Maltrato y abuso sexual infantil: Mucho por hacer

Maltrato y abuso sexual infantil: Mucho por hacer

Por: Milagros Nehgme | 29.08.2019
Un 62,5% de los padres reconoce aplicar algún tipo de maltrato como método de disciplina hacia sus hijos (2017); un 25% de los niños y niñas dice haber sido víctima de maltrato físico grave por parte de uno o ambos padres (2012); y en el primer semestre de 2019, los casos de abuso sexual a menores de 14 años aumentaron en un 7,5% con respecto al mismo periodo del año pasado.

Hace algunos días Corporación Opción publicó el libro “Voces de una Historia. Relatos de Intervención en Maltrato y Abuso Sexual Infantil”, en el que tres niños y niñas narran sus experiencias como víctimas de maltrato o abuso sexual. También sus padres, y los terapeutas que los asistieron, dan cuenta del proceso de reparación por el que pasaron, detallando sus complejidades y logros.

Contar estas historias nos pareció relevante, porque estas nos permiten ver a los niños, niñas y adolescentes (NNA), y a sus familias, como personas sufrientes, pero también con las capacidades que les permitieron restaurar su dolor. No queremos quedarnos con la visión de que tanto los NNA como sus familias son solo víctimas, porque este relato les resta dignidad.

Lamentablemente las cifras en violencia a los NNA son alarmantes. Por ejemplo, un 62,5% de los padres reconoce aplicar algún tipo de maltrato como método de disciplina hacia sus hijos (2017); un 25% de los niños y niñas dice haber sido víctima de maltrato físico grave por parte de uno o ambos padres (2012); y en el primer semestre de 2019, los casos de abuso sexual a menores de 14 años aumentaron en un 7,5% con respecto al mismo periodo del año pasado. Estas cifras indican que hay mucho por hacer. La violencia hacia ellas y ellos en cualquiera de sus formas no se puede tolerar y es obligación de cada uno de nosotros intervenir desde el espacio en que nos encontremos para transformar esta realidad.

Debemos abordar la violencia en su integralidad, instalando políticas públicas preventivas que permeen todos los espacios y niveles, y que nos permitan avanzar hacia ese cambio cultural en que los niños, niñas y adolescentes no sean cosificados, sino que sean reconocidos como sujetos de derechos.