Ser lesbiana
Oculta en una bolsa de basura dentro de un archivo municipal. Quemada y abandonada en una ladera. Maniatada y con signos de haber sido torturada. Golpeada hasta la muerte en plena vía pública.
Hoy, 9 de julio, día de la visibilidad lésbica, me gustaría poder celebrar, sonreír despreocupada y buscar algún para bar para ir compartir con amigas, pero pienso que así es como podemos morir las lesbianas en Chile. Las cuatro situaciones que acabo de relatar son reales.
Susana Sanhueza, María Pía Castro, Nicole Saavedra y Mónica Briones.
Asesinadas por camionas, por escaparse de la estructura, por renegar del deseo heterosexual y vivir sus vidas amando y deseando a otras mujeres. Eran lesbianas y no intentaban disimularlo. Cada mujer con su propia historia, con sus anhelos y sueños inconclusos. Cuatro vidas cegadas por el odio.
Repito sus nombres a modo de mantra. Me avergüenza llegar a olvidarlas y que lo que les pasó no signifique nada. Temo que la justicia no encuentre jamás a los culpables, como pasó con Mónica Briones, que los casos se cierren y que la verdad no pueda aliviar nunca el dolor de sus familias.
Cada una de sus muertes es una marca, sus historias son mis historias. Esa niña competitiva y buena para el futbol, dando los primeros besos en medio de la noche, protegida por la oscuridad pero siempre con el miedo latente de ser descubierta. El conflicto de si decirlo o no, de si se me nota o no, de si realmente engaño a alguien con mi paupérrima fachada de chica heterosexual o no. Renunciando finalmente a la performance, aceptando que soy eso, “lesbiana”, digo en voz baja y a solas. No se lo cuento a nadie, no me atrevo. Me enamoro y eso hace que dé el primer paso y luego otro. Lo cuento, me libero. Llegan los primeros comentarios. Un escupo en la calle, unos gritos y burlas mientras camino de la mano con mi novia. Un auto se detiene a mi lado, aminora la marcha y sigue mis pasos. El miedo me hace correr cinco cuadras en velocidad récord. Desde entonces, cada día me enfrento a lo mismo: los comentarios despectivos, las miradas de asco, las insinuaciones sexuales de hombres desconocidos. Y yo me niego a dar un solo paso atrás, al igual que hicieron esas 4 mujeres asesinadas por lesbianas.
Pienso en Susana Sanhueza, María Pía Castro, Nicole Saavedra y Mónica Briones. Imagino que aunque vivimos en épocas y lugares distintos, todas pasamos por experiencias similares, y cada una prefirió seguir siendo lesbiana visible antes que volver al clóset.
Hay gente que nos odia y no entenderé nunca por qué. Pero acá seguimos, más tortilleras que nunca. Resistiendo y amando a otras mujeres en esta sociedad machista que nos quiere reducir a un objeto. Aunque nos acosen, nos deshumanicen y nos vuelvan un fetiche, aunque para algunos seamos solo una categoría en la página porno. A pesar de que nos violen para corregirnos lo torcidas, nos echen de nuestras familias y de las pegas. Seguiremos y más tortilleras que nunca.
Para mi ser lesbiana visible es una decisión política. Una postura de vida. Que lo sepan en mis trabajos y cada nueva persona que conozco, yo no me lo guardo. No busco pasar piola, no me importa incomodar, no quiero guardar apariencias, no me interesa su opinión sobre si cree que está bien o mal como soy, detesto la buena onda progre de “love is love”, o de “yo también tengo un amigo cola”.
Mi humanidad no es discutible, no depende de si tienes a una cercana que es lesbiana y buena onda. O de que el primer Nobel de literatura haya sido para una camiona, ni de que la cantante o modelo de moda también haya salido del clóset. No buscamos acumular credenciales que dignifiquen el “lesbiana culiá” que me escupes. Existimos, a pesar de ti. Y ya no contarás con nuestra vergüenza ni nuestro silencio.
Soy lesbiana, se me nota y no me importa.
Soy lesbiana, lo digo en la universidad, en la pega y a mi familia.
Soy lesbiana, no me escondo, no me come el miedo ni la vergüenza y no pido perdón.
Soy lesbiana y visible, porque de chica nunca conocí a ninguna y pensaba que era la única niña en el mundo que sentía así.
Soy lesbiana y hoy, 9 de julio, en honor a Mónica, Nicole, María Pía y Susana, soy más camiona, tortillera y visible que nunca.