Paula Benavides, economista: “No hay un enfoque integral de género en la reforma de pensiones”
Los datos que expone la economista y exasesora del Ministerio de Hacienda de la administración anterior, Paula Benavides, son claros: las mujeres reciben el 69% de las Pensiones Básicas Solidarias (PBS), y su monto ($110.000) se ubica por debajo de la línea de la pobreza. Es decir, son ellas las que reciben las peores jubilaciones en el país.
Precisamente este fue el foco que puso el seminario "Reforma a las pensiones: ¿Desafío pendiente en equidad de género?", que se realizó el jueves pasado en el Congreso, organizado por la Fundación Friedrich Ebert (FES), la Fundación Chile 21 y la vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Loreto Carvajal.
En la instancia, Benavides presentó un estudio que elaboró junto a la abogada Consuelo Fernández, donde se detalla que la densidad de las cotizaciones promedio de las mujeres es de un 48%, en comparación a la de los hombres, que es del 58%. Sobre esto, dan un ejemplo: para las mujeres que se pensionaron entre julio de 2017 a junio de 2018, la brecha en la pensión promedio autofinanciada entre hombres y mujeres fue de un 67,1%. Mientras que, la pensión promedio pagada, considerando al total de pensionados por vejez en junio de 2018, mostró una brecha de 39,7%.
El panorama anterior posiciona a Chile entre los países de la OCDE con mayores brechas de género a la hora de jubilarse. Por lo mismo, aclara Benavides, los desafíos deben abordarse con sentido de urgencia.
—¿Qué factores determinan esta brecha de género?
—Las brechas se originan en cuatro grandes áreas: en el mercado laboral, donde las mujeres tienen menores salarios y menor participación; en la menor tasa de ocupación y la mayor ocupación informal. Se originan, también, en el sistema de pensiones que tiene una menor edad legal de retiro y que ocupa tablas diferenciadas por género. También hay que tomar en cuenta la brecha salarial de las mujeres y, en un factor que es cultural, que tiene que ver con la desigual distribución de las tareas del hogar en base a roles de género.
—¿Cree que la reforma que actualmente se está llevando adelante tiene un enfoque de género integral?
—Creo que la reforma ganaría si es que realmente incorporara un enfoque integral. Lo que hace esencialmente la reforma que se está tramitando actualmente, es aumentar el Pilar Solidario. Esto es algo relevante. Pero, por otro lado, también establece los aportes para la clase media, con requisitos de años de cotizaciones: dieciséis para las mujeres y veintidós para los hombres. Esto es muy excluyente para las mujeres, porque un 50% quedaría fuera y aquellas que reciban beneficios serían por montos muy bajos, porque su densidad de cotizaciones es baja. Las brechas de género se originan por múltiples factores e integrarlas requiere de una perspectiva más integral que este tipo de beneficios, que son destinados más bien a incentivar al ahorro.
[caption id="attachment_315360" align="alignnone" width="1200"] /Agencia Uno[/caption]
—Sin embargo, el gobierno lo ha planteado como un elemento que va en la línea de reducir la brecha.
—Sí, pero lo cierto es que es un bono al que muy pocas mujeres realmente van a tener acceso.
—¿Por qué el “Pilar Solidario” y el “Bono por Hijo” han sido insuficientes?
—Estas medidas con equidad de género que se implementaron con la reforma de 2008 tuvieron un impacto significativo. La brecha sin Pilar Solidario sería de 67%, pero si tú la incluyes se reduce a 40%. Entonces, fue un avance notable, pero los desafíos son mayúsculos y se requieren medidas profundas. Los desafíos que se vienen para adelante van a tensionar la situación de las mujeres.
—El trabajo de cuidados es una labor no remunerada que, mayoritariamente, asumen las mujeres y que aumentaría durante las próximas décadas por el envejecimiento de la población. De no incorporar cambios en el sistema de pensiones, ¿qué riesgos advierte?
—La demanda por cuidados de largo plazo, que es el cuidado de las personas que están en situación de dependencia, va a tener un aumento muy significativo en las próximas décadas. En general, esta demanda se concentra en las personas de 80 años y más, un grupo que se va a multiplicar por cuatro en los próximos cincuenta años. Esto va a generar una demanda que recaería en las mujeres, quienes son las que realizan mayoritariamente esa laboral que es no remunerada. ¿Cuáles son los efectos? La menor participación laboral de la mujer, en su capacidad de insertarse en el mercado del trabajo y también afecta su tasa de pobreza. También, hay una mayor evidencia de las enfermedades de salud mental que afectan a las personas que desarrollan estas labores de cuidado, por ser una tarea de mucha sobrecarga.
—En su opinión, ¿qué elementos se deben incorporar para mejorar las pensiones en la actualidad y proyectar los resultados en el futuro, además de la perspectiva de género?
—Se necesita incorporar elementos de solidaridad para avanzar hacia un sistema mixto y con una mirada profunda de equidad de género. Realmente la discusión de una reforma de pensiones hoy no puede dejar de lado esta dimensión. Hemos planteado distintas propuestas que permiten contribuir. Por ejemplo, cerrar las brechas por expectativa de vida, perfeccionar el subsidio al empleo de la mujer o hacer una compensación previsional para las cuidadoras. Lo más relevante es incorporar elementos de solidaridad.