Sebastián Piñera, ya te podemos nombrar el nuevo dictador
Sebastián Piñera, ya te podemos nombrar el nuevo dictador, porque lo tuyo ya parece una matanza. Desde todas las comunas llegan videos de heridos de bala, por armas de guerra, por milicos de rostro cubierto y fusil criminal. Francotiradores vimos hoy apuntando a familias en Las Condes. Casi cien baleados cuenta el Instituto Nacional de Derechos Humanos. Más de diez muertos, algunos en extrañas circunstancias que nadie investigará. Carros militares avanzando por Apoquindo disparando sin ningún cuidado contra las personas inocentes que pueden herir, mientras cantan el himno nacional. Al ciudadano desarmado, solo le queda sentir terror y alzar las manos en señal de paz. Tenemos miedo y el Presidente no quiere escuchar. Todo ocurre, mientras ese Presidente devenido en dictador, declara la guerra a jóvenes y señoras con cacerola que no entienden, en la casa, si son o no el enemigo. “Estamos en guerra”, dijo, la guerra de su ejército arrojado a las calles dispuesto a matar a quien sea para defender un Estado, un gobierno, que está invalidado, sin autoridad política, quieto, hostigando a la prensa que no le gusta, sin capacidad de responder a la inmensa mayoría del país que exige soluciones a una vida que bordea la miseria, pero que por respuesta recibe balas en los cuerpos sangrantes de sus vecinos veinteañeros.
No se puede creer el nivel de abuso de los militares, que azuzados por el llamado bélico de su presidente devenido en dictador, abren fuego sin contemplaciones en frente de gente que anda con una olla junto a menores de edad y que se marcha en bicicleta; contra manifestantes que lanzan piedras en la calle, contra compatriotas que juraron defender y que hoy arrastran por el suelo con las piernas cortadas, los huesos quebrados, órganos heridos en Coquimbo y Melipilla. Esa es la respuesta que ha dado Piñera a los cientos de miles, a los millones que en todas las plazas de todas las grandes ciudades del país han dicho que este descontento es por treinta años de construcción de miseria, por sus madres asesinadas por un sistema de salud hecho para los ricos, por sus padres mendigos en ciudades donde no bastan sus pensiones.
Mientras debemos defender a nuestros amigos perseguidos, asustados de que los dañen quizás hasta con muerte; mientras desde los edificios parlantes intentan apaciguar ambientes con “el derecho de vivir en paz”, la posta central, las urgencias de los hospitales de las afueras de la ciudad empiezan a recibir manifestantes baleados como en un día de protesta de 1986. Sebastián Piñera, ya te podemos llamar dictador porque dictadores son quienes ponen las armas contra su propio pueblo, el pueblo que lo eligió democráticamente, y que hoy no sabe si al volver de una manifestación legítima estarán heridos, vivos o muertos. Porque Piñera y su estado de guerra ha enviado a los militares a atacar sin distinción a quienes encuentran en las calles, más allá de incendios y saqueos, en el día y en la noche. Eso es lo que hemos visto.
Dices que “la democracia tiene el deber de defenderse”, pero lo que estás haciendo es destruirla con baleo, camiones y tanquetas de guerra. La imagen, el impacto, no se borrará, y el sello de muerte y terror no escapará de tu rostro. Dices que “estamos trabajando en un plan de reconstrucción”, pero no das ningún anuncio sobre una nueva salud digna, sobre pensiones decentes, sobre sueldo mínimo ético ¿esa es la reconstrucción de un presidente que tiene a todo su país con toque de queda? Piñera es hoy para el mundo el rostro de un país militarizado que dispara a quemarropa; es el rostro de un gobierno que declara la guerra a su pueblo protestante y que no cede a la interpelación por el modelo económico que blinda. Sus declaraciones son a destiempo, desconectadas con la envergadura de la crisis. Piñera ha renunciado a dar solución y respuesta a un movimiento que se tranca con toques de queda y un ejercito que lleva casi una centena de baleados en un par de días ¿debemos esperar más muertes validadas por nuestro presidente, mientras siguen nuestras libertades vulneradas, nuestros cuerpos expuestos a la herida y nuestra normalidad democrática quebrada? Sebastián Piñera, ya te podemos nombrar el nuevo dictador.