La frustrada donación de órganos de Joaquín Bustos en los ojos de su familia
A María José le avisaron la tarde del viernes. Estaba en Concepción, pero no era un problema: explica que su familia es unida, de esos que intentan verse con cierta frecuencia. Ella viaja a Temuco habitualmente, donde hasta hace poco vivía su primo Joaquín Bustos (27). Cuando contestó el teléfono, no dudó un segundo en moverse, pese a que lo que entonces podía hacer era lo que hizo después: apoyar a Marcela Palma, su tía, la mamá de Joaquín, e invitarla a participar de una cadena de oración. Así de limitantes son los infartos cerebrales.
En cuanto llegó a la Clínica Alemana de Temuco, ya habían hecho dos exámenes. El resto de la familia que allí estaba (el papá de Joaquín, seis hermanos) le explicó que debían esperar un tercero. “Uno siempre tiene fe. Hicimos la cadena de oración. Yo siempre pensé que iba a despertar; nunca pensé que se iba a morir. Pero mi tía ya sabía, porque la mamá de Joaquín es enfermera”.
Marcela fue por muchos años jefa de enfermeras de esa clínica donde estaba su hijo. El escenario al que se enfrentó estaba repleto de ideas duales: por un lado, era su hijo el que enfrentaba o esperaba la muerte, sensación de absoluta inefabilidad; y por otra parte, con lo que sabe, podía adelantarse a todo lo que le dijeran. Era ver el camino por el que se anda, sin querer siquiera estar allí.
Habló con sus hijos, los hermanos de Joaquín, y también con el papá. Buscó darle esperanzas ante lo inminente: que eso que iba a pasar a las 16:00 del día sábado 20 de julio, era darle vida a otras personas que lo necesitaban. Así lo dejó explicitado Joaquín a su familia, y de la misma forma lo contó el grupo al Centro Nacional de Referencia, según contó el ministro Jaime Mañalich. El motivo de la defunción fue por muerte cerebral.
“Ahí se llamó a la procuradora del hospital de Temuco, y ella súper bien; todo allá en Temuco funcionó perfecto”, cuenta María José. Eran aproximadamente las 14:45 cuando se empezaron a firmar los documentos para hacer efectiva la donación. Aún Joaquín vivía, técnicamente. Era cuestión de tiempo, cuestión igual de esencial que aquella precisada en la Norma general técnica para el procuramiento, preservación e implante de tejidos, que elaboró el Departamento Ges y Redes de alta complejidad de la división de gestión de la red asistencial de la subsecretaría de Redes Asistenciales del Minsal.
Las indicaciones del documento, en el caso del donante cadáver, señalan que “en general, los tejidos podrán ser procurados en un plazo de hasta 6 horas post mortem, si el cuerpo no es enfriado (conservado en cámaras de frío) y se dispondrá de hasta 12 horas si el cadáver ha sido mantenido entre 2 y 8°C, vale decir: que el cuerpo se haya introducido en cámaras de refrigeración dentro de las primeras 2 horas posterior a la asistolia”.
Cada minuto, no obstante, era de angustia, explica la prima de Joaquín: “Sigues esperando a que despierte, pese a que tomaste la decisión. Es tremendo. Nosotros escuchábamos en los pasillos que decían que iba a pasar esto y aquellos, que se iba a revisar la compatibilidad para ver quiénes iban a ser los receptores”, recuerda desde el sur del país.
Supo que hubo un envío a la clínica de los receptores, que eran seis personas. Según aclaró el mismo Mañalich después en el diario La Tercera: “Los órganos susceptibles de ser recibidos en Santiago para un trasplante de pulmón y uno de hígado de dos pacientes que estaban en urgencia nacional, hospitalizados en dos clínicas de la capital”.
El orden de solicitud de traslado fue, primero, las empresas privadas; luego, Carabineros. Ambos carecían de disponibilidad de transporte aéreo. La jefa de gabinete del titular de Salud fue la que tomó contacto con la Fuerza Aérea de Chile (Fach). Nada de esa burocracia la supo la familia de Joaquín, al menos hasta el lunes 22.
Poco después de las 22:00, la Fach recibió el requerimiento. Una hora después, la misma solicitud fue cancelada.
En esos confusos minutos, Marcela Palma, la madre de Joaquín, se acercó a su familia. Ya no era solo la pena de perder a su hijo lo que la invadía, sino también que aquel deseo que manifestó fuera coartado: que su muerte, dice María José, no pudiera dar vida.
“La indignación fue cuando la tía Marcela salió y dijo: ‘Ya no viene el avión de Santiago’. No entendíamos. Y empezó con que esto no podía quedar así, nos pidió que tuiteáramos, que hiciéramos lo posible para mover el avión”, relata la prima. Y agrega: “Era para que se enteraran los que iban a recibir esto, y si llegaba a oídos de las personas que iban a ser los receptores, que hincharan: no puede ser que haya un donante multiórganos en Chile y que lo desperdicien así”.
No hubo resultados. Es más, dice María José, porque “siento que (Mañalich) engañó a todo un país: o sea, nos piden ser donantes y resulta que para ser donante te tienes que ir a morir a Santiago, porque sino, fregaste”.
Las intenciones de viralización llegaron a las redes sociales recién el lunes. Por ejemplo, Javier Chopochnick, cirujano de trasplante de órganos y tumores de hígados y páncreas, jefe de programa de trasplante de la Clínica Santa María, compartió en 21 de julio en su Facebook (con privacidad “público”) un video que publicaron los Bustos Palma: “Nosotros íbamos a trasplantar 2 de los órganos y no pudimos hacerlo. El ISP no es el responsable de coordinar el traslado, la autoridad coordinadora nacional sí lo es. Una muestra de las profundas falencias de nuestro sistema y que las autoridades responsables deben solucionar a la brevedad”. (Puedes leer más de las críticas y planteamientos de soluciones en su cuenta en Twitter, linkeada más arriba).
Contraloría ya anunció que se investigará el proceso. El ministro Andrés Chadwick reconoció “falla de Estado”. El Presidente Sebastián Piñera anunció la creación de centros de trasplante de órganos en regiones. Pero para María José, en el corto plazo la solución está en la humildad: “Un ministro no puede decir ‘en todas partes se pierden órganos’. No puede. Lo único que queremos es que les pidan disculpas a esa gente, porque estamos hablando de seres humanos: no importa el color político. Son seres humanos que están esperando vivir (...) Es tanta la burocracia, que no dan ganas de donar. Y aparte, se pierden órganos”.