La aporía de la normalidad del Ministro Chadwick
“Es un día de trabajo normal” declaró hoy el Ministro del Interior cuando la prensa le consultaba si el gobierno realizaría algún acto “especial” en relación al 11 de septiembre.
Frente a esta declaración, de manera espontánea viene la pregunta de cómo, un Ministro del Interior, puede plantear que el 11 de septiembre es un día “normal”, sobre todo cuando lo que se recuerda es que hace 46 años, de manera violenta, se derrocó a un gobierno democrático y comenzó una dictadura que se extendió por 17 años. Entonces, ¿en qué sentido para un Ministro del Interior puede ser hoy un día normal de trabajo, donde no hay nada que conmemorar?
Para intentar responder a esta pregunta no repararé en que este es un gobierno de derecha, donde muchos de sus colaboradores apoyaron sin resquemores a la dictadura y que la distancia con el dictador vino asociado a los escándalos del Riggs más que por los temas de derechos humanos; ni que el partido al cual pertenece el Ministro sigue pensando en la lógica causal que plantea que a lo que ellos consideran un pésimo gobierno es legítimo y casi obvio que le siga un golpe de Estado y luego una dictadura; ni que en democracia, el Ministro de Justicia, del mismo partido del Ministro Chadwick, conformaba un grupo de apoyo y defensa de la Colonia Dignidad; ni que el mismo Ministro del Interior haya sido una de las caras más visibles al lado del dictador, por ejemplo en la cima del cerro Chacarillas en 1977. No repararé en esto, sino que más bien iré al significado del concepto de ‘normal’ al que apela el ministro al decir que hoy no se hará nada especial para recordar.
El diccionario de la RAE plantea que normal es un adjetivo que se refiere a una cosa que se halla en su estado natural, o a algo que es habitual u ordinario. Frente a esto entonces uno se puede preguntar si que las fuerzas armadas tomen el control del país declarando el toque de queda, como rezaba las declaraciones que la junta militar realizaba aquel 11, era el estado natural del país a principios de la década del 70, o si acaso ahora sería eso habitual u ordinario.
Normal también tiene un significado matemático-estadístico, es decir, donde un dato, fecha o evento es “normal” si se comporta/aparece de manera esperada dentro de una colección de eventos. Así, sería normal que un niño se caiga y hiera su rodilla cuando está aprendiendo a andar en bicicleta, o que el aire de Santiago o Temuco se condimente con olor a asado durante septiembre. Desde este punto de vista, ¿podría ser esperable que haya un bombardeo a la Moneda?
Normal también podría ser algo entendido como parte de la rutina. Siguiendo a Humberto Giannini, la rutina es algo que ocurre de manera repetida, y así se va construyendo en un espacio sin mayor reflexión, pero que de paso, va forjando lo común y la regularidad de nuestra vida cotidiana. En este sentido, el bombardeo a La Moneda y a las antenas de las radios consideradas “marxistas”, ¿era algo que pasaba de manera inadvertida y que forjaba nuestra forma de hacer política en Chile?
Frente a esto, me generan más confusión las declaraciones del Ministro del Interior, pues el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 no es desde ningún punto de vista algo “normal” en nuestra historia republicana, y en este sentido, desde diferentes posiciones políticas, el día de hoy debería significar el recuerdo de algo “totalmente anormal” que incluso nadie desea que se repita, y ahí el poder de la conmemoración.
Por lo anteriormente dicho, las declaraciones del Ministro del Interior creo que aluden a otra forma de entender el concepto de normalidad, donde más allá de su significado acotado del que hemos hablado hasta ahora, utilizando el concepto de “normal” con fines normativos, como algo deseable.
Su llamado, detrás de la etiqueta que “hoy es un día de trabajo normal”, es lisa y llanamente a no recordar, a hacer “como si nada extraordinario” hubiera pasado en nuestro país hace 46 años; a que la muerte de un presidente fue y es parte de las “externalidades negativas” para recobrar la “normalidad” a la cual lentamente volvimos según su sector político (que la dictadura durara 17 años, es un dato menor dentro de su relato). No hacer nada “especial” es en este sentido, conmemorar por omisión, sinónimo de olvidar.
Frente a este razonamiento ministerial donde lo deseable es no recordar, sostengo lo contrario, que lo deseable, que lo normal es justamente lo contrario, conmemorar, recordar lo extraordinario, lo que no ocurre de manera rutinaria, para con esto reflexionar sobre lo que nos reúne como comunidad política y qué es lo que debemos desincentivar. En este sentido, desde mi humilde escritorio llamaría al Ministro del Interior, como un actor central de nuestra vida republicana, a conmemorar en este día, a llamar a detenerse al menos cinco minutos en este día, justamente para que no sea un día normal de trabajo, recordando que es un día tristemente extraordinario, un día anormal del cual tenemos que aprender.
Comencé a escribir esta reflexión un poco antes del mediodía, a la misma hora que hace 46 años bombardeaban La Moneda, y suspendían con esto la democracia en nuestro país por 17 años, con la seguidilla de extrañamientos, muertes y desapariciones por todos reconocida. Ahora la concluyo con un fuerte aroma a gas lacrimógeno y sonido de sirenas policiales. Ministro, este no es un día de trabajo normal.