El patetismo de Checho Hirane que se arrodilla ante Bolsonaro
Resulta patético, vergonzoso lo de Checho Hirane. Su aplauso fanático a Jair Bolsonaro, casi arrodillándose, como si de un santo redentor se tratara, es la imagen política más servil que se ha visto en el último tiempo en Chile y demuestra a cabalidad quién es Checho Hirane y qué es lo que representa: el sometimiento deliberado de cierto sector de chilenos a los liderazgos del odio, amparados en el escudo de su hipocresía; la alabanza destemplada a los destructores de la democracia realizada con las máscaras de la libertad y la justicia. ¿Qué le ha dado a Chile Bolsonaro? ¿Cuántos chilenos están viviendo mejor gracias a la visita del ex militar? Ninguno, aquí no hay nada que agradecer, Bolsonaro no merece ningún “Viva”; y si esos gritos aparecen, lo único que se puede constatar es un ciego fanatismo, no una mera simpatía. ¿Por qué? veamos la historia.
Porque el “arrodillamiento” ante el rostro del fascista extranjero no es aquí lo novedoso, eso es sólo la consecuencia de una lógica de funcionamiento público en que el apego a los valores genuinamente democráticos y el respeto a la diversidad humana no es lo que prima, sino intereses económicos y ansias de segregación. Símbolo de todo eso es Bolsonaro, y hacia eso va el aplauso de Checho Hirane. Ese aplauso, ese “Viva Presidente” ¿Qué significa, en el fondo? ¿Qué se esconde detrás de la patética reverencia, observando el historial del humorista influyente? Significa la declaración de seguimiento de una fórmula política siniestra que se escuda en el supuesto progreso que va de la mano del orden. Una fórmula en la que, en virtud del combate a la corrupción de la izquierda y la búsqueda de mejoras económicas, los derechos humanos de la población más vulnerada pasan a segundo plano, sin que importe en demasía; la calidad de humanos dignos de derechos desaparece para las minorías, para los trans y gays, para esos comunistas que Bolsonaro quiere eliminar de la educación por ser lo que son.
El aplauso de Checho Hirane a Bolsonaro funciona de la misma manera que el aplauso de Checho Hirane a Pinochet. Las razones son las mismas, las excusas también. Checho Hirane dice que le agradece a Pinochet su obra económica, pero que no valida las violaciones a los Derechos Humanos. Claro, dice que hoy no las valida, así como dijo que votó por el Sí porque para el 89 no conocía los atropellos criminales; pero ¿Entonces por qué fue a visitar a Miguel Krassnoff a la cárcel cuando ya todo Chile sabía de sus horrorosidades? ¿No sabía que estaba yendo a ver, a escuchar amistosamente, a un hombre que en agosto de 2018 ya lleva 655 años de condena por haber matado y torturado a tanta gente? ¿O para Checho Hirane los comunistas no son gente? Ante todo esto, Checho Hirane dice que pone en duda algunos juicios sobre militares, y que no ha leído los juicios sobre Krassnoff para evaluar si fueron o no justos. Como diría Eduardo Vargas, puras falacias, un montón de evasivas para no reconocer que a Krassnoff lo respalda, que a los militares criminales los respalda porque Chile los necesitaba en 1973 (“apoyé el Golpe, como el 70% de este país. Si todo el mundo quería un Golpe de Estado”). El resto es excusa barata. Lo cierto es: apoyo a Pinochet y su obra económica, que no se entiende sin su obra sangrienta ejecutada por quién recibe en su celda a un generoso Hirane, un dadivoso Hirane que pide a las familias de la víctimas dejar de mirar al pasado y siente dolor por la edad de los presos de Punta Peuco, “que tienen 80, 90 años”.
Con Bolsonaro, su fanatismo funciona igual que con el mayor tirano chileno. ¿O al aplaudirlo con entusiasmo y en plena conciencia, obvia, separa las aspiraciones neoliberales del brasileño de sus declaraciones como “Pinochet debió haber matado más gente, “ella no merece ser violada porque es muy fea”, “prefiero que un hijo muera a que sea homosexual”, “vamos a fusilar a los seguidores del PT”? Checho, tú mismo dijiste en una entrevista en La Red que llevas cuarenta años trabajando en el espectáculo, que no eres “huevón”, que todo se sabe y todo está preparado. Bueno, así sería imposible creerte que no conoces el pensamiento de quién aplaudes, y una separación del personaje entre lo económico y lo otro no tiene sentido, pues nada ha hecho hasta acá que se traduzca en efectivas mejoras económicas estructurales para su pueblo. Lo aplaudes en su integridad, como en los hechos has demostrado que aplaudes también en integridad la obra de Pinochet. Nosotros también somos “huevones” sólo hasta el mediodía, como tú dijiste. Eres ese aplauso agradecido, gesto conmovedor, entregado completo, y ese aplauso de ti lo dice todo. Nos guste o no. Te guste o no.