dama asume que tendrá que compartir algunos privilegios considerando la gravedad de la situación. Difícil que los ánimos se calmen mientras los militares sigan en la calle y no se informe sobre los fallecidos y detenidos. Se percibe en los rostros anclas de los noticieros y en los principales voceros de gobierno la urgencia por restablecer el orden y la imagen del país.
Pero las cacerolas no paran y no hay partido o dirigente que se pueda adjudicar la representación de este movimiento transversal, que comparte el cansancio de vivir en un sistema que prioriza a las empresas por sobre las personas y que en menos de cinco días nos ha hecho retroceder más de cuarenta años.
¿Los actores políticos y mediáticos tendrán que decidir cómo seguirán abordando esta crisis multisectorial? Es hora de un nuevo pacto social, le llamamos Asamblea Constituyente, nueva Constitución. También es hora de un nuevo enfoque en el tratamiento de las noticias y de los fenómenos sociales que no difunda el miedo, que promueva el diálogo y se alimente de la mayor cantidad de fuentes, de manera que sea una televisión más representativa y menos cómplice.