Coyuntura local, Valparaíso: ¿Política de alianzas o acto fallido?

Coyuntura local, Valparaíso: ¿Política de alianzas o acto fallido?

Por: Marcelo Mellado | 26.05.2019
Los que alguna vez fuimos del Pacto Urbano La Matriz no olvidamos cuando ese operador que hoy contrata el municipio intentó convencernos de que participáramos en las primarias de la concertación (o NM), cuando uno de nuestros objetivos era romper con el duopolio. ¿Por qué esta involución con aroma a oportunismo y a traición? La respuesta es obvia, los abusadores suelen dedicarse a la política profesionalmente o a pegas análogas en donde el poder personal es lo fundamental, pero podemos estar equivocado, tal vez sólo se trate de improvisación producto de la ansiedad.

El día 16 de mayo en una foto de portada de El Mercurio de Valpo aparece el alcalde de la comuna y un operador político, que el llamado municipio ciudadano acaba de contratar como asesor de carnavales; dicho así, con una perversa ingenuidad cultural. El periódico sabe que ese nombramiento constituye una agresión odiosa contra un sector importante del campo artístico cultural local, por eso más que dar una información se expone un conflicto. Es más que sospechoso que el alcalde “ciudadano” haga suyo el proyecto de la concertación en cultura, que no es otra cosa que la producción de eventos callejeros como un remedo de participación popular, imitando modelos neoliberales ya transitados por el espíritu socialdemócrata, además de un creciente proceso de criminalización callejera de la cultura. Y para eso no sólo contratan a una persona de pésimos antecedentes, sino un negocio o pyme cultural que el operador mencionado ha construido a partir de la privatización o toma invasiva de lo público por grupos de interés.

Es una gran paradoja que eso que se hace llamar alcaldía ciudadana aparezca como un gran acontecimiento y se transforme en un ícono del Frente Amplio, porque representaría la irrupción de un nuevo sujeto político, pero que a nivel local es percibida por un sector amplio de la comuna como un conglomerado fallido por sus falencias a nivel de gestión y por su incoherencia política. Hay que recordar, además, que el FA es posterior al trabajo vecinal que redundó en el proyecto de municipio. Los políticos que se lo tomaron hicieron algo parecido a lo que hizo la concertación después del triunfo del NO, privilegiar la operación institucional para neutralizar el deseo ciudadano.

El supuesto nuevo modo de hacer política se habría ido a la mierda. Más bien quedó en un crítico suspenso, en donde los estándares éticos requeridos, la participación ciudadana efectiva y aquella apuesta territorial que diera cuenta de los nuevos paradigmas de la emancipación, deben esperar otro momento.

Los que alguna vez fuimos del Pacto Urbano La Matriz no olvidamos cuando ese operador que hoy contrata el municipio intentó convencernos de que participáramos en las primarias de la concertación (o NM), cuando uno de nuestros objetivos era romper con el duopolio. ¿Por qué esta involución con aroma a oportunismo y a traición? La respuesta es obvia, los abusadores suelen dedicarse a la política profesionalmente o a pegas análogas en donde el poder personal es lo fundamental, pero podemos estar equivocado, tal vez sólo se trate de improvisación producto de la ansiedad.

Lamentablemente, como se decía en tiempos de la otra lucha de clases (la que no se asentaba en las nubes de las relaciones digitales de producción), aquí habría una desviación del eje o línea que determinaba y definía nuestras políticas, estamos refiriéndonos al culto a la personalidad o derechamente al caudillismo. Nuestro foco debiera estar en la calidad de los procesos colectivos que podamos desarrollar y no en esta obsesión por los líderes, generalmente delirantes y patológicos, que nos guíen sobre todo en las sobredimensionadas justas electorales.

La cultura y la política, gracias a la primacía del espectáculo y la producción de eventos, al que le podríamos agregar el voluntarismo escénico, han producido estas barbaries o frankestein del diseño ideológico. Por eso tuvimos que soportar en las redes la interpretación pianística del alcalde ciudadano de un tema de los Beatles, en un contexto, según su aparato comunicacional, de merecido relajo luego de un arduo trabajo, es decir, en donde la cultura es asumida como algo secundario o como decorado del poder. Lo patético de la performance es que lo hizo “bien”, porque “canta bien”, y lo hizo en serio, como parte de un registro de exhibición de un caudillo con aristas que lo enriquecerían como líder. ¡Fatal!

En el cahuín cultural se lo ha descrito como la Cathy Barriga del progresismo alcaldicio, y ahora con la alianza con el operador que aporta su negocio callejero, tenemos el tributo absoluto al liberalismo izquierdistoso que promueve el espectáculo que funciona como sustituto bailable de la participación ciudadana.

El alcalde “ciudadano” debe recordar algo que no debiéramos decir, porque es incorrecto política y culturalmente, ya que suena a machismo patriarcal, pero que es efectivo retóricamente, que es que nosotros le conseguimos pega, me refiero al proyecto político que se construyó a partir de la ciudad como espacio de habitabilidad, con todo lo que ello implica a nivel social y cultural. Lo fuimos a buscar, lo esperamos, le dimos tiempo, y lo sacamos de su zona de confort estudiantil y lo convertimos en un flamante líder nacional. Y esto no era ingenuidad, sino parte de la lógica política, era difícil que fuera de otra forma dado el ambiente turbio en que nos movemos, pero lo que sí es posible hacer es corregir el diseño. El FA tiene la palabra a este respecto.

Lo que ocurrió en Valpo, por otra parte, es clave a nivel de estudio de casos y se echa de menos la producción textual al respecto por parte de la izquierda formal (no he buscado mucho a decir verdad); hay algunos que hemos hecho algo en relación con eso, aunque no contamos con suelo académico ni institucional, pero sí tenemos obra y esperamos participar de la lucha ideológica correspondiente.

Finalmente, la fotito de estos dos chicos en la portada de un medio es la negación del discurso feminista que ha definido los contenidos programático y simbólicos de nuestro sector en el último tiempo, más aún, es la afirmación de los modos amachotados de hacer política, incluso da la sensación de que la primacía de la cosa electorera es el supremo objetivo, nada más gorilón. Es por eso que esta política de alianzas es, al menos, equívoca.