El capitalismo revuelto y la ciencia ficción distópica: ¿entre el medioevo y Black Mirror?

El capitalismo revuelto y la ciencia ficción distópica: ¿entre el medioevo y Black Mirror?

Por: Francesco Penaglia | 20.07.2019
Si damos una mirada general, es posible ver que la distopía y ciencia ficción oscura siguen en pleno auge. En las series de televisión –género creativo dominante-, abundan historias como el Cuento de la Criada, The Walking Dead, 3% y por cierto, quizás una de las más emblemáticas, Black Mirror. Obviamente el apocalipsis vende, pero ¿qué tan alejados estamos de ese mundo en colapso y destrucción?

El historiador británico Hobsbawm, describió el desarrollo del capitalismo a partir de la revolución industrial “como la mayor transformación de la historia humana desde los remotos tiempos”, y claro, gran parte de la humanidad durante miles de años habitaba en zonas rurales, nacía y moría en los mismos lugares, el desarrollo tecnológico era bajo y estable, y los hábitos de consumo en la comarca, sociedad medieval o comunidad indígena sufrían muy pocas variaciones. Modos de vida, costumbres y tradiciones parecían algo relativamente pétreo, lo que –para despejar cualquier tipo de idealización de lo pre moderno- no significaba que esos grupos humanos no estuvieran atravesados por guerras, estructuras de dominación y explotación como la servidumbre feudal o la esclavitud.

El desarrollo del capitalismo, con la tecnología a su servicio, ha creado un mundo de total vorágine, lo que no es nada nuevo decirlo. Marx y Engels lo señalaba en el manifiesto comunista cuando describían que la burguesía y el capitalismo habrían sido tremendamente revolucionarios  generando que “las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen antes de echar raíces.  Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma”.

Bajo otros marcos conceptuales, teóricos culturalistas y posindustriales de los 70` y 80` como Melucci hablaban de como la variabilidad tecnológica, el exceso cultural y la diferenciación creaban un gran efecto de incertidumbre sobre las vidas de toda la humanidad… y claro, incertidumbre sobre un mundo cada vez más complejo, caótico y además crecientemente más conocido y sobre informado, ya que el desarrollo tecnológico nos permite saber lo verdadero y lo falso de lo que ocurre en cada rincón. Es ese el sistema interconectado a escala planetaria con el que “la rayó” Castells cuando empezó a hablar de la sociedad de la información.

Pero retomando, durante el desarrollo del capitalismo, siempre en caos, con crisis, guerras y tensiones, en algún momento de la historia tuvimos en nuestras manos la posibilidad del exterminio de especies y la autodestrucción del mundo. Vivir en un mundo tan revuelto, siempre cerca de joderse y además, siendo relativamente conocedores de esos peligros,  no debe ser para nada algo sencillo y llevadero… Así entonces,  retomando muchos elementos de la matriz cristiana del Apocalipsis, sus jinetes y el juicio final, la ciencia ficción y la distopía se transformaron en un fluir de la consciencia sobre como imaginábamos el mundo, su porvenir, sus dilemas y tensiones:  Mary Wollstonecraf con Frankenstein; Julio Verne y varias de sus obras; Wells y La máquina del tiempo;  El mundo feliz de Huxley;  Crónicas marcianas de Bradbury o 1984 de Orwell, por nombrar solo algunas novelas. En el cine, el fenómeno tampoco ha sido ajeno, una de las primeras películas llamada “Viaje a la Luna” de Melies en 1901, trae a la memoria la icónica – y un poco perturbadora- imagen de un cohete enterrado en el ojo de la Luna; 2001: Odisea en el espacio de Kubrick, la saga de Starwars de Lucas o más recientemente Matrix. Todos ellos mundos caóticos, procesos de dominación, guerras, experimentos que se vuelven contra sus creadores y contra la humanidad, entre otros argumentos que tienen como nudo crítico nuestras propias contradicciones.

En paralelo, autos voladores, viajes por el espacio, intercomunicadores y muchos otros artefactos con los que fantaseaban los seres humanos, tuvieron posteriormente materialización. Evidentemente, no es que el arte tenga capacidad predictiva, por el contrario, el futuro que construimos y creamos está  formado intersubjetivamente por las fantasías, miedos y tensiones del presente. Gran parte de las creaciones del mañana, están construidas a partir de lo que estamos imaginando hoy.

En ese plano, si damos una mirada general, es posible ver que la distopía y ciencia ficción oscura siguen en pleno auge. En las series de televisión –género creativo dominante-, abundan historias como el Cuento de la Criada, The Walking Dead, 3% y por cierto, quizás una de las más emblemáticas, Black Mirror. Obviamente el apocalipsis vende, pero ¿qué tan alejados estamos de ese mundo en colapso y destrucción?

Bueno, veamos… el capitalismo desde su génesis mantiene una tensión central. Su funcionamiento se sustenta en el crecimiento infinito y permanente, lo que obliga a generar cada vez más producción de bienes y servicios y, por tanto, una necesidad creciente de mayor consumo. El nudo central de las crisis del capitalismo es sobre producción y sub consumo, es decir, llega un momento en que su crecimiento produce bienes y servicios innecesarios, que la sociedad no requiere o que no tiene la posibilidad de consumir, lo que estanca el ciclo de crecimiento permanente.

Para enfrentar esta crisis central, el capitalismo ha requerido distintas estrategias. Por nombrar algunas: 1- la diferenciación de productos –que hace que tengamos por ejemplo miles de pantalones que tienen igual costo de producción, igual calidad y cumplen igual necesidad de abrigo, pero que son de distintas marcas y estilos, representando a la vez distintos “estatus” sociales, y por cierto, precios; 2- relacionado a lo anterior, la segmentación de población para la creación de nichos y hábitos de consumo, papel en el que el marketing se desarrolló como “ciencia” creada para la construcción de necesidades de consumo; 3-el endeudamiento, con lo que el capitalismo aseguró el consumo a partir del pago futuro; 4- la obsolescencia programada, que condujo a que decididamente las empresas acortaran la vida útil de los artefactos eléctricos, para garantizar la renovación –y consumo- permanente.

Sin embargo, estos “creativos” paliativos no resuelven el problema de fondo, el que lejos de desaparecer, se continúa complejizando. Por ejemplo, el avance tecnológico al servicio del capitalismo permite incrementar la producción (lo que acrecienta la crisis de sobreproducción);  a la vez que la tecnología tiende a reemplazar a los trabajadores (con lo que profundiza el problema del sub consumo). Sobre este punto, han sido los propios organismos internacionales como la OIT que han empezado a poner el acento en los problemas de la robotización para el empleo, cifrando en 124 millones de empleos en riesgo de ser reemplazados por la robotización, a lo que se suman los 200 millones de desempleados ya existentes. OIT prevé  que las tasas de reemplazo de trabajadores/as por máquinas son muchísimo más rápidas que las de reconversión de trabajadores/as en otros rubros, lo que podría incubar más crisis y conflicto.

Por otro lado, la necesidad de crecimiento infinito e irracional choca de lleno con la crisis ambiental. Desaparición de especies, grandes lluvias, grandes sequias, olas de calor o de frío, fenómenos meteorológicos “anormales” cada vez más recurrentes, islas de plástico, derretimiento de hielos y el aumento del nivel del mar son solo algunas de las cosas que están pasando. Según un panel de expertos de la propia ONU, de seguir con la tendencia actual al 2030 el daño será irreversible. ¿Qué proponen como “solución”?, pues bien, elementos totalmente irreales en el marco del capitalismo tales como: disminución de los hábitos de consumo, disminución de las emisiones de CO2 en un 45%, reinversión del 2,5% del PIB mundial en los próximos 20 años… todo, muy improbable, por no decir imposible.

Con ello, de ser todo esto cierto los más “catastrofistas” prevén grandes desplazamientos, guerras, crisis y conflictos. Paradójico: ausencia de aguas dulces para el consumo y grandes inundaciones de agua salada por el crecimiento de los mares.  ¿Y entonces qué?

Junto con el desarrollo del capitalismo, han surgido distintas profecías presagiando su final. Malthus preveía la extinción y catástrofe ya que el crecimiento poblacional era geométrico mientras que el aumento de recursos para la vida era aritmético, lo que en el largo plazo significaría hambrunas, guerras, etc. De ahí muchos otros discípulos neomalthusianos han tocado esa tecla. Dentro del marxismo también estuvo presente en algunas corrientes político-teóricas, la tesis del “gran derrumbe” que suponía que las contradicciones dentro del capitalismo serían tan fuertes que llevarían a su colapso y autodestrucción, por lo que la victoria del socialismo sería cuestión de tiempo, siendo entonces la tarea principal la construcción de la vanguardia que tomaría el poder en el marco del gran derrumbe. Por iluso que parezca, convengamos que en la historia de la primera mitad del siglo XX este gran derrumbe no estuvo tan alejado de la realidad: la gran crisis del 29, grandes revolucione, 2 guerras mundiales que dejaron alrededor de 70 millones de muertos… para pensar.

Hoy, que pareciera haber un mundo bastante revuelto marcado por guerras, crisis económicas, tensión entre potencias, conflictos ambientales, re-emergencia del fascismo, entre otros fenómenos, y que a la vez, el arte lo expresa a través de distopía y ciencia ficción oscura, es posible destaca algunas impresiones…

Por un lado, algunos han empezado a ver de nuevo el gran colapso, vislumbrando el retorno de un periodo de altos conflictos, destrucción del sistema mundo y guerra de todos contra todos como el estado de naturaleza hobbesiano, es decir, un cierto retorno al medioevo. De ahí que como ha destacado CNN – un medio de “orden” y no un pasquín conspiracionista-, es que la demanda entre los multimillonarios para la construcción de “bunkers  de lujo para el fin del mundo” aumentó por ejemplo en un 700% el 2017. Del otro lado, algunos matizan, señalando que el capitalismo lo solucionará como en otros periodos históricos, creando nuevas tecnologías y fórmulas.

Pero de ocurrir esto último ¿qué tipo de soluciones encontrará?, súper humanos modificados genéticamente o semi androides resistentes a un medioambiente hostil; burbujas tecnológicas, grandes bunkers subterráneos interconectados o sondas espaciales que nos aíslen de lo que quede de naturaleza y mundo exterior; y lo qué es más relevante aun, ¿quiénes podrán financiar y acceder a una vida así?  Por esta razón resulta relevante atender a qué tipo de soluciones está imaginando la ciencia ficción y las distopías  ya que son creaciones artísticas-comerciales que en la intersubjetividad de este presente, están imaginando el mundo al que en una de esas iremos.  ¿Medioevo o Black Mirror?. También existe la opción de revelarse, pelear y transformar, pero para reflexionar sobre ello es necesaria otra columna.