Escuelas mixtas: Necesarias, pero insuficientes
Gran revuelo mediático ha causado el polémico proceso de votación en torno al cambio en la admisión de estudiantes del Instituto Nacional, pues tras vergonzosas denuncias de alteración de padrones, de apoderados y apoderadas que habrían votado más de una vez y del vuelco en el resultado, la última información oficial da cuenta que el establecimiento dejaría atrás la identidad monogenérica que le ha caracterizado históricamente para avanzar hacia la inclusión de niñas en sus aulas. Sin embargo, este caso no es el único, pues ya sucedió lo propio en algunos colegios de la comuna de Providencia, tales como el Liceo 7 o el Liceo Lastarria. Y, ad portas de cumplirse un año del mayo feminista, vale la pena volver a poner en tensión lo que implica el sexismo en el sistema educativo, principalmente en lo que sucede en los niveles escolares.
Si bien consideramos positivo que diversos establecimientos públicos estén optando por terminar con la discriminación por sexo, evidentemente este escenario no es el esperable en una sociedad de derechos, toda vez que debería ser la institucionalidad pública la responsable de garantizar dicha realidad y no dejar a discreción de particulares una decisión que debería ser política de Estado. Pero, sabemos también que ante la falta de voluntad de todos los gobiernos en esta materia, no ha quedado más alternativa que la autodeterminación de las comunidades educativas, las que afortunadamente han contribuido a cuestionar las concepciones culturales hegemónicas que, escondidas bajo el símbolo de la tradición, no hacen más que legitimar la exclusión y defender los privilegios de unos pocos.
En sintonía con lo anterior, la ministra Marcela Cubillos reconoce abiertamente que la educación pública debe avanzar hacia sistemas mixtos, pero que la prioridad del Gobierno hoy se centraría en “devolverle la excelencia académica a los colegios emblemáticos”. Con esta declaración, la Secretaria de Estado demuestra una visión acotada de la educación, tanto por ignorar que el éxito académico de este tipo de colegios se origina precisamente por la segregación injusta de estudiantes, como también por desconocer que dotar de diversidad los contextos escolares se constituye en un aporte a la integralidad y calidad de los procesos de enseñanza aprendizaje y no se trata de una dimensión ajena. Pero, la única causa que hemos visto defender desde el Ministerio de Educación es la campaña de desinformación en torno al Sistema de Admisión Escolar -SAE- , ya que la gran cantidad de recursos públicos invertidos y los esfuerzos comunicacionales destinados para dicho fin, revelan que la prioridad real del Gobierno se centra más bien en sacar réditos políticos que en mejorar la calidad educativa.
Sin embargo, entendiendo que los sistemas escolares mixtos son un primer paso para avanzar en la democratización de los espacios educativos, no significa que con ello habremos acabado con el sexismo en el sistema escolar, pues a pesar de ser una medida necesaria, es también insuficiente, ya que para alcanzar dicho objetivo, se requiere de un esfuerzo mucho más profundo que implica la transformación completa del paradigma tradicional desde el cual se han formulado las políticas educativas.
En otras palabras, y tal como se demanda desde los movimientos sociales, principalmente desde el feminista y el estudiantil, se necesita abandonar la perspectiva androcéntrica y sexista, para fomentar un sistema escolar que no reproduzca estereotipos de género; que releve la importancia de fortalecer comunidades de aprendizaje inclusivas donde se analicen críticamente los contenidos de los planes de estudio y el currículum nacional; que erradiquen prácticas pedagógicas y discursos diferenciadores de docentes y educadoras/es a través de la formación inicial y continua del profesorado, la que a su vez concientice respecto a cómo las interacciones que se dan en el aula moldean roles asociados al ser niño o niña; que combata la convivencia disímil de hombres y mujeres en los patios de las escuelas; que lleve a cabo planes de educación sexual integral en todos los niveles; que no naturalice la violencia de género como expresión válida de relación entre las personas, y que por sobre todo, promueva las mismas oportunidades de aprendizaje para estudiantes sin distinción de su género.
Como vemos, el sexismo en educación podría ser el punto de origen de las desigualdades de género y de la situación precarizada de las mujeres en la vida adulta, y es esta una de las razones por las que en el mayo feminista del 2018 las movilizaciones se tomaron la agenda pública exigiendo transformaciones profundas en el modelo educativo. Por tanto, además de avanzar hacia colegios mixtos, urge una reestructuración de la gestión educativa desde niveles centrales, que contribuya a deconstruir lógicas que generan opresión e injusticia y de esa manera garantizar un sistema escolar que refleje la sociedad en la que queremos vivir, donde se incentiven conocimientos, actitudes e interacciones basadas en el respeto mutuo y en la defensa del principio de no discriminación. Así, desde Revolución Democrática tenemos la convicción de que la respuesta a la actual sociedad patriarcal y machista, es la de un proyecto educativo feminista.