Sin escultura de Allende, por ahora, y apenas con seis mujeres: Así partió el Museo de Cera de Lavín

Sin escultura de Allende, por ahora, y apenas con seis mujeres: Así partió el Museo de Cera de Lavín

Por: Elisa Montesinos | 24.07.2019
En el mini país hecho a la medida del alcalde de Las Condes parecen no importar las reivindicaciones sociales y culturales actuales, ya que apenas presentan a seis mujeres como relevantes en la historia del país; se prefiere tener un vacío en la época de la Unidad Popular en lugar de enfrentar ese tema tan incómodo para la derecha y exponer una escultura de Salvador Allende; y tampoco hay presencia de discursos asociados a grupos de disidencia sexual.

Santiago acaba de integrar el exclusivo grupo de ciudades que tienen un Museo de Cera, junto con Amsterdam, Londres y Las Vegas, por nombrar algunas, ya que este martes se inauguró este nuevo espacio en la comuna de Las Condes, donde el público (previo pago de $7.000) puede fotografiarse cuantas veces quiera con las esculturas de ex presidentes de la República, de los denominados héroes de la patria, deportistas, figuras de la televisión, artistas y los santos de Chile, creadas por el artista Rómulo Aramburú.  

“Casi todos se sacan fotos con Piñera”, dicen dos guardias al interior del Museo de Cera de Las Condes, que se inauguró este martes a las 15:00 horas a un costado del Pueblito Los Dominicos. Eso sí, “muchos jóvenes colocan caras divertidas y después hacen memes y los publican en sus Facebook”, aclaran los trabajadores del lugar.

Esa es la actitud que domina el ambiente: sacarse muchas fotos con cualquiera de las 36 esculturas de personajes importantes de la historia de Chile, los conozcan o no, y publicarlas en sus redes sociales, pese a la polémica sobre la calidad de las figuras. Al público poco le importa que la réplica de Stefan Kramer haya sido descartada de la muestra tras el reclamo del imitador, que Gabriela Mistral parezca la protagonista de una película de terror, o que Lucho Jara sea más flaco que cualquiera de los visitantes, que la figura de Felipe Camiroaga se parezca más al comediante Zip Zup que al histórico animador, y que Julio Martínez sea vea más arrugado que durante sus últimos años de vida, y eso que falleció a los 84. Aquí la estética realista no importa tanto y todo es foto, flashes y poses.

“Ojo que se están llevando el cotillón”, grita alarmado otro guardia, que recorre rápidamente las secciones del museo buscando las cabelleras rubias, las glamorosas plumas de colores y las coronas de reina que se ofrecen para fotografiarse con Cecilia Bolocco, cuya reproducción fue retocada para la ocasión por su maquilladora personal. También se ofrece una gorra de la Armada para posar con Arturo Prat, y una raqueta Yonex (muy bien amarrada a la pared con un alambre) para jugar con el Chino Ríos. Está la moto con que competía Carlo de Gavardo, la réplica de Michelle Bachelet presenta un corte de cabello realizado por su peluquera de los tiempos en La Moneda y el presidente Sebastián Piñera donó su ya clásica corbata roja.

En cuanto al montaje, al lado de cada una de las esculturas hay un círculo rojo, marcado en el suelo. Ese es el lugar permitido, prohibido salir de ahí, para compartir escenario con las figuras que el proyecto del alcalde Joaquín Lavín propone como “ilustrativos del pasado y contingencia de nuestro país”, como se indica en el catálogo de la exposición. Documento en que, curiosamente, se cita el poema La Araucana (La gente que produce es tan granada / Tan soberbia, gallarda y belicosa / Que no ha sido por Rey jamás regida / Ni a extranjero dominio sometida), cuando en su versión sobre la historia de Chile no hay ninguna escultura que represente a los pueblos originarios. 

Además, en este país made in Lavín y Cia Limitada –integrada por concejales de la comuna, con el apoyo del Ministerio de las Culturas, de La Tercera (que alabó su creación  través de sus periodistas especializados y después, con las críticas, bajó su entusiasmo), y de una institución bancaria (era que no)– parecen no importar las reivindicaciones sociales y culturales actuales, ya que apenas presentan a seis mujeres como relevantes en la historia del país; se prefiere comenzar sin la figura de Salvador Allende (han señalado que pronto estará); y tampoco hay presencia de discursos asociados a grupos de disidencia sexual.

Pero al parecer nada de esto les importa a los centenares de personas que visitan el Museo de Cera en su primer día. Jóvenes menores de 15 años y adultos mayores de 50, en su mayoría vecinos de diversas comunas de Santiago, incluso algunos de regiones, que están felices posando, sacándose fotos y posteando en las redes sociales la imagen de esta copia feliz del Edén hecha de cera.