Marcelo Araya, gerente de Lo Valledor y el conflicto con las cafeteras haitianas: "A ellas nadie les ha negado el trabajo, pero tienen que adaptarse a la norma"
Hace algún tiempo había un olor que invadía gran parte de Lo Valledor, el mercado hortifrutícola más grande del país. Los agricultores pequeños y medianos que llegaban allí a hacer las negociaciones tenían por costumbre orinar en las ruedas de sus camiones después de tomarse unas cañitas de vino para acortar la noche gélida en la que trabajan. Pero poco a poco el proceso de modernización en el que se encuentran ha podido eliminar ese comportamiento: a los que pillan evacuando orines los multan (30 mil pesos). A eso se suma la reducción en las patentes de alcoholes, que prácticamente eliminó las riñas que ocurrían en alguna de las 30 hectáreas del recinto.
Todo es parte de un plan de modernización que la directiva está implementando y que tuvo como consecuencia la remoción de las vendedoras ambulantes que repartían cafés durante la noche, en su mayoría mujeres haitianas.
En su momento, la abogada Margarita Peña, de la Coordinadora Feminista 8M, señaló que la situación era una discriminación de género y racismo en contra de estas mujeres, potenciada por la condición irregular en la que podrían encontrarse. Pero para Marcelo Araya, gerente de comunicaciones de Lo Valledor, esto es más “que hagan la pega de acuerdo a las normas, y nosotros queremos estar de acuerdo a la ley”.
Acá hay tres pilares que sostienen las acusaciones de las trabajadoras: se les discrimina por ser afrodescendientes, pobres y mujeres. ¿Cuál es la respuesta de la directiva?
Analicemos las tres ideas con las que ellos dicen que los discriminamos: primero, por ser haitianos. Si tu ves el mercado, está lleno y de ellos son muchos los que han pegado el salto. Por ejemplo, hay tres restaurantes haitianos, manejados por mujeres haitianas. Los empleados son venezolanos, peruanos, colombianos, haitianos. Hay de todo, y mucha gente de color. Entonces, ese no es un tema.
Segundo, ellos dicen que las discriminamos porque son mujeres. Aquí, en este mundo, impera la mujer. Esa condición, la de género, no tiene ninguna importancia. Para este caso coincidió que un grupo importante de ellas (el sindicato de trabajadoras cafeteras de Lo Valledor) son mujeres que andan con el carrito. En los mismos tres restaurantes haitianos que hay, las que los manejan son mujeres.
La tercera discriminación que acusan es porque son pobres, y eso es imposible: aquí hay posturas comerciales (espacios para el comercio) que cuestan millones de pesos y que son manejados por haitianos. Es gente que llegó de pioneta y que creció. Ocurre que, claro, comparado con el venezolano, que no tiene la barrera del idioma, el haitiano parece estar en cierta desventaja.
¿Por qué, entonces, se echó a las mujeres que vendían el café?
Antes que todo, hay que entender cómo funciona el mercado acá: son 1.500 locatarios, además de a los que les cobramos el ingreso y el espacio que usa para comercializar. Cada uno es dueño de su negocio, y lo que nosotros hacemos es administrar el mercado mismo, lo que tiene que ver con los servicios que se concedan, como seguridad, el aseo, la higiene, el libre tránsito. Es como una pequeña ciudad. En este pequeño mundo hemos tratado de dar paso a la modernización y a los ambulantes les estamos diciendo: ‘no pueden seguir haciendo venta ambulante porque hay gente que paga su derecho comercial’, y es lo que ocurre tanto en Providencia como en San Bernardo.
Están subiéndole el pelo a Lo Valledor.
No sé si subiéndole el pelo. Nosotros pertenecemos a la World Union of Wholesale Markets, que es la agrupación de vendedores mayoristas. En 2013 hicimos un congreso en el que vinieron alemanes, ingleses y nos explicaron lo de la higiene y la importancia del mercado de abastos. Desde entonces le estamos poniendo pino a la cosa. No es un tema de pelo. Obviamente, entendemos que a las tres de la mañana quieres tomarte un café; bueno, los restaurantes están abiertos. La gente no toda se trasladan desde el camión, entonces hay que llevarles el servicio. Pero el servicio tiene que ser con norma sanitaria, con higiene, limpio. Entonces, no es un tema con el haitiano, es un tema con el ambulantado. Aquí cada día circulan 30 mil personas. A ellas nadie les ha negado el trabajo, pero tienen que adaptarse a la norma. Y la norma dice que tienen que ocupar un espacio de los tres tipos que existen: locales, bodegas o la postura abierta de venta, que es la de los camiones. No hay otra forma: el ambulantado no está permitido.