Bulnes Intervenido: la violencia sexual en primer plano

Bulnes Intervenido: la violencia sexual en primer plano

Por: Natalia Figueroa | 29.09.2019
Este viernes se realizó la acción artística que busca reconstruir los hechos que ocurrieron en el Paseo Bulnes tras el golpe de Estado. La versión de este año visibilizó la violencia político-sexual que vivieron las mujeres, que no está tipificada como delito.

La acción artística “Bulnes Intervenido” se realiza todos los años el último viernes de septiembre. Es un ejercicio de memoria colectiva que rompe con la amnesia que la historia oficial ha buscado instalar. Es una invitación a recordar lo que ocurrió en la dictadura a pocas cuadras de La Moneda, en el paseo peatonal que conecta la Alameda con el Parque Almagro.

La versión de este año puso el acento en un tema urgente: la violencia político-sexual que vivieron las mujeres durante la dictadura y que no está tipificada como delito. Por eso, la performance estuvo a cargo de un grupo de mujeres que irrumpieron en la calle. Estaban vestidas de negro, con un pañuelo que les tapaba la cara y con los ojos descubiertos. Solo con sus miradas le decían al público: “no nos olviden”.

Algunas mujeres se acostaron en el suelo, abrieron las piernas y los brazos, y tomaron la misma posición de los cuerpos que fueron baleados por los agentes de Pinochet. Mientras que, otras, iban dibujando sus contornos con tiza rosada. En cosa de segundos, la silueta ya era clara. Cuando se levantaron, recogieron un pedazo de tiza para escribir dentro de sus propios cuerpos trazados. “Aquí se torturó”, se leía.

De fondo, se escuchaba una melodía de acordeones y trompetas que se mezclaba con el murmullo del ambiente, con los pitos y los bombos que retumban por la marcha del medio ambiente más allá, en la Alameda.

“No nos cuidan, nos violan”. Esa fue una de las frases que las mujeres repitieron, mientras en el suelo quedó grabado un mensaje que llamaba a la reflexión colectiva: “¿cómo develamos/resistimos a la violencia patriarcal?".

En toda memoria hay una desmemoria y, cuando no todas han vivido el mismo pasado, es necesario decirle que no al olvido. Por eso, los gritos interpelan a los transeúntes, a los asistentes, a las instituciones que ejercieron la violencia hace cuatro décadas y que la sigue arrastrando al presente.

En la última parte de la performance, las mujeres se subieron a una pileta y se ubicaron en línea, una al lado de otra, dándole la espalda al público. Las letras que llevaban en la espalda, tomaron un sentido potente: “si tocan a una, nos tocan a todas”.

Casi al terminar, cada una apuntó hacia los edificios con un láser. Así, quedaron a la vista los agujeros que dejaron las balas, la muestra de la violencia que no termina. Se tiñeron de una luz roja que se movía rápido y,  también, se iluminaron esos agujeros que taparon con pasta muro, pero que nunca se pueden ocultar porque la memoria es obstinada.

Cuando las mujeres se fundieron nuevamente entre los transeúntes, daba la impresión de que se habían perdido, desaparecido. Pero atrás quedaron sus siluetas marcadas, queriendo que las recordaran como luchadoras y ya no como víctimas.

[caption id="attachment_314026" align="alignnone" width="1280"] Foto: Francisca Palma[/caption]