¡Bolsonaro mantén tu odio anti-LGBTQI fuera de nuestro territorio!

¡Bolsonaro mantén tu odio anti-LGBTQI fuera de nuestro territorio!

Por: Claudia Amigo | 21.03.2019
Bolsonaro lleva 30 años sembrando odio. Ha confesado estar abiertamente a favor de la dictadura en 1993, luego decirle a una diputada que "no merecía ser violada porque era fea". También ha tenido la indecencia de decir que erradicaría las reservas indígenas y que las personas afrodescendientes “no sirven ni para procrear”.

Es realmente perverso y doloroso para nuestra comunidad ver cómo el presidente Piñera y Chile Vamos estarán codeándose con el odio más violento que hemos visto en un líder, solo comparado quizá con Adolf Hitler o Augusto Pinochet. Jair Bolsonaro es un hombre que evangeliza en su país con el fundamentalismo heterocispatriarcal cristiano más inhumano y lejano del respeto hacia la humanidad, algo que se define erróneamente como una política de ultraderecha "democrática" y moderna, pero que se asemeja a las ideologías del anti-semitismo o la dictadura de este país.

La memoria es frágil en Chile. Así fue y sigue siéndolo.

¿Qué sacamos con el anuncio de una mesa de trabajo para tratar los crímenes de odio por la Subsecretaría de Prevención del Delito, cuando con la visita de Bolsonaro se legitima los más de 445 crímenes de odio anti-LGBTQI de Brasil (sólo en 2017), sumado a los crímenes de odio que han ocurrido en Chile y que se han profundizado estos días?

El discurso de odio ha llevado a Bolsonaro al extremo, y ha dicho que prefiere muerto a su propio hijo, antes de que sea gay. Con esas palabras perversas e inhumanas logró gatillar las pistolas que han matado a esas más de 400 personas LGBTQI; palabras como balas que desde el 2011 han exacerbado la masiva ola de violencia en contra de las lesbianas, trans, gays y bisexuales de todas edades.

El 1 de enero de este año, Bolsonaro firmó una medida con urgencia presidencial que retira a la población LGBTQI de las políticas de promoción y garantía de los derechos humanos en Brasil. El fue quien desarrolló oposición colectiva en contra del avance de derechos humanos LGBTQI en Brasil, con la invención omnipresente del fascismo denominada como la "ideología de género", que sólo existe en los discursos de odio y pancartas de la ultra derecha y las iglesias, que prefieren violar a sus propias hijas lesbianas para "corregirlas" y se ensañan en contra de personas cuya identidad de género es una amenaza para su orden.

Bolsonaro lleva 30 años sembrando odio. Ha confesado estar abiertamente a favor de la dictadura en 1993, luego decirle a una diputada que "no merecía ser violada porque era fea". También ha tenido la indecencia de decir que erradicaría las reservas indígenas y que las personas afrodescendientes “no sirven ni para procrear”. Una nueva detención policial de dos miembros de la milicia Escritorio do Crime (“oficina del crimen”), presuntamente involucrados en el asesinato de la concejala feminista Marielle Franco, elevó las sospechas de que existiría una relación entre los autores del crimen y la familia del presidente de Brasil.

Uno de los detenidos es Ronnie Lessa, un ex sargento de la Policía Militar que vivía en una casa en el mismo complejo residencial donde vivía la familia Bolsonaro, en el barrio de Barra da Tijuca, en Río de Janeiro. Más allá de lo extraño que es que un sargento retirado tenga una casa en uno de los complejos más caros de Río de Janeiro, el asunto es que Lessa habría sido delatado por otros cinco miembros del grupo Escritório do Crime. Sus testimonios aseguran que él fue el autor de los disparos contra el auto que trasladaba a la concejala.

Un tercer sospechoso (y también ex policía), el ex capitán Adriano Magalhães, se encuentra prófugo. Fue apuntado por los cinco delatores como uno de los autores intelectuales del asesinato de Marielle. Magalhães fue el primero en ser ligado a la familia Bolsonaro, ya que su esposa estaba registrada como asesora de la oficina de Flávio Bolsonaro cuando este era diputado regional por el Estado de Río de Janeiro (hoy es senador).

Antes de ser asesinada, la concejala Marielle Franco fue la figura política carioca que trabajó de manera incesante para tratar de desarticular el poder de las milicias en algunos barrios de Río de Janeiro.

El único “crimen” de Marielle Franco fue ser una mujer negra, madre lesbiana y valiente activista. Su único “delito” fue amar a su gente y, desde su posición de poder como concejala, luchar y alzar la voz en contra los abusos de las fuerzas federales en las favelas de Río de Janeiro.

Marielle vive en todas y todes nosotres. Ella será el constante recordatorio de todo lo que debemos cambiar en estas sociedades heterocispatriarcales: esas palabras de odio que se escupen, que graban esvásticas sobre nuestros cuerpos, que nos violan. Palabras que nos están matando.

El día sábado la alfombra roja de La Moneda será del mismo color de la sangre que derramó Marielle, de las víctimas de crímenes de odio en Brasil; el rojo de las heridas de Carolina Torres y Matías, quienes sobrevivieron ensañamientos anti-LGBTQI. Sí, el rojo de la sangre de Nicole Saavedra Bahamondes, Susana Sanhueza Aravena, María Pía Castro, Vanesa Gamboa, Grace Soto y Mónica Briones Puccio, quienes fueron víctimas de lesbicidios en Chile.

Las lesbianas y trans feministas le decimos ¡NO a la visita de Bolsonaro!