"Resistimos para existir": Mujeres indígenas se unen en Brasil contra el presidente Bolsonaro
*Esta información es republicada en el marco de una alianza con el medio internacional de noticias Mongabay Latam.
En un país en que las mujeres suman casi la mitad de la población indígena brasileña, de 900 000 personas en total, las líderes indígenas han entrado decididamente en el panorama político. Protestan contra el gobierno de derechas del presidente Jair Bolsonaro y las nuevas políticas que amenazan los derechos indígenas garantizados en la Constitución de 1988 y reconocidos por tratados internacionales.
Durante la reunión de grupos indígenas en Brasil este año, llamada Campamento Tierra Libre, mujeres indígenas de multitud de grupos étnicos que viven en el Amazonas y otras partes criticaron los cambios que Bolsonaro ha hecho a políticas antiguas, entre ellas las del proceso de demarcación y la disponibilidad de servicios sanitarios.
El 1 de enero, el primer día de su presidencia, Bolsonaro decretó una medida provisional (MP 870), que trasladaba el poder de decisión sobre las demarcaciones de reservas indígenas de Funai, la agencia de asuntos indígenas de Brasil, al Ministerio de Agricultura, algo que los críticos ven como un conflicto de intereses, ya que las élites agrícolas llevan tiempo con el ojo puesto en los territorios indígenas con posibilidades de explotación. La medida también movió a Funai (que antes dependía del Ministerio de Justicia) al nuevo Ministerio de Derechos Humanos, Familia y Mujeres creado por Bolsonaro, una institución que abarca muchas cosas y, según los críticos, tendrá poco poder real.
El nuevo gobierno también anunció planes para transferir la supervisión de los servicios sanitarios que se ofrecen a los indígenas desde el gobierno federal desde 2010 a una secretaría especial conocida como Sesai. Los servicios serán supervisados por los gobiernos municipales y estatales en algunas regiones. Los críticos temen que el cambio de responsabilidad hacia las autoridades locales pretenda ser una forma de que el gobierno nacional abrogue sus responsabilidades.
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“Las políticas adoptadas por el gobierno actual violan todos nuestros derechos y pretenden destruirnos”, dijo a Mongabay durante el campamento Maria Eva Canoé, líder del grupo indígena canoé, del estado norteño de Rondônia. “Pero somos fuertes, somos resistentes. Y ahora estamos en este… el decimoquinto campamento, para mostrar al gobierno y a toda la sociedad que estamos vivos, que resistimos para existir”, dijo la maestra de 51 años, miembro del consejo de Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB).
La representante de COIAB piensa que todas las nuevas medidas de Bolsonaro “son malas”, pero que lo peor es que se haya dado el poder demarcación de territorios al Ministerio de Agricultura. “¿Por qué es lo peor? Porque si se actúa así, los indígenas […] ya no tendrán territorios demarcados”, dijo Canoé, y añadió que los indígenas no son invasores. “En el pasado perdieron su tierra y ahora reclaman lo que les pertenece por derecho”.
Los derechos indígenas están garantizados por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que dice que los grupos indígenas tienen derecho a “no ser sujetos a la asimilación forzada o destrucción de su cultura” y a no ser puestos en peligro por “cualquier acción que tenga el objetivo o el efecto de desposeerlos de sus tierras, territorios o recursos”.
Además, la ONU y el Convenio sobre los Pueblos Indígenas y Tribales (No. 169) de la Organización Internacional del Trabajo, de la que Brasil es signatario, requiere la consulta previa a los indígenas “antes de emprender o permitir cualquier programa para la exploración o explotación de los recursos que pertenecen a sus tierras”. También hay dictámenes adicionales sobre los derechos indígenas del Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.
A pesar de estos acuerdos internacionales, el gobierno de Bolsonaro ha dejado claro que no permitirá que los indígenas comenten los proyectos de infraestructura que afecten los territorios indígenas del Amazonas. El gobierno de Bolsonaro no respondió a nuestras peticiones de comentario.
La líder indígena Maria Eva Canoé apunta que el motivo por el que el pueblo canoé es una minoría dentro de su región es que fueron diezmados durante la colonización del estado de Rondônia en el siglo XVII. Más tarde las pocas mujeres canoé que sobrevivieron tuvieron que casarse con hombres de otros grupos étnicos para perpetuar su propio grupo.
“El estado de Brasil tiene una deuda impagable con los pueblos indígenas. El estado de Brasil nunca podrá devolver los pueblos indígenas extintos, las lenguas extintas, los territorios destruidos que ahora son desiertos [culturales] absorbidos por ranchos ganaderos o plantaciones de soya”, dijo.
El aumento de las invasiones territoriales
En el estado de Maranhão, al noreste del país, que ya estaba sufriendo una rápida deforestación, las invasiones de las reservas indígenas por parte de acaparadores de tierras han tenido un repunte desde que Bolsonaro asumiera el poder, según contó una mujer indígena en el campamento de este año, que tuvo lugar en abril.
“Cuando empezó este gobierno, nos sentimos amenazados de inmediato porque los agricultores y los taladores pensaban que podían invadir [nuestra tierra] y hacer lo que quisieran porque él [Bolsonaro] les permite que invadan nuestro territorio”, sin castigo, explicó Cintia Maria Santana da Silva, líder del grupo indígena Guajajara/Tenetehara de la Reserva Araribóia.
“Los territorios indígenas pertenecen al gobierno federal, pero [los funcionarios] olvidan que estamos allí, cuidándolos y vigilando”, dijo la líder de 50 años.
“Los territorios indígenas pertenecen al gobierno federal, pero [los funcionarios] olvidan que estamos ahí, cuidándolos y vigilando”, dice Cintia Maria Santana da Silva, líder de los Guajajara/Tenetehara en la Reserva Araribóia en el estado de Maranhão. Imagen de Karla Mendes / Mongabay
Hoy en día, hay más de 300 grupos indígenas en todo Brasil que hablan 274 lenguas y tienen tradiciones culturales muy diferentes. Las reservas indígenas reconocidas de forma oficial —en diferentes etapas de demarcación— representan alrededor del 13 por ciento de la superficie terrestre de Brasil. Sin embargo, muchos territorios indígenas ancestrales siguen desprotegidos y no están demarcados debido a la lentitud con la que el gobierno ha titulado los territorios ancestrales a pesar de los dictados de la Constitución de 1988.
Bolsonaro “está cumpliendo [sus promesas] e intenta destruir nuestros derechos establecidos en la Constitución brasileña. Estamos muy preocupados porque hemos luchado mucho, ganamos nuestros derechos y ahora están amenazados. Y no hay paz en nuestros territorios”, dijo Silva.
En la Reserva Indígena Governador, también en el estado de Maranhão, el pueblo gavião también ha visto un aumento en las invasiones ilegales y la deforestación desde que Bolsonaro asumió el cargo, según cuenta la líder indígena Maria Helena Gavião.
“Pienso que [los ruralistas] se sienten mejor representados por este gobierno, así que ya no se avergüenzan de entrar en áreas indígenas”, explicó Gavião. No cree que Bolsonaro esté haciendo “nada bueno” por los indígenas, pero piensa que lo peor que ha dicho hasta ahora es que “ni un centímetro de tierra será demarcado para reservas indígenas”.
“Esto es un insulto para nosotros, es una violación de nuestros derechos. Este gobierno es antiindígena. No estamos contentos con él, con lo que ha estado haciendo”, dijo la líder Gavião.
Entre enero y marzo de 2019, tuvieron lugar al menos 14 casos de invasiones ilegales de territorios indígenas en Brasil, sobre todo en el Amazonas, un salto del 150 por ciento desde que Bolsonaro asumiera el cargo, según un informe publicado por la ONG Amazon Watch a finales de abril en el que se citan estadísticas recopiladas por el Consejo Indigenista Misionero (Cimi), grupo de supervisión que forma parte de la iglesia católica.
Según Amazon Watch, estas invasiones se pueden relacionar con “la virulenta retórica antiindígena que emana de Brasilia y que apunta a un asalto mucho más grave y extendido a las tierras y las vidas nativas en los tiempos que vienen”.
Mujeres destacadas en la lucha por el territorio
Las mujeres indígenas están pasando rápidamente a ocupar posiciones de liderazgo en Brasil. Entre las más conocidas nacional e internacionalmente están Joênia Wapichana, la primera mujer indígena elegida al Congreso brasileño, que asumió el cargo en enero, y Sônia Guajajara, líder de Articulação dos Povos Indígenas do Brasil (APIB). No obstante, muchas otras mujeres nativas están en primera línea defendiendo sus territorios nativos. Canoé, Silva y Gavião son buenos ejemplos, todas ellas son defensoras de la tierra en sus territorios ancestrales del Amazonas.
“El liderazgo femenino se fortaleció con el aumento de los conflictos territoriales, pero esta relevancia siempre ha existido. Las mujeres son fundamentales en la lucha por la tierra y por los derechos en general”, dijo la antropóloga Lauriene Seraguza, investigadora que se centra en asuntos territoriales indígenas en el estado de Mato Grosso do Sul.
“Las mujeres tienen un papel muy importante en la organización política y familiar y son fundamentales en los procesos de recuperación de la tierra porque son las que mantienen a las familias, organizan el espacio… Así que sufren muchas de las consecuencias de que no haya tierras demarcadas”, dijo la investigadora, que está haciendo estudios posdoctorales sobre el papel de las líderes indígenas Guarani-Kaiowá en Mato Grosso do Sul.
“Las mujeres indígenas trabajan con los hombres en la defensa de nuestra tierra, que es nuestra casa, nuestra educación, nuestra salud. Así que siempre luchamos con los hombres, intentamos ayudar de alguna forma a atraer visibilidad a los problemas que están sucediendo dentro de los territorios indígenas”, dijo Gavião.
Habrá una primera marcha de mujeres indígenas en Brasil del 9 al 12 de agosto, con el tema “Territorio, Nuestro Cuerpo, Nuestro Espíritu”. Se celebrará en conjunción y solidaridad con la Marcha das Margaridas (la marcha de las margaritas) liderada por trabajadoras rurales cada año desde 2010.
“Solo queremos vivir libremente en nuestro territorio, a nuestra manera”, dijo Silva.