Marta Harnecker y la Facultad de Economía Política
A fines de los sesenta llegó Marta Harnecker al Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Universidad de Chile. Eran tiempos de rebeldías. Marta, retornaba de París, dónde había estudiado con los más destacados filósofos franceses, en particular con el marxista Louis Althusser. Se convierte en investigadora y profesora del CESO y de la Escuela de Economía, junto a otros destacados intelectuales, como Andrés Gunder Frank, Theotonio Dos Santos y Rui Mauro Marini.
Junto a sus clases, Marta termina su famoso libro, Los conceptos fundamentales del materialismo histórico, publicado en 1969, en Siglo XXI, con infinitas ediciones. Luego, a partir de 1971, durante el gobierno de Salvador Allende, publicaría los Cuadernos de Educación Popular, masivamente conocidos por obreros, campesinos y estudiantes.
El país se había radicalizado, al calor de las profundas transformaciones que impulsó el presidente Salvador Allende. El gran empresariado y la derecha utilizaban todos los medios, incluido el apoyo de los Estados Unidos, para desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular. Por su parte, la Democracia Cristiana acercaba posiciones con la derecha y hacia 1973 su compromiso con el golpe de Estado se hizo evidente. En medio de esas luchas, Marta se hace militante del Partido Socialista y adquiere mayor notoriedad pública cuando asume la dirección de Chile Hoy, revista que, sin dogmatismos, abre discusión sobre la transición chilena al socialismo.
Recién impuesto el golpe militar, y en uno de sus primeros bandos, se le exige a Marta entregarse a las nuevas autoridades. Considerada una agitadora marxista, se había convertido en destacada enemiga de los golpistas, lo que la obliga a obtener refugio en la embajada de Venezuela. Marta era una intelectual, pero también una activista en favor de los pobres. En su juventud, como presidenta de la Acción Católica, compromete su lucha con los pobres y, luego, en sus estudios de posgrado en Francia, descubre el marxismo y lo utiliza para persistir en ese mismo compromiso.
La dictadura de Pinochet persiguió a Marta Harnecker y a otros destacados intelectuales, intervino las universidades y colocó a su cabeza a rectores uniformados. El odio era grande contra la Facultad de Economía Política de la Universidad de Chile, que se había constituido un año antes, en el marco de la reforma universitaria. Los militares y civiles golpistas acusaron de terroristas a sus profesores, personal administrativo y estudiantes. Les impidieron continuar con sus actividades académicas, varios fueron detenidos y algunos asesinados; y muchos se vieron obligados a gestionar asilo en países generosos, entre ellos, Marta.
Se cuentan en más de veinte los profesores y estudiantes de la Facultad de Economía Política asesinados durante los años de dictadura. La Facultad fue suprimida. Hubiésemos querido que renaciera con el retorno a la democracia, para rendir allí el homenaje a Marta Harnecker y a nuestros mártires. Sin embargo, la particular y cobarde transición chilena nos olvidó. La Facultad de Economía Política no se reconstituyó y la Universidad de Chile no tuvo la valentía de devolver sus cargos a quienes habíamos sido expulsados por la arbitrariedad militar. Tampoco a Marta Harnecker.
Marta supo de la clausura de nuestra casa de estudios y conoció también que los militares instalaron en sus aulas el cuartel central de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), luego convertida en Central Nacional de Informaciones (CNI). Con esa decisión, se enviaba una señal a todos aquellos que, como Marta, persistieran en rebeldías intelectuales y compromisos políticos transformadores
Gracias Marta por el aporte que hiciste al CESO, a la Facultad de Economía Política y sobre todo a los estudiantes de la Universidad de Chile. Tú nos ayudaste a construir ese compromiso con las mayorías nacionales y la participación ciudadana.
Los represores y sus ideólogos lo entendieron bien y por ello cerraron las puertas del CESO y de la Facultad de Economía Política, creyendo con ello erradicar para siempre la esperanza. Sin embargo, la sed de libertad y democracia, que aprendimos en los patios y en las aulas de la casona de Republica, ahora renacen en una juventud que desafía el régimen de desigualdades e injusticias que instaló Pinochet y que todavía permanece. Marta Harnecker, querida, tu larga lucha en favor de los pobres, primero como cristiana y después como marxista, no ha sido en vano.