Ya no caminamos solas
Pasan los días y lo vivido, lo vibrado y lo sentido este 8M sigue siendo el tema en las redes sociales. Y en las calles. Ver cuantas somos es hermoso. Hay un antes y un después. Ya nos dimos cuenta. Ya NO caminamos solas. Nunca más.
La marcha me pilló en el aeropuerto. Tenia que esperar un buen rato y, mientras mi polola nos representaba en Valdivia, el celular me informaba de lo que ocurría en las calles. Fueron nuestras. Éramos millones.
En los pasillos del desembarque nacional no había otro tema. “Que tienen la cagada las minas en Plaza Italia”, dijo un iluminado. “Nos vamos a tener que ir por Vespucio”, comentaban unas señoras debido al corte de la Alameda.
Nos tomamos las calles. También es nuestra. No es un slogan, es una realidad que demostramos en este histórico 8 de marzo.
Sola en la calle
Estoy en Paris. Acá se lanzó la indumentaria oficial de 14 selecciones que participarán en Francia 2019. La de Chile una de ellas. El fútbol femenino me trajo hasta aquí. Aproveche de visitar a una amiga, una antigua rival en la cancha, fue parada obligada.
La ciudad de los cliché hizo lo suyo. Nos juntamos en un pub lésbico del centro de Paris, a jugar billar. Un clásico. Casi de película. Terminada la entretenida velada partí de vuelta.
Mientras caminaba, pasaban cuadras de restaurantes, pubs y creperías. Vinieron avenidas más oscuras y menos transitadas. Me puse en estado de alerta. No conocía el lugar donde estaba. Iba sola. Caminando por las calles de París. El mapa del teléfono no contempla lo seguro o inseguro que sea un barrio, como para elegir la mejor ruta.
Comencé a abrigarme mientras avanzaba. No quería detenerme. Bandanas en cuello y orejas. Mochila en la espalda y parca encima. Así no soy presa fácil de asalto. Saqué los guantes, guardé la billetera. Quería llegar pronto al destino. Pasó un auto rápido y luego un tipo camina muy cerca. Justo detrás de mi. No me pasó nada, pero iba asustada.
Nos educan con miedo. En la calle debemos ir siempre alerta. Sobretodo de noche y más cuando estamos solas. En un lugar desconocido, del “primer mundo”, pero desconocido.
Estamos obligadas a cuidarnos. Pareciera ser nuestra responsabilidad evitar una acto delictual, vandálico o de odio. Me puse sólo un audífono, no quería dejar de escuchar lo que sucedía en mi entorno. Era necesario.
Gracias por acompañarme
Sonó mi favorita: Rebeca Lane. Se unieron Ana Tijoux, Mariel Mariel, Sara Hebe, Miss Bolivia y La Otra. Claro que no iba caminando sola. No después de este 8M.
Caminaba con todas las compañeras feministas que hicieron historia en Chile y en el mundo. Iba con las miles de lésbo-feministas que dijeron “aquí estamos”. Por fin fuimos visibles. Existimos. Aquí estamos y somos muchas. Bah, qué muchas. Somos millones.
Ya nunca más voy sola por la calle. No queremos ser #NiUnaMenos. Me sentí tranquila, porque incluso si algo me pasara, no quedaría impune. Mi polola y mi mamá no estarían solas pidiendo justicia. Ahí estaría la Nata Valdebenito, Lucia López, la Dani Pardo, Fernanda Pinilla, y todas aquellas que tienen voz. Acompañándolas.
La música, la marcha, la convicción de que ya no iba sola; no fue todo. El mejor compañero se hizo presente: Grande y negro. Se me acercó tímido, me olfateó, toqué su nariz, acaricie su lomo. No fue casualidad. Caminó conmigo hasta el final. Iba acompañada por todas ustedes y por un incondicional perro callejero. Ya no caminaba sola. No ese día en las calles de París. Nunca más caminaremos solas.