¿Por qué la basura es un error de diseño?
Cada vez son más las personas en nuestro país, que conscientes de los desechos que generan día a día, han decidido optar por ciertas medidas como: portar sus propias bolsas y botellas reutilizables, además de preferir productos elaborados con materiales amigables con el medio ambiente y separar su basura con el propósito de reciclar. Pero, ¿son estos gestos suficientes para el planeta?
Tomás García, Gerente Comercial de la empresa TriCiclos, es experto en desarrollo de proyectos de gestión de residuos, de sostenibilidad y economía circular aplicada, por eso, con propiedad nos explica el “problema” detrás de la responsabilidad que recae sobre cada individuo al momento de reciclar. “En el área comercial de TriCiclos comenzamos en nuestros inicios a trabajar en el diseño, la implementación y operación de sistemas de gestión de residuos para empresas, colegios, universidades, municipalidades, etc. Donde buscamos promover la reducción, el reuso, el reciclaje y el compostaje de aquello que no logramos evitar generar.”
Esta empresa B entendió que si un ciudadano común y corriente se dirigía a un punto de reciclaje para depositar, por ejemplo, una botella de plástico, era probable que por los materiales de su cuerpo, tapa y etiqueta, pudiera no ser reciclable. “Entendimos que para conseguir un correcto reciclaje de los desechos, teníamos que trabajar “aguas arriba” con las empresas gestoras de los productos que terminan en la basura, pues ahí había un problema importante y teníamos que resolverlo”, aclara enfático el especialista.
Así TriCiclos partió con las consultorías, con el foco puesto en cambiar el mundo de los envoltorios y empaques. “Hace nueve años partimos golpeando puertas a grandes empresas, a las que les ayudamos a visibilizar “la mochila de residuos” que dejaban en el planeta, producto de la venta y consumo de sus productos. Les hacíamos darse cuenta que no sólo vendían el producto en cuestión, sino que también un envoltorio que además, muchas veces era innecesario, cuya probabilidad de ser recuperado podía ser alta, media o de frentón, nula”, explica Tomás.
Y así nace el “Índice de reciclabilidad” de los empaques de cada empresa: “Primero entendimos muy bien no solo la materialidad del empaque de cada producto, sino también, los lugares que en Chile podrían recibir esos materiales para ser transformados al final del proceso”, dice el Director Comercial de TriCiclos, empresa que actúa como un importante eslabón en la cadena, que conecta a las personas que generamos residuos con las empresas que son capaces de recibir estos y valorizarlos .
La economía circular nace para abordar esta problemática, que es mucho más simple de lo que parece, pero de la que los empresarios, los ciudadanos y el gobierno, debemos hacernos cargo hoy. La idea es reducir al máximo los desechos que no logramos evitar, lo que sale de cada casa o planta, y lograr que sea de un determinado nivel de pureza para que puedan ser reciclados de la manera correcta. “Porque si en un fardo de un tipo de plástico se filtra un metal, o incluso otro tipo de plástico, puede arruinarse todo el proceso en una planta de reciclaje. Y ese nivel de pureza de reciclabilidad no es el mismo en Chile, Brasil, Colombia u otro país. Cada lugar tiene sus propios estándares. Por eso, que cada empresa reciba los empaques para reciclaje o no, depende del material con que está hecho cada empaque y de ahí nace nuestra propuesta de que la basura es un error de diseño, que debemos corregir hoy”.
Lo mismo, pasa con los envoltorios de algo tan simple como un paquete de galletas o papas fritas. La cantidad de material que utilizan y el tamaño de sus bolsas es exagerado, pues sólo se emplea como un recurso para verse de gran tamaño en las góndolas de los supermercados. Lo cierto, es que esos empaques podrían reducirse a un tercio de lo que son actualmente y su contenido se mantendría intacto y en perfectas condiciones.
Por eso, la materialidad, diseño y eficiencia de los empaques es tan importante y apunta a todos los rubros e industrias, y de infinitas formas posibles. La idea es que las empresas comiencen a ver estos desafíos y entenderlos como oportunidades de diferenciación y así, replanteen el diseño de sus productos e incorporen estas nuevas ideas en sus procesos de creación, replanteando así sus principios con el propósito de que sus empaques sean 100% reciclables más pronto que tarde.