La tarea de recuperar el derecho a la salud en Chile
En Chile tenemos un sistema dual de salud; uno para pobres y enfermos, otro para ricos y sanos. Esta lógica instaurada en la dictadura y mantenida hasta el día de hoy, está llegando a un punto crítico. Para modificar nuestro sistema de salud, resulta fundamental un movimiento social que empuje los cambios. En este sentido, hay señales positivas, el surgimiento de diversas mesas y coordinaciones entre las comunidades y trabajadores. En la movilización nacional del 4 de julio participaron miles de personas a lo largo de Chile y si bien este es un hito germinal, hay una potencialidad significativa.
La Salud que tenemos
Nuestro sistema dual de Salud se ha construido por dos procesos simultáneos: uno se caracteriza por el desmantelamiento lento y controlado de la red pública de salud, mediante la importación de lógicas de funcionamiento empresariales, además de una falta de inversión que disminuye la capacidad instalada y un control presupuestario que genera distorsiones graves, como la deuda estructural y el crecimiento de los tiempos de espera de la población.
El segundo proceso, es el fortalecimiento del mercado privado. Es durante la dictadura que se funda este mercado, con la creación de las isapres y una incipiente red de clínicas privadas. Esto es intencionado y promovido desde el Estado, mediante una política constante y creciente de traspaso de pacientes y fondos públicos.
Lo anterior, produjo un flujo constante de recursos para entregar certidumbre al sector y permitir su florecimiento. Un elemento que puso jaque el patrón de crecimiento del sector privado, fue la declaración de inconstitucionalidad de las tablas de factores de riesgo, por parte del Tribunal Constitucional, pues produjo una crisis de incertidumbre jurídica en las isapres, cuestionando así el modo en el cual se había desarrollado el mercado privado de salud, problema que hasta el día de hoy sigue abierto.
Las reformas del gobierno
El actual gobierno de Piñera, está administrando una situación en donde se vislumbra un agotamiento en el modelo de desarrollo nacional, reflejado en el deterioro de las tasas de crecimiento económico. Lo anterior genera disputas inter-empresariales, así como tensiona al gobierno a intentar utilizar su capital político para emprender reformas que vuelvan a asegurar altas tasas de crecimiento y, en última instancia, aumento en la acumulación de capital. Esto es necesario tenerlo en consideración a la hora de analizar el paquete de reformas que busca Piñera: reforma tributaria, reforma laboral, pensiones y ahora salud.
En el caso de salud, lo que busca el gobierno es entregar certidumbre a la industria de seguros privados y, por otra parte, dando un nuevo paso en desmantelar la red pública de salud. Esto lo hacen horadando la obligación por ley que tiene Fonasa de financiar y utilizar preferentemente la red pública, mediante la entrega de atribuciones a Fonasa que permitan derivar grandes cantidades de pacientes y recursos fiscales desde el sector público a los prestadores privados, beneficiando a los grupos empresariales dueños de la salud privada.
El movimiento social
Han pasado varios años y gobiernos en los que se ha debatido sobre cómo regular el mercado y/o aumentar la competitividad, en donde la discusión no ha salido de los salones de los tecnócratas o más allá del credo neoliberal. No obstante, hoy emerge un elemento radicalmente nuevo en el cuadro y, este es, el surgimiento en potencia de un movimiento social en salud.
Si hasta hace poco los grandes e históricos sindicatos de la salud se hacían notar en la escena pública por reivindicaciones cuyo contenido se centraba en lo económico y gremial (reajuste público, remuneraciones, estabilidad laboral), este último tiempo han destacado por un discurso robusto en defensa de la salud pública. Este nuevo sindicalismo en salud ha puesto por delante la generación de un modelo sanitario que priorice la calidad, equidad y dignidad en la atención para los pacientes.
Un ejemplo muy ilustrativo de este punto han sido la oposición que ha unido transversalmente a trabajadores y usuarios contra el modelo de concesiones hospitalarias en diversas regiones del país. Más recientemente ha destacado la movilización de los trabajadores del Hospital San José, quienes junto al Consejo de Usuarios denunciaron las condiciones indignas y vulneratorias de derechos en el Servicio de Urgencia del establecimiento. Es muy decidor el hecho de que todas las movilizaciones recientes que han sido exitosas han implicado una estrecha alianza entre trabajadores de la salud y las comunidades que reciben la atención.
De este modo, las agrupaciones de usuarios que originariamente abogaban por objetivos particulares han tomado como desafío propio la defensa de la salud como derecho social y esto quedó claramente demostrado en la movilización nacional por la defensa de la Salud Pública y de rechazo a las reformas privatizadoras de Piñera del reciente 4 de julio. Si bien esta vez fueron los usuarios quienes convocaron esta jornada, se logró poner bajo un proyecto común a organizaciones sindicales, estudiantiles, territoriales y partidos políticos.
La Salud que queremos
Se trata, por tanto, de construir un proyecto polifónico que implica imaginar juntos un nuevo modelo de Salud para Chile. La articulación de organizaciones y plataformas es una condición de posibilidad para seguir avanzando. En el sector salud sabemos que no existe ningún actor que por sí mismo y prescindiendo de los demás actores, sea lo suficientemente constituido y con claridades suficientes para conducir un proceso de movilización nacional, lo cual implica necesariamente dar pasos en alianzas amplias y diversas.
Hoy tenemos la claridad de que en Chile existe un sistema de salud profundamente desigual, en donde los resultados de salud también ilustran una profunda desigualdad social, los cuales son predecibles en términos de la comuna en la que se viva, el nivel de educación o el empleo, por decir algunos factores.
Esto nos hace vislumbrar que hoy tenemos una tarea ardua, en términos de democratizar y hacer más justo el sistema de salud. Impulsando en el corto plazo cambios que signifiquen aumentar progresivamente la capacidad de atención de la red pública y al tiempo desactivar progresivamente los nichos de lucro del sistema privado, en miras a la construcción de un modelo de salud predominantemente público.
Sabemos, sin embargo, que esta tarea para ser efectiva en términos sanitarios, debe ser también cumplida en el conjunto del país, democratizando y cuestionando los basamentos neoliberales en los que se ha edificado el orden social.